Drones baratos, inteligencia artificial, armas hipersónicas, computadoras cuánticas, ciberataques y satélites armados son apenas el inicio. La guerra del futuro será instantánea, invisible y global. Así lo advirtieron ministros y generales en la Cumbre de Seguridad Asiática Shangri-La 2025, donde quedó claro que los conflictos ya no se declaran: emergen, se infiltran y destruyen sin previo aviso.
La inteligencia artificial ya redefine la toma de decisiones en combate, mientras enjambres de drones autónomos y armas guiadas por datos permiten ataques precisos a bajo costo. En paralelo, el espacio y los fondos oceánicos —zonas sin regulación internacional— se convierten en frentes de batalla clave. Cables submarinos que sostienen internet y satélites de navegación son vulnerabilidades críticas.

La computación cuántica, aunque aún experimental, promete cambiar las reglas: romperá sistemas de cifrado, inutilizará redes enemigas y generará una nueva era de espionaje absoluto. Se anticipa una disuasión silenciosa basada en el control de la “información total”. Ganará quien se adapte más rápido, no necesariamente quien tenga más armas.
Sin normas globales claras, la superioridad tecnológica puede traducirse en caos. El riesgo de guerras entre máquinas, ataques imposibles de atribuir y decisiones automatizadas fuera de control preocupa a expertos. “La línea entre paz y guerra es cada vez más difusa”, concluyen los líderes reunidos en Singapur. La soberanía ya no solo se defiende en tierra: también en los datos, los algoritmos y la nube.
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