De cara a la urgente situación de urgencia que atraviesa nuestra nación y su infinita destrucción que no termina por destruir nada, se vuelve necesariamente necesario realizar una cacería de brujas y quemar en leña verde a todo aquel que se niegue a pensar, actuar y seguir las directrices de los que piensan que deben pensar por el resto de los mexicanos, incluso cuando ese pensamiento sea opuesto a lo que se haya manifestado en las urnas. Por que una cosa es permitir que la gente vote, opine, respalde un proyecto político; y otra ꟷmuy diferenteꟷ que se haga aquello por lo que la gente votó, y que la gente respalda. La reciente aprobación en el Congreso de la Reforma Judicial es sólo una muestra de la imperiosa necesidad de iniciar con esta depuración que tanta tradición tiene en la derecha alrededor del mundo, pensemos en la Santa Inquisición, y por la que han clamado grandes mexicanos y mexicanas, desde el inmenso escritor Francisco Martín Moreno, hasta la senadora panista por Aguascalientes, María de Jesús Díaz Marmolejo.
Y es que resulta sencillamente inaceptable aceptar la tiranía de las mayorías, ese golpe de estado que la gente dio en las urnas y se ratifica con el actuar de diputados y senadores. Una democracia que este sometida a la voluntad de la mayoría es una dictadura que no entiende que la minoría privilegiada es la única que tiene derecho a imponer su voluntad sobre los demás. Es en ese sentido que las arengas a favor de ahorcar o quemar morenistas vivos en el Zócalo, o linchar a quien no votara en contra de la Reforma Judicial, cobran todo el sentido del mundo. Es decir, si la realidad, los intereses políticos, y el actuar de la mayoría no se ajusta a lo que piensa la erudita oposición mexicana, es necesario adecuar la realidad, los intereses políticos, y el actuar de la mayoría para que se ajuste a lo que piensa, quiere y necesita la nunca interesada en sí misma oposición mexicana. No importan las consecuencias, no importa que esa depuración devenga en lo que devenga ¡Antes que los intereses individuales de políticos egoístas como Yunes o Barreda, están los interés egoístas de toda una clase política que lleva años sacando provecho de su posición y haciendo negocios con el país!
No podemos permitir que se destruya lo que tanto trabajo tomó construir, que se violente la estabilidad de las instituciones que garantizan que el que paga más tenga mejores condiciones de vida que el que no puede pagar, que se haga añicos el entramado político legal que permite lucrar con los recursos del país y los destinos de sus habitantes. Si los cuatretros cuatroteros de la cuarta transformación y sus huestes de simpatizantes no entienden que estas instituciones y su funcionamiento clasista resulta vital para la supervivencia de la clase privilegiada, es problema de ellos, pero no por eso deben afectar a la minoría rapaz que se siente dueña del país. La democracia sería mucho más sencilla si cada uno votara como debe votar y no como quiere votar, si bajo amenaza de ser linchado, ahorcado, quemado, fusilado, etc. votara como se le indica y no como piensa. La simulación democrática deja de tener sentido cuando deja de ser simulación, cuando la gente puede incidir en el fiel de la balanza, cuando puede apoyar proyectos que los beneficia. En ese momento, cuando la simulación llega a su fin, la democracia se convierte en totalitarismo, un totalitarismo aplastante, arrollador, y democrático.
Entrados en gastos
No se confundan, las invitaciones a quemar vivos o linchar y agarrar “a chingadazos y que le den con todo al que no vote contra esta reforma”, no son invitaciones a quemar vivos o linchar y agarrar “a chingadazos y que le den con todo al que no vote contra esta reforma”. No. Se trata de simples metáforas literarias (Martín Moreno dixit) que únicamente buscan invisibilizar y excluir “si es posible desaparecer” a quienes piensen diferente a la minoría privilegiada y las huestes aspiracionistas que sueñan que son privilegiados. Si la gente no se da cuenta que la democracia es un recurso de legitimación de lo ilegitimo para beneficio del capital y sus esbirros, entonces no tiene caso que participen del recurso de simulación democrática y “cuando menos metafóricamente” habrá que lincharlos.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
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