Como si hiciera falta, Andrés Manuel termina su sexenio insistiendo insistentemente en la insistencia de insistir en culpar al pasado de todo aquello que no se hizo en su sexenio. Afirmando, una vez más, durante su último informe de gobierno, que “[…] todavía es notorio el atraso por el periodo en que el gobierno estuvo en manos de oligarcas que saquearon e impidieron el progreso con justicia de quienes vivimos en este paraíso llamado México”. Es notorio el atraso por el periodo que el gobierno estuvo en manos de oligarcas, los resultados de los mexicanos en las olimpiadas de Parías son culpa de los gobiernos del pasado, los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto son culpables de la violencia en el país. Todo, absolutamente todo tiene que ver con el pasado. Tenemos un presidente que ꟷpara molestia de nuestra noble oposición carente de noblezaꟷ no mira al futuro, habita en un presente que está concatenado al pasado. Un presidente incapaz de fantasear con un fantasioso futuro mejor y sin fundamento, sin posibilidades, sin nada más que velar por los intereses de la interesada clase privilegiada.
Sin importar los grandes esfuerzos pedagógicos de la comentocrácia al servicio de los intereses de quienes solo se interesan por ellos mismos, López Obrador se empeña en que el ser humano es un ser histórico y en que la sociedad es producto de las decisiones que tomó en el pasado. Se aferra a la obtusa idea de que en lo humano no hay nada que se de por generación espontánea, que todo es fruto de ese devenir en el que estamos insertos, de nuestra condición histórica y la condena del tiempo. Pareciera que prefiere vivir en el pasado, a encarar con valentía el futuro, hacer un par de decretos para motivarse, enfocar la mente y lograr objetivos que materialmente resultan inalcanzables. Nuestro presidente se niega a utilizar afirmaciones positivas que atraigan el éxito y prefiere vivir anclado en el tiempo, victima de las consecuencias de los acontecimientos pasados.
México necesita un presidente que entienda la entendida necesidad de mirar de frente el vacío del futuro. Un presidente dispuesto a construir castillos en el aire. Un presidente que no tenga miedo a romper retóricamente con el pasado, darle la espalda y seguir adelante ignorándolo por completo, como si nunca hubiera existido, como si uno pudiera ser y estar sin arrastrar consigo la forma en la que uno fue y estuvo ayer, hace un mes, hace un año, hace una década. Necesitamos un presidente libre de todo rastro anterior a él, un presidente que sepa que la única certeza que tenemos es la incertidumbre del futuro. De nada sirve voltear atrás, de nada sirve vivir en el presente, lo único que tiene sentido es habitar ese tiempo que no es, ni ha sido, habitar ese tiempo que no sabes si habrá de llegar. No entender esto implica no entender que vivimos en un mundo de posibles posibilidades para aquellos que tienen posibilidades. Implica vivir anclado a lo que se es y no a lo que se puede ser, a lo que hay y no a lo que puede haber, a lo que se tiene y no a lo que se puede tener. No tiene sentido regresar constantemente a un pasado que ya pasó, mucho menos cuando ese pasado no fue esplendoroso.
Entrados en gastos
Aferrarse al pasado, a lo que ya fue, no sólo bloquea la posibilidad de ser otra cosa que no se es, o de negar lo que somos. Estar atorados en una realidad material que nos determina y determina las posibilidades de lo que podemos determinar, es un terrible motivo de vergüenza para nuestra plebeya clase aristocrática llena de aspiracionismo, echaleganismo, y tarjetas de crédito con múltiples deudas. Resulta difícil presumir que uno es lo que realmente no es, resulta imposible dar la espalda a nuestra realidad, a lo que somos, a ese lugar del que venimos, carente de monarquías, ausente de noblezas, escaso de un pasado dinástico que nos garantice el privilegio de heredar un futuro privilegiado, cuando con tanta insistencia se insiste desde el gobierno en las consecuencias del pasado.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios