Quienes insisten en consumir noticiarios del pasado se resisten no sólo a la verdad sino a la ruptura de sus símbolos. A pesar de que saben, de sobra, que les mienten prefieren creer que nada es diferente a lo ellos conciben desde siempre, que nada ha cambiado, que los signos que les dieron personalidad están intactos, cuando en realidad no es así. Esto es lo que les define como conservadores, conservadores duros y cerrados, cuyo mundo está destruido fuera de casa.
La esencia de los medios es algo que no por ser vital se dice continuamente, su misión principal radica en definir el tiempo y el lugar donde existen. Si un medio habla sólo del pasado se convierte en una revista de historia, si sólo habla del futuro se trata de una publicación de ciencia ficción.
Los medios y la educación privada no quieren definirse como habitantes del presente, no se resignan a concebir que hay un mañana diferente al ayer. Dicha condición sólo puede existir cuando se habla con la verdad, porque también ésta tiene tiempos. Decir que no se vacunen, por ejemplo, que fue consigna de la derecha internacional, no era una información que tuviera su origen en el presente sino en el pasado, entre otras muchas.
Heinz Bude señala: En la sociedad el miedo el campo de la educación es un espacio en donde el miedo se observa con claridad, ya que las clases medias descreen de la capacidad estatal para brindarle a sus hijos la mejor formación, el miedo al futuro es desconcertante”.
Las predicciones que hicieron prácticamente todos sobre la figura del actual presidente y, sobre todo en la campaña, que aseguraban que el peso se devaluaría hasta 50 pesos, pero nunca daban una explicación seria, el anunció del desempleo masivo que con insistencia aparecía en los medios convencionales como si adivinara el futuro.
Los medios se equivocan hasta en el pronóstico del tiempo cuando tratan de adivinar el futuro y pecan de ignorantes cuando hacen referencia a la historia, por su falta de conocimientos históricos. La mentira se vuelve atemporal cuando es eclipsada por el miedo y se convierte en referencia para instaurar el terror en la población, aunque desde el origen de dicha noticia la verdad esté ausente.
Durante la pandemia los medios convencionales revivieron hasta la peste negra, relacionándola con el Covid 19, como ejemplo de un retroceso en el tiempo y el evidente desconocimiento de la historia. La verdad es emisor y transmisor de la manipulación, en un círculo vicioso que intenta revivir lo muertos e impide que nazca lo nuevo.
Así, el miedo, se introduce en la información y termina por manipular conductas, inducir votos y posiciones ideologías, al mismo tiempo que el miedo caracteriza a la población para convertirse en posición política. Miedo a todo, pero sobre todo a los cambios.
El miedo a todo lo nuevo crea el terror a los cambios, como sucedía con las sociedades primitivas, que no podían explicarse el fuego, ni la erupción de los volcanes.
Para comprender una sociedad sirve analizar sus miedos, señala Heinz Bude, porque asegura que el miedo es un indicador hacia dónde se dirige una sociedad, el miedo marca la época donde existen.
Detrás del miedo al cambio está el símbolo que lo creó: miedo a la autoridad, miedo a dios, miedo a la transformación. La evolución de la especie exige una mutación de valores que son representados por símbolos en cada época. Al erradicar las causas del miedo, los valores se amplían, se colocan alas, se liberan paulatinamente de la prisión que sus conceptos encarcelan. De ahí que los símbolos se resquebrajan con los cambios.
Así, la información en México intenta evitar los cambios, sigue diciendo que todos son iguales y que nada cambia. Quienes los elaboran saben que no es cierto y quienes consumen esa información también, pero la herencia judío cristiana de tener fe, les obliga a no abandonar el conservadurismo que les da refugio y certeza a su existencia y seguridad a sus acciones.
La fe, según las religiones, es creer en lo que no se ve. Esta misma teoría, por llamarla así, se aplica en los medios de información convencionales, donde aprovechan esta herencia dogmática y la aplican a la costumbre de algunos de informarse a través de ellos, más por fe que por conocer la realidad.
Los medios ocultan los cambios. Hay orden de no cubrir informativamente los eventos de las diferentes secretarías de estado, a menos que sean pagados. Al hacer un hueco informativo borran el presente y fortalecen la inmovilidad.
Los símbolos de la habitual población en algunos medios convencionales, reproducen, en cada página, dogmas de fe porque afianzan en el poco público que les queda, su homenaje a lo viejo, tratando de decir que nada cambia y que de haber una transformación ésta sería para empeorar. Para los conservadores no hay vuelta al pasado, hay esperanza de volver al pasado.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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