La derecha vive un conflicto existencial que pareciera impedirle ver hacia adelante. Su nostalgia por el pasado y su desprecio por la historia le crean un choque en la personalidad en lo individual y en lo ideológico en lo general, que desde principios del presente siglo los tiene carentes de visión, reacción y conciencia sobre el presente, lo cual incremente su sempiterna incertidumbre sobre el futuro.
Enemigos de la igualdad y de los cambios, la derecha se muestra ahora en México reacia a la transformación de manera automática, sin reflexión alguna, lo cual los muestra cada día más extraviados. Sus contenidos en los debates parlamentarios expresan una disociación con la realidad que pareciera tratarse de recién llegados de otro planeta. Incluso, su raciocinio está en duda, y hasta su salud mental.
Esta disyuntiva que en el pasado no quisieron fortalecer, ahora los exhibe como atrapados en un tiempo que perciben pero no entienden, que les lastima pero desconocen la razón, que los desplaza pero no tienen conciencia de que su pensamiento se quedó en el pasado. No quieren aceptar que estorban en el presente y prefieren suspirar por el pasado.
Es por eso que la izquierda se nutre de los rechazos, no de las ideas propias, está contra el arbitrio, la inmigración, la equidad de género, la soberanía, el nacionalismo, la igualdad entre los seres humanos, etc. Está a favor dela monarquía de cualquier país, de la supremacía blanca, de la sumisión a otros países, de la libertad de empresa, etc.
Es decir, hace de una opinión individual una consigna partidista en un constante esfuerzo por convertir sus creencias cotidianas en ideología. De ahí sus contradicciones que chocan en la percepción de la población mexicana. Pr ejemplo, están contra lo que llaman la militarización del país, pero quieren que los militares de Estados Unidos entren a nuestro territorio en busca de narcotraficantes; dicen estar a favor de la vid y en sus gobiernos reprimieron, asesinaron y desaparecieron personas; aseguran estar a favor de la libertad de expresión y tienen columnistas mentirosos a sueldo.
La identidad de la derecha en México está borrosa, como la imagen de una fotografía mal tomada. Esta indefinición los identifica y es expuesta en cada declaración de sus integrantes, de tal manera que se convierten en sus peores enemigos. Las apariciones de sus plañideras en las cámaras atentan contra las simpatías de su partido y no llegan a hacer el mínimo daño al contrincante; al contrario, se muestran ansiosos por ser escuchados a través de gritos e insultos. Quieren hacer de la espectacularidad una forma para denunciar y sólo logran colocarse en la línea de fuego de las críticas ciudadanas.
Su condición de católicos no les permitía crear un partido basado en la religión, por el riesgo de parecerse a los criterios y debieron conformarse con hacer activismo contra el comunismo porque aseguran y siguen asegurando, que quema curas y templos.
La identidad de la derecha en México no encontró asidero válido porque sus valores desde la primera mitad del siglo pasado, ya pertenecían al pasado. Eran pieza de museo. El desarrollo de los conservadores se fue frivolizando hasta considerar que su ideología se basaba en el aspiracionismo, si quieren vestir con ropa de marca y tener automóvil del año y una residencia voten por la derecha. Los demás son pobres y los ricos son mejores y superiores.
Esa es la identidad que transpiran y en la que basan sus discursos, debates, peroratas y hasta en la sobremesa. Su identidad está tan extraviada que intentan adoptar a la sociedad civil como parte de sus simpatizantes, aludiendo a sus filas a los financiadores de sus militantes y mecenas, como es el caso de las agrupaciones de Claudio X. González. Pero lo cierto es que la sociedad civil demostró no votar por ese partido, que estuvo siempre lejos de la población.
Así, la falta de identidad de los panistas surgidos de una contra propuestas, con objetivos de contrapeso en lugar de ideología muestra su pobreza política en medio de un proceso creciente de politización social.
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