Este 15 de septiembre en el Zócalo capitalino, desde temprano el ambiente era festivo y alegre. Llegó gente a celebrar de todos lados de la República y de Estados Unidos, todos pasaron la revisión de seguridad. Eran las dos de la tarde y poco a poco la plancha se comienzó a llenar. Los colores patrios estaban por todos lados, la decoración y las luces de los edificios históricos era sin igual y se podían ver los rostros blancos de neón de los héroes y heroínas que nos dieron patria.
Ya se escuchaban las pruebas de sonido del equipo del espectáculo estelar de Los Tigres del Norte, que seguro porque son residentes de San José California, es la razón del porqué se escuchaba música en inglés, cosa que a algunos no les parece apropiado para una fiesta mexicana. Pero sólo fue un momento y después fue puro silencio. A la gran fiesta del pueblo le faltó ser amenizada con música ranchera.
Fue una larga espera, mientras tanto la gente se distraía comiendo algo, haciendo ruido con matracas, sacando fotos, saludando a sus Youtubers que estaban presentes y trabajaban, hacían entrevistas, sacaban impresiones, comentarios y daban todos los detalles de este magno e histórico encuentro que se pudo transmitir a los ausentes.
Ni la llovizna ni el clima fresco pudieron contra la alegría de la gente cuando se oyó la primera canción del grupo musical consentido de México y de su presidente. Claro que no es lo mismo los tres mosqueteros que veinte años después, y el cantante desafinó pero requetebonito. No importa, la gente igual canta, baila, se quedan estáticos absorbiendo el momento.
Se vieron familias, parejas, turistas curiosos, grupos de jóvenes buscando desmadre, pero todos estaban tranquilos y milagrosamente no hubo empujones. El clímax del frenesí llegó con el mariachi Azteca de Oro y el ballet de danza folclórica “Así es mi Tierra” que hizo explotar el escenario con riqueza cultural y faldas multicolores. Suena fuerte y eriza la piel nuestra bella música que llega a lo más hondo del corazón.
Al dar por terminada la primera parte del concierto, Jorge Hernández el vocalista de la famosa agrupación norteña, lo hace un poco antes de tiempo, apenas eran diez para las once. En ese momento como por arte de magia, todo se volvió un silencio expectante, las cabezas se volteban todas al mismo tiempo y giraban del escenario en el lado de la catedral, para mirar de frente el balcón del Palacio Nacional.
Faltaban unos minutos para las once y se empezaron a escuchar porras, consignas como la de “Es un honor estar con Obrador”, ¡Presidente, Presidente! se canta el Cielito Lindo. En un respeto absoluto a la conmemoración, a los que los mártires de nuestra libertad, a los compatriotas alrededor y a su líder, el querido Andrés Manuel.
Los vivas y los mueras conmovieron a todos y se oyeron recio, con más ánimo que nunca. Es el fulgor de la esperanza de los mexicanos que creemos en un mejor futuro, en la Cuarta Transformación, en un jefe de la nación que cumple sus promesas, sencillo y congruente. Como la cara jubilosa de la señora bajita, con su bebe en los brazos que no puede ver mucho pero grita igual que su pareja, niños con sus padres, grupos de mujeres solas, señores de la tercera edad, todos tienen luz y confianza en los ojos.
Inmediatamente después, se vieron los juegos pirotécnicos más increíbles que la que escribe haya visto en su vida y éstos explotaron al ritmo de la música que con la canción emblemática de Guadalupe Trigo “Mi Ciudad”, iluminaron el cielo de una forma casi mística. La enorme bandera mexicana ondeaba contenta presumiendo sus intensos colores y escudo nacional.
Al término de la fiesta todos volvieron tranquilos y felices a sus hogares, seguros que hemos recuperado la patria, los héroes mexicanos y nuestro orgullo nacional.
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