La inteligencia emocional es definida por Castro y Cortés (2023, p. 3) como la “capacidad de reconocer los propios sentimientos al igual que los de otras personas, aludiendo a ellos con el fin de manejar las emociones tanto en las relaciones interpersonales como en nosotros mismos”, su artículo analiza cómo la inteligencia emocional permiten el desarrollo de habilidades sociales de niñas y niños en contextos escolares https://www.researchgate.net/publication/369319087_Influencia_de_inteligencia_emocional_y_habilidades_sociales_en_contextos_escolarizados_Revision_sistematica. La inteligencia emocional es una de las habilidades que más cuesta trabajo desarrollar en el marco de ciertos contextos que impiden a las personas a hacer consiente las emociones y sentimientos propios.
El manejo adecuado de las emociones y sentimientos permite mantener un abordaje pacifico para relacionarnos con los demás y una meta común como habilidad social y de aprendizaje. En los últimos días me ha llamado la atención la noticia sobre el feminicidio de Jalisco. Las imágenes son perturbadoras por la disputa y cómo terminó. Lo que me queda por reflexionar es cómo nos cuesta trabajo gestionamos el control de impulsos, cultivar las habilidades sociales, pero también se gesta una profunda irresponsabilidad que no nos permite reconocer nuestros actos.
Ahora que estoy tratando con jóvenes y hace años que estuve viviendo algunos meses en una ciudad alejada, me di cuenta de que las generaciones comienzan a tener mayores dificultades para reconocer sus emociones y hacerse responsables por ellas. La reacción violenta suele ser la respuesta más frecuente. En el caso Karla, una mujer que terminó asesinada después de agredir el automóvil de un hombre que se presume era su pareja sentimental, es una muestra de ello. El 14 de julio de 2025 por desgracia circuló el video donde se ve cómo la mujer el auto en la calle. Y no me malentiendan, estamos hablando de la falta de control incluso de ella.
No se puede comparar el arrebato de dañar una pertenencia al hecho de ponerle fin al suceso a través del asesinato, pero en ambos casos observamos una imposibilidad de límites, de control de las emociones, de resolución de conflictos y una incapacidad de toma de decisiones. Se produce en ambas partes con sus extremas diferencias. Estos elementos involucran la incapacidad de control emocional y tal parece que este ejemplo y otros nos muestra que nos hace falta desarrollar más esta habilidad.
Me gustaría agregar el caso de Ximena Pichel, mejor conocida como “Lady racista”, es otro ejemplo de cómo la imposibilidad de controlar las emociones propias hace tomar decisiones de las que, cuando se experimentan las consecuencias, puede devenir un arrepentimiento; quizá sólo por la exposición mediática. Y si seguimos buscando tenemos ejemplos numerosos, pero ¿cuál es el sentido de colocarlos aquí? Poder hacer un llamado a la intervención psicosocial, existen condiciones sociales que hacen muy complicado brindar atención y seguimiento, pero habría que generar la estrategia.
Las emociones parecen estar cada vez más desbordadas, sin una identificación, sin un reconocimiento y denominación precisa. He notado que, en una buena parte de la población, ya sea infantil o adulta, que es con quien tengo un poco más de contacto, hay una falta de identificación y gestión de las emociones. No sabemos que éstas son procesos naturales que requieren de nuestra atención para aprender a desarrollar estrategias de control. No colocamos límites claros entre las emociones de uno y las de los demás; en buena parte de niños y adultos se considera que el fin único de las emociones propias es sucumbir a su explosión sin considerar las consecuencias y esto escala hasta llegar a ciertos actos lamentables.
Las relaciones interpersonales son complejas, pero podemos generar un proceso de capacitación, gestión y control de las emociones propias con el objetivo de plantear relaciones más sanas. El reto está en trabajar de a poco, tanto en nosotros como en nuestras generaciones jóvenes. Es un quehacer que nos permite evaluarnos y considerar los cambios necesarios para desarrollar paulatinamente estas habilidades. También es necesario considerar que se cubran las condiciones contextuales, los límites son importantes y para los adultos éstos no van a consolidarse si no es a través de reglas y normas.
La aplicación de la ley es un aspecto fundamental para colocar una base con la que podamos trabajar. La “cultura de la corrupción” queramos o no aceptarla, es una enfermedad social que arrastra antivalores de las cúpulas a los espacios sociales más recónditos. La Nueva Escuela Mexicana se enfoca en este último punto, lleva a los salones de clase la posibilidad de una educación inclusiva, la construcción de paz y el reconocimiento de la importancia de fundamentos de la inteligencia emocional. Hagamos lo propio para trabajar de a poco y de forma colectiva en la reconstrucción del tejido social, es responsabilidad de todas y todos.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios