El periodista Ricardo Sevilla, en su reciente investigación, revela una alarmante percepción de inseguridad en Durango. Conversando con la población de la capital duranguense, se evidencia que el gobierno municipal no solo enfrenta problemas de corrupción, sino también una crítica inseguridad y pésimas condiciones de las calles.
Durante un recorrido en taxi, el operador compartió su perspectiva sobre la situación. Aseguró que, a pesar del discurso oficial de que Durango es un estado tranquilo, la realidad es muy diferente. “La tranquilidad es solo una fachada. La droga está presente, y todos lo saben”, afirmó.
El taxista destacó que las autoridades, incluyendo al presidente municipal y al gobernador, están al tanto del control que ejercen los narcotraficantes en la región. “El gobernador y el presidente municipal se reparten el pastel. Están bien pagados por el narco”, añadió.

Los testimonios de la ciudadanía reflejan un miedo palpable. Muchos evitan opinar por temor a represalias. “La gente no puede hablar porque tiene miedo al narco y a las autoridades”, comentó el taxista.
Además, la infraestructura de la ciudad deja mucho que desear. Las calles están llenas de baches y en mal estado. “Las calles están parcheadas, y el gobierno proyecta una imagen de una ciudad bonita, pero la realidad es otra”, explicó.
Durango necesita un buen gobierno que priorice el bienestar de la población y no esté atado al dinero del crimen. Lo que hace falta es valentía para enfrentar esta situación. Este análisis pone de manifiesto la urgente necesidad de un cambio en la administración local para mejorar las condiciones de vida en Durango.

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