En un acto histórico sin precedentes, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ofreció una disculpa pública en nombre del gobierno estadounidense por más de 150 años de abusos cometidos contra niños nativos americanos en los internados administrados por el Estado. Frente a una multitud de líderes nativos, sobrevivientes y sus familias en la comunidad india del río Gila, en las afueras de Phoenix, Biden reconoció los sufrimientos de miles de menores indígenas que fueron separados de sus familias, sometidos a abusos y forzados a olvidar sus raíces culturales y espirituales.
“Me disculpo formalmente, como presidente de los Estados Unidos, por lo que hicimos”, expresó Biden en una declaración que marcó un momento de reflexión y reconocimiento histórico. Con voz firme, pero visiblemente conmovido, añadió: “Deberíamos estar avergonzados”, ante la multitud que incluía a sobrevivientes de estos internados y a líderes religiosos de las comunidades nativas.
Un Sistema de Abusos y Pérdida Cultural
Durante más de un siglo, desde principios del siglo XIX hasta 1970, los Estados Unidos mantuvieron cientos de internados por todo el país. En estos lugares, miles de niños nativos americanos, a menudo huérfanos o separados forzosamente de sus familias, fueron objeto de un programa sistemático de “asimilación” cultural. En los internados, se les prohibía hablar sus lenguas nativas y practicar sus costumbres, mientras eran convertidos al cristianismo de manera obligatoria. Un informe reciente califica este sistema de internados como “un pecado en nuestras almas”, revelando que los menores padecieron abusos físicos, psicológicos y sexuales en estas instituciones.
Un Informe Que Revela la Oscuridad del Pasado
La disculpa de Biden llega tras la publicación de una investigación realizada por el Departamento del Interior, encabezada por la secretaria Deb Haaland, quien es la primera mujer indígena en ocupar este cargo. La investigación identificó 65 internados con tumbas señaladas y no señaladas, donde al menos 973 niños indígenas perdieron la vida debido a enfermedades, accidentes y maltratos.
Los hallazgos resaltan la magnitud de la tragedia y exigen la rendición de cuentas por parte del Estado. “Este reporte nos recuerda que la historia de nuestros pueblos originarios no debe ser olvidada ni silenciada”, declaró Haaland, quien ha liderado esfuerzos para obtener una disculpa y el reconocimiento de estos hechos.
Con estas palabras, Biden asume la responsabilidad de la nación en este oscuro capítulo de la historia estadounidense y reafirma el compromiso de sanar las relaciones con las comunidades indígenas, a quienes el Estado falló durante décadas.
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