Según la Secretaría de Turismo el término “Pueblos Mágicos” se define como: “Una localidad que tiene atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes, cotidianidad, en fin magia que emanan en cada una de sus manifestaciones socio-culturales, y que significa hoy día, una gran oportunidad para el aprovechamiento turístico. El Programa Pueblos Mágicos contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones del país que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros”.
A la fecha son ciento once municipios del país bajo esta denominación y ya se inventó otra que se llama “Pueblos Patrimonio”. En Morelos por ejemplo este nuevo concepto se va ampliando con mucha prisa y rápidamente. Xochitepec y Tlaltizapán, Zacualpan de Amilpas, Atlatlahucan y Jonacatepec ya son parte de ella.
¿Esta urgencia tendrá que ver con que la titular de la Secretaria de Turismo y Cultura la señora Julieta Goldzweig Cornejo es empresaria del sector restaurantero y que según su página de Facebook es “emprendedora, comprometida y entregada al desarrollo”? Yo creo que sí porque en el periódico oficial de Morelos “Tierra y Libertad” la secretaria, publicó en octubre del año pasado, su propuesta de “Pueblos Patrimonio” y en términos generales es la misma lógica de lucro implementando la competitividad y publicitando los servicios turísticos. (Entre estos claro, como bien sabe usted querido lector, se encuentra el sector restaurantero).
En este mismo comunicado se menciona que el Consejo calificador que designará qué municipios pueden ser candidatos a ser Pueblo Patrimonio está integrado por:
- Titular de la Secretaría, en calidad de presidente;
- Dirección General de Desarrollo de Productos Turísticos, en calidad de secretario técnico;
- Coordinador de Desarrollo Turístico en calidad de vocal;
- Dirección General de Competitividad y Servicios Turísticos, vocal; y,
- Dirección General de la Comisión de Filmaciones, vocal.
Es decir, se decidirá desde una estructura vertical, completamente ajena a los representantes comunitarios e intereses del pueblo y donde una comisión para el respeto a la naturaleza por ejemplo, no existe y donde hasta las productoras cinematográficas tendrán su tajada del pastel.
Pero volviendo a la engañifa de “Pueblos Mágicos” las autoridades morelenses y de turismo tratan de cambiarle a la gente espejitos brillosos por oro y piedras preciosas. Con su lenguaje neoliberal, tramposo y lleno de tecnicismos prometen que el municipio que sea el afortunado en ser tocado por la varita mágica que todo lo arreglará, será “visible” en el mapa turístico, podrá acceder a recursos federales para desarrollar proyectos de infraestructura y tener un ordenamiento.
Al final de sus conceptos engañosos y vacíos, llega un vislumbro de verdad cuando afirman que las ventajas de ser nominado Pueblo Mágico, “reactivará la economía local con nuevos hoteles, hostales, restaurantes, atracciones y un mayor número de visitantes.”
Usted dígame estimado lector, si por algún lado le ve a esta lógica la conservación ambiental, el respeto al territorio, a las comunidades y un crecimiento planeado, ordenado y delimitado. ¿Dónde queda la protección de estos lugares tan bellos contra la voracidad, el crecimiento sin planeación, el abuso de los recursos naturales y la descomposición del tejido social de las comunidades originarias? ¿En qué parte se les consulta a los habitantes o se les escucha primero en asambleas?
Desde mi punto de vista y para garantizar que estas demarcaciones conserven su herencia histórica, cultural y natural; sus diversas expresiones a través de su patrimonio tangible e intangible; sus atributos únicos, simbólicos, historias auténticas, hechos trascendentes, cotidianidad y belleza natural, la clasificación de Pueblos Mágicos o Patrimoniales no tendría por qué estar en manos de la Secretaría de Turismo sino del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el INAH.
Creo que en la Cuarta Transformación se deben hacer las cosas desde una nueva perspectiva que en teoría incluiría que el discurso del fomento al turismo dejara de engañar con el cuento de que la modernidad y el progreso se logrará atendiendo primero a las motivaciones y necesidades de los viajeros por la derrama económica que esto acarrea para empresarios y políticos locales corruptos. Así como privilegiar los negocios de los residentes extranjeros quienes se convierten (como resultado ya no de magia sino de un caldero de brujas) en ciudadanos de primera antes que las mismas comunidades originarias.
Pero como dice el presidente Andrés Manuel, no cabe duda que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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