La medicina en el neoliberalismo: El caso de los médicos cubanos

Colaboración especial de Laura M. Hernández Aguilera

Cumplía yo alrededor de 7 años cuando ya tenía la inquietud infantil por la medicina y la ilusión de llegar algún día a ser médica. El “maletín de Doctor” de “juguetes mi alegría” era un “básico” en mis preferidos.

Con los años, se fueron “puliendo” cada vez un poco más los motivantes y las razones para tal inclinación. Desde “el deseo por ayudar a los demás” –(sueño que compartimos muchos de mis colegas durante nuestra formación y que seguimos compartiendo aún)-, pasando también por la intensa curiosidad por conocer más a fondo los mecanismos biológicos, fisiológicos y celulares intrínsecos al funcionamiento maravilloso del cuerpo humano. Y en mi caso durante mi formación también como médico psiquiatra el deseo por descifrar los secretos maravillosos inherentes a la mente humana, además de muchas otras ilusiones personales y colectivas.

Fue así como ingresé a estudiar medicina a la Facultad de Medicina de CU en el año 2000.

Quizá a l@s lector@s les parezca difícil de creer; pero lo económico no era mi inquietud principal ni la de much@s de mis compañer@s de generación a los que aprecio mucho y con l@s que hasta la fecha tengo buena relación. Nos impulsaban otros intereses, un tanto más cargados de sensibilidad y empatía con las personas necesitadas de atención médica y con los dolientes.

Sin embargo 36 años de doctrina neoliberal han tenido repercusiones negativas en cualquier ámbito, en cualquier gremio, en la ciencia, en el campo científico, en el técnico y en las humanidades. En absolutamente todo, donde la medicina no es la excepción.

Con el transcurrir del tiempo de nuestra formación académica me fui percatando que aquello que decíamos al ingresar a la Facultad sobre el deseo de ayudar a los demás, en algun@s compañer@s empezaba a quedar en segundo plano, pues si bien es cierto que nuestra labor constituye también tener derecho a una remuneración por prestar nuestros conocimientos en salud al servicio de los demás, aquella mística se ha ido perdiendo.

Yo recuerdo que desde que era estudiante, la materia de “Salud pública” (colectiva) no tenía la misma importancia en nuestra currícula como todas las demás materias, y por ende no se le prestaba mucha atención ni interés a tan importante disciplina de la medicina, ya que es a través de ésta (entre otras materias) que podemos comprender mejor nuestro entorno social, así como las diferentes problemáticas regionales en materia de salud, el déficit de recursos humanos per cápita enfocado al cuidado de la salud, el déficit de infraestructura de servicios de primer, segundo y tercer nivel de atención, problemáticas relacionadas al abastecimiento de insumos, el análisis de las políticas públicas implementadas todos estos años y sus comparativos para poder realizar ejercicios de reflexión con el alumnado sobre cómo mejorar estas políticas públicas para resarcir rezagos históricos, etc.

En resumen puedo decir que de las materias que pudieran proveernos de mayores herramientas educativas durante nuestra formación académica para reforzar la sensibilidad y el compromiso social de los estudiantes de medicina simplemente están casi ausentes, puesto que no hay aprendizaje significativo en materia del derecho social a la salud, no hay análisis, cuestionamientos ni reflexión de nuestras diversas realidades y de nuestro papel como médicos en ese contexto social. Realizar en el día a día estos ejercicios de análisis y discusión crítica y aprender de ellos implicaría también aceptar que NO podemos juzgar esas realidades desde una condición de privilegio, y es esta doctrina neoliberal la que se ha encargado de que los individuos (incluyendo los médicos) asuman dicha condición de privilegio como un derecho individual y/o familiar y no como un derecho colectivo para poder tener todos las mismas oportunidades.

En el contexto de desigualdad social que vivimos, el Sistema de Salud en México también enfrenta un problema mayúsculo por el desmantelamiento que sufrió todos estos años por parte de gobiernos neoliberales, durante los cuales se fue favoreciendo su privatización.

Tenemos un déficit de 200,000 médicos en todo el país y sólo contamos con 135,000 médicos especialistas. De los cuales el 40% ejerce en las grandes ciudades (CDMX, Guadalajara y Monterrey) lo que significa que el resto del país sólo cuenta con una tercera parte de los médicos que necesita.

La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto esta terrible problemática a la luz de todos los que desconocían la gravedad de la situación.

Debido a este déficit de médicos especialistas en todo el país se tuvo que contratar a miles de médicos generales para apoyar en la atención de la pandemia y también miles de médicos cubanos acudieron en apoyo solidario a nuestro país como lo han hecho a lo largo de la historia en muchos países del mundo. Por ende su experiencia y compromiso es invaluable, y sin embargo hubo “voces” que se opusieron y censuraron este hecho sin argumentación inteligente, sólo promovieron los discursos de odio y xenofobia selectiva por tratarse de médicos de nacionalidad cubana, lo que denota la carga ideológica.

Asimismo, el Gobierno de México tuvo que implementar muchos otros planes emergentes de atención a la pandemia en muy diversas vertientes y con un tiempo muy corto; y en mi opinión personal lo hizo de manera muy responsable, ética y con decisiones tomadas a partir del análisis técnico-científico riguroso y profesional por parte de todo el equipo de Salud a pesar de que much@s lo sigan denostando.

La realidad es que hoy por hoy nuestro país es el segundo lugar en dosis de vacunas administradas en América Latina y el Caribe y ocupa el lugar 12 a nivel mundial, y aunque duelan mucho las comparaciones en relación a los fallecimientos por Covid-19, México se encuentra por debajo de los Estados Unidos (donde se ha superado ya el millón de fallecimientos) y por debajo de países como Brasil, India y Rusia según datos de Statista Research Department al 20 de mayo de 2022.

Sin embargo, lejos de reconocer los avances que ha alcanzado nuestro país en esta y otras materias, el tema de “tendencia” en redes sociales vuelve a ser el de “los médicos cubanos contratados para ir a la Sierra de Guerrero” y la respuesta enardecida contra el gobierno por este hecho.

¿Porqué como médic@ me voy a oponer a que otros médicos (de la nacionalidad que sean) realicen las actividades que como médicos mexicanos muchos no quieren realizar?

No se puede decir que se hace “crítica” cuando lo único que predominan son los discursos de odio y xenofobia selectiva (anti cubanos, venezolanos y todo lo que para la oposición tenga “tintes de izquierda”, “comunismo”, “chavismo”, “castrismo”, o todo lo que consideren un régimen “antidemocrático” según sus parámetros retorcidos e hipócritas).

No podemos criticar algo si no tenemos los elementos en la mano para hacerlo. Quienes no son médicos difícilmente conocen las problemáticas a las que nos enfrentamos, y aunque la “crítica” venga de l@s propios médic@s debemos entender que la denostación visceral NO es crítica.

La crítica no es hablar por hablar. Es poner los elementos sobre la mesa, analizarlos, cuestionarlos pero sobretodo PROPONER SOLUCIONES Y COMPROMETEROS A SER PARTE DE LAS SOLUCIONES.

Hace unos días se viralizó en redes sociales un video de Tik Tok donde una médica identifcada como la Dra. “Ana Ceci” cuestionó que se fuera a contratar a médicos cubanos “habiendo tantos médicos mexicanos que buscan una plaza y no la obtienen” ..sic. Dicha publicación la replicaron muchos médicos y personajes políticos y de la llamada “oposición”.

Pasados los días fuimos conociendo que la Dra. Ana Ceci cuyos apellidos son “Jara Etinger” es egresada de la Universidad Autónoma de Guadalajara (que se precia por ser la primer Universidad Privada de México y en cuyos documentos básicos define la RESPONSABILIDAD SOCIAL como “compromiso de las empresas con el bien común”…

Ahora sabemos que esta Dra hizo públicos sus cuestionamientos por razones ideológicas e intereses políticos, pues es hija del ex gobernador interino de Michoacán Salvador Jara quien desfalcó las arcas del Estado por 1300 mdp, mismo que fué ex Rector de la Universidad Nicolaita donde impuso cuotas obligatorias y endeudó a la institución. Otro cargo que ostentó fue como Sub secretario de Educación Pública por 3 años y cometió la “puntada” de “subirse” asimismo de categoría profesional para obtener una mejor mejor jubilación (información tomada de la columna de Fabrizio Mejía Madrid del 19 de mayo 2022).

Yo me pregunto: ¿a qué se compromete la Dra. “Ana Ceci” desde la comodidad del Tik Tok y de su consultorio de Polanco?

¿Está ella dispuesta a irse a la sierra de Guerrero a atender a la gente que lo necesita?

¿Existiría la misma crítica si los médicos contratados fueran alemanes o suecos o “gueritos” de cualquier parte del mundo?

¿Qué tanto influyen las fobias políticas al régimen cubano para censurar que sus médicos acudan en apoyo a nuestro país?

¿Porqué el dogmatismo ideológico de los “críticos” más beligerantes a la llegada de los médicos cubanos no les permite ponderar entre sus filias y fobias y privilegiar el interés común y el bienestar de México?

Y respondo: Es FALSO lo que asevera esta doctora de que “no se dan plazas a médicos mexicanos”. La realidad es que las plazas año con año están ahí y NO se ocupan porque much@s médic@s NO las quieren tomar.

Por experiencia puedo decir que trabajé poco más de 8 años en Ciudad Juárez, una ciudad a la que por motivos de la terrible violencia que propició el régimen de la guerra Calderonista nadie quería ir a ejercer la profesión.

De los 13 médicos psiquiatras de mi generación titulados por la UNAM (formados en 2 sedes académicas distintas del IMSS en CDMX), sólo un compañero y yo tomamos la plaza y asumimos el riesgo y nos fuimos. Había y sigue habiendo mucho que hacer en materia de salud mental en una ciudad tan lastimada y la gente requiere de nuestros servicios en todos los rincones del país.

Todos los demás compañeros en aquel entonces se quedaron en la Ciudad de México y poco a poco se fueron colocando en alguna institución pública o se dedicaron exclusivamente a la atención privada del área conurbada o ambas (dentro de lo poco que pude saber después). Es decir, de 13 psiquiatras sólo nos fuimos 2 a ocupar las plazas disponibles en Ciudad Juárez.

Y con este ejemplo sólo estoy hablando de los especialistas en Psiquiatría que formó la UNAM en el IMSS en aquel año de 2012, pero este escenario se reproduce para todas las especialidades en todo el país en todas las instituciones de salud.

Es un hecho que la violencia es un tema importante a resolver, pues los médicos requerimos garantías de seguridad para poder realizar nuestro trabajo en cualquier lugar y más en condiciones adversas o comunidades alejadas, pero también es un hecho que much@s médic@s no están dispuestos a irse a lugares alejados o comunidades rurales y pobres donde hay tantas necesidades de atención a prestar sus servicios por preferir la comodidad de las grandes ciudades y/o la cercanía a sus lugares de origen.

Otra situación igualmente preocupante es que actualmente hay un problema mayor de renuncia de médicos a las Instituciones Públicas de Salud. En el tiempo que llevo yo en el hospital actual donde laboro, en un periodo aprox de 1 año ya han renunciado tres médicos especialistas.

Las razones no las conozco pero las puedo inferir y pueden ser muy diversas, lo cual también es motivo de análisis en otro artículo, pues este tema da para mucho más y no es el objetivo en este momento, pero sin duda es otro lado de la “cuadratura del círculo” que tenemos que reflexionar y abordar.

En resumen la realidad es que la gran mayoría de l@s médic@s no quieren abandonar su zona de confort lo cual estrictamente hablando pudiéramos decir que también es un derecho pero por vocación de servicio tendríamos que replantearnos uno de los temas ya tratados: la sensibilidad social.

Por lo tanto en mi opinión se requiere fomentar la sensibilidad y el compromiso social a las futuras generaciones, así como crear algunos incentivos para poder retener a los médicos que sí tomamos esos riesgos (mayores facilidades para acceder a una vivienda, mejorar la seguridad, el transporte, y la infraestructura social en los lugares a donde llegamos a trabajar para permanecer más tiempo en esas comunidades o ciudades y hasta pensar en echar raíces a largo plazo), lo cual garantizaría una mejor distribución de los médicos a nivel nacional.

Mientras tanto: bienvenidos todas, todos y todes los médicos cubanos a nuestro país.

Quienes desde el odio y la mezquindad rechacen la ayuda que el noble pueblo cubano y sus médicos puedan aportar a nuestro país es porque desprecian a México, a los pueblos hermanos de América y a quienes no piensan como ell@s. La salud es un derecho, no un privilegio.

¡¡Viva la libertad, viva la transformación, viva México, viva Cuba!!

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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