Dentro de las preguntas existenciales sobre por qué estamos vivos, siempre se ha dicho que cada vida tiene una razón de ser, aunque a veces entenderlo sea complicado. Hace una semana, Claudia Sheinbaum asumía la presidencia de la república, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar ese cargo; sin embargo, ese logro no habría sido posible sin la lucha incansable de miles de mujeres como Ifigenia Martínez, una mujer excepcional que falleció habiendo sido testigo del fruto de sus esfuerzos.
Ifigenia, a lo largo de su vida, encarnó la lucha por la democracia, la equidad y el avance de las mujeres en la política. Fue pionera en la defensa de los derechos de las mujeres, no solo desde las trincheras del activismo, sino también desde los espacios institucionales que fueron históricamente vedados para las mujeres. La llegada de Sheinbaum al poder no es más que un paso en el camino que mujeres como Ifigenia comenzaron a trazar desde hace décadas.
El primero de octubre de 2024, Ifigenia Martínez estuvo presente junto a dos figuras clave en la historia reciente de México: Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum. La emoción y alegría que irradiaba era imposible de ignorar. La vida le dio el privilegio de ser testigo de un momento que, en muchos sentidos, ella misma ayudó a construir con su lucha por una nación más justa e igualitaria.
Ifigenia enfrentó obstáculos, resistencias y descalificaciones a lo largo de su trayectoria, pero jamás claudicó. Como una verdadera guerrera, quiso estar presente en ese hecho histórico, consciente de que sus esfuerzos habían dado fruto en una generación que recoge el estandarte de su lucha. Su perseverancia es un recordatorio de que cada avance que hoy celebramos tiene detrás a muchas mujeres que, como ella, no dejaron que las adversidades las detuvieran.
La relevancia de Ifigenia Martínez en este momento no puede ser subestimada. Su trabajo incansable abrió puertas para que otras mujeres pudieran soñar con posiciones de poder, desde un espacio que ella misma ayudó a conquistar. Si hoy México tiene a su primera presidenta, es en gran parte gracias a su legado, a su firmeza y visión de un país en el que las mujeres tienen un rol protagónico en la toma de decisiones.
La historia de Ifigenia nos recuerda que el cambio es gradual y que las grandes transformaciones no ocurren de un día para otro. Cada paso hacia la equidad es resultado del sacrificio y la constancia de quienes, como ella, no temen soñar con un futuro diferente. En Claudia Sheinbaum, encontramos no solo a la primera presidenta de México, sino el reflejo de esa larga lucha por la igualdad.
El fallecimiento de Ifigenia poco después de ver a Sheinbaum asumir el poder es un cierre simbólico de una etapa, pero también es el inicio de otra. Su legado sigue vivo en cada mujer que hoy aspira a cambiar su realidad, a alzar la voz y a ocupar el espacio que históricamente les fue negado. Ifigenia Martínez nos deja con la certeza de que su lucha continúa en cada una de nosotras.
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