La reciente renuncia del primer ministro de Canadá ocurre en un contexto internacional marcado por el regreso de Donald Trump como presidente electo de Estados Unidos. Desde su victoria, Trump ha retomado su estilo provocador, lanzando ataques no solo contra sus rivales internos, sino también contra sus vecinos. Su reciente declaración sobre transformar el Golfo de México en el “Golfo de América” es un ejemplo del tono imperialista que caracteriza su discurso.
En Canadá, las tensiones con Trump parecen haber influido en la decisión del primer ministro, evidenciando cómo la presión externa puede minar la estabilidad política de un país. Sin embargo, en México, el panorama es diferente. Desde su llegada a la presidencia, Claudia Sheinbaum ha enfrentado embates similares, pero su liderazgo ha demostrado fortaleza ante la intimidación externa. En lugar de ceder, Sheinbaum ha reafirmado la soberanía nacional y ha mantenido un discurso firme contra cualquier intento de intervención o subordinación.
Lo verdaderamente alarmante no son las palabras de Trump, sino la respuesta de sectores de la derecha mexicana, que lejos de condenar estas declaraciones, las celebran como una suerte de alineamiento estratégico. Políticos y figuras públicas han mostrado una preocupante complacencia hacia ideas que claramente vulneran la soberanía de México, priorizando sus intereses políticos y económico sobre el bienestar y la dignidad del país.
Mientras Canadá enfrenta las consecuencias de las presiones externas con la renuncia de su primer ministro, México se encuentra en una encrucijada: o se defiende la soberanía con una postura unificada, o se cede ante un discurso imperialista que amenaza con desestabilizar la región. Claudia Sheinbaum ha marcado un camino claro: la dignidad y el fortalecimiento interno son esenciales para enfrentar a un Trump que regresa con una agenda aún más agresiva.
La oposición en México debe preguntarse si su futuro político pasa por someterse a los designios de Trump o por construir un proyecto que realmente defienda los intereses del país. Lo que está en juego no es solo el orgullo nacional, sino el derecho de México a decidir su propio destino en un mundo cada vez más polarizado.
Afortunadamente, ese sector de entreguistas son una minoría con realidad alterada, lo que permite que el gobierno de Sheinbaum continúe estable; no obstante, es importante atender esa problemática y hacer valer la ley en contra de estos, porque como la mala plaga, puede propagarse.
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