El pasado 27 de mayo de este año, cumplió cien años de edad Henry Alfred Kissinger, quien fuera el Secretario de Estado estadounidense durante las administraciones de Richard Nixon y Gerald Ford, cuya sombra aun pesa sobre América Latina y el resto del mundo. Para un entendimiento en la mentalidad de Kissinger como estadista y estratega político, el Archivo Nacional de Seguridad (National Security Archive, en inglés) de la Universidad George Washington compiló un pequeño expediente de documentos descalificados por el Departamento de Estado estadounidense, en el que se registraron sus deliberaciones políticas, conversaciones y sus iniciativas por las que fue reconocido: la distensión con la Unión Soviética, la normalización de las relaciones de Estados Unidos con China, su papel como mediador entre Israel y Egipto al terminar la guerra del Yom Kippur y sobre todo su papel clave en los Acuerdos de Paz de París (1973) para retirar a las tropas estadounidenses al final de la Guerra de Vietnam, que le valió al Premio Nobel de la Paz.
Al mismo tiempo, documenta el lado oscuro de la controvertida imagen de Kissinger, por ejemplo: su papel en el surgimiento de la dictadura de Pinochet, su apoyo a las guerras sucias en América Latina y los bombardeos secretos de EE.UU. en Camboya, nación a la que acusaba de dar refugio a los guerrilleros comunistas de Vietnam. ¿Cómo afectaron sus políticas exteriores al presente?
A mediados de los años 70, la Guerra Fría entró en una nueva etapa que coincidió con cambios importantes en la economía mundial, el brusco tirón de los precios de las fuentes energéticas provocado por el golpe certero de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en el que no se exportó más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur, que enfrentaba a Israel con Siria y Egipto. Estados Unidos parecía encaminarse hacia la desestabilización al embarcarse en la Guerra de Vietnam (1955-1975), que desmoralizó y debilitó a la nación, entre escenas de disturbios y manifestaciones antibélicas. Por otro lado, surgió una ola de revoluciones por una extensa zona del mundo, en la que regímenes africanos, asiáticos e incluso latinoamericanos simpatizaron con el bando soviético. Sin embargo, con la indirecta participación de los Estados Unidos estos conflictos mediante una combinación de guerras locales en el tercer mundo.
Dentro de esta historia entra en escena nuestro protagonista Henry Alfred Kissinger. Nacido en el seno de una familia judía, en la ciudad alemana de Baviera de Fürth el 27 de mayo de 1923, que se vio obligada a emigrar a los Estados Unidos, huyendo de la persecución nazi en 1938. Obtuvo la ciudadanía estadounidense en 1943 y fue reclutado por las fuerzas armadas de aquel país para ser parte de la División de Inteligencia Militar, el cual desempeñó la misión de encargarse de tareas de inteligencia, es decir, recabar información y planear un uso adecuado de los recursos para llevar a cabo operaciones militares. Al final de la guerra, regreso a EE.UU. e ingresó becado a la Universidad de Harvard, donde se graduó en Ciencias Políticas, obteniendo una maestría y un doctorado. Su buena reputación académica le abrió las puertas a los grandes salones de la política cuando el presidente Richard Nixon lo nombró asesor de Seguridad Nacional en 1969 y luego Secretario de Estado en 1973.
Una vez llegado al Departamento de Estado bajo la administración de Nixon, dirigió las escaladas militares en Vietnam y Camboya. Pocos meses después de las mencionadas Conferencia de París, dio luz verde al golpe de Estado del general Augusto Pinochet en Chile, en el que la CIA desestabilizó a Salvador Allende, con el fin de evitar el ascenso de un gobierno “Pro-Comunista” o “Pro-Castro”, tal como describe uno de los documentos desclasificados. Desde sus estudios en Harvard, Kissinger se identificaba con personajes como Klemens von Metternich y Otto von Bismarck.
El primero fue el canciller del imperio austriaco que jugó un papel vital en Congreso de Viena (1814), en el que Europa fue reorganizada tras la derrota del emperador francés Napoleón Bonaparte en la batalla de Leipzig. Mientras que Otto von Bismarck, artífice de la unificación alemana en el Viejo Mundo, creó una serie de alianzas las cuales protegerían a Alemania de sus principales adversarios, Francia y Rusia. Kissinger se veía a sí mismo como el estratega de la hegemonía americana durante la Guerra Fría, pero él es un contrarrevolucionario con la capacidad de poner en cuestión el orden internacional revistiéndose de “un hábito conservador”. Hábil y cínico, de sus experiencias como agente de inteligencia militar y sus conocimientos de la política mundial formuló políticas que ayudan a explicar cómo este los Estados Unidos se mueve desde Vietnam a Irak.
En la actualidad, el político estadounidense ha estado retirado de la política por casi 50 años y ha sido por cuatro décadas el director de Kissinger Associates, una firma de consultoría geopolítica internacional con sede en la Ciudad de Nueva York, que ayudó a negociar el mundo en el que vivimos. Sin embargo, no sabremos lo que ha hecho en estas cuatro décadas Kissinger en esta empresa a diferencia de lo que sabemos que hizo cuando estaba en el poder entre 1969 y 1976, en Vietnam, Camboya, Angola, Mozambique y en América Latina. Ante una nación que se rehúsa a aceptar el fin de su dominio, el historiador Greg Grandin, autor del libro La Sombra de Kissinger, expresó que se cumpla el dicho para el estadista: “no hay mal que dure 100 años”.
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