Francamente se necesitaría ser o muy ingenuo o demasiado iluso para pensar que MORENA perderá las elecciones en el 2024 como pretende hacer creer desde ahora la oposición. Sin embargo, ni el PRI ni el PAN son ilusos, tal vez pocas de sus huestes lo sean, pero las dirigencias de ambos partidos han recibido por parte de los millonarios asesores contratados para las campañas de desprestigio y la guerra sucia que suelen utilizar un diagnóstico claro: la escasa posibilidad de alzarse con el triunfo en el 2024.
Perfectamente tienen identificado que buena parte del futuro de la alianza bipartidista (el PRD no cuenta) dependía de los comicios celebrados el pasado 5 de junio y que, previo al 2024, tienen una aduana que atravesar, más que complicada llamada Estado de México. Elección que desde siempre y dada la población con posibilidades de sufragar, representa para unos la joya de la corona, mientras que para la alianza representa la posibilidad de contender, o al menos de incrementar el ánimo de los pocos seguidores que realmente les sobreviven más allá de las redes sociales.
Esa narrativa de poca imaginación enmarcada en el hashtag #HayTiro no pasa del discurso al que irán sometiendo a los cibernautas queriendo hacer creer que tienen elementos para ser competitivos en el 2023 y 2024 sin mencionar en lo más mínimo un programa de acción. Es decir: creen que la oferta hacia los electores basta con anteponerle una almohadilla y enmarcarla en una frase plagiada de los narradores de box sin que importen principios, programas o líneas de acción.
Lo anterior resulta por demás absurdo, ¿de qué sirven los millones de dólares gastados por la oposición en imagen y propaganda si estos, hasta el momento de poco o nada les han servido? La mezquindad, principal característica de la Derecha de este país, no le permite reconocer tres cosas claras: no pueden contra la figura de López Obrador, no representan una alternativa el electorado y, por último, se niegan a reconocer que una inmensa mayoría no sólo los rechaza, los repudia. Por esa razón, poco o nada alcanzarán a construir de cara a las elecciones en puerta: Coahuila donde seguramente ganará MORENA como señalan hasta el momento las encuestas y el Estado de México donde habrá una contienda poco más reñida pero con una ligera ventaja de MORENA como partido.
Lo interesante al menos en la entidad mexiquense radica en la capacidad que tenga el morenismo de elegir a un candidato competitivo que entienda los preceptos de la Cuarta Transformación, pero que, por encima de todo, tenga la capacidad de anteponer los principios y lo que está en juego por encima de los intereses de grupo. Y vaya que si de grillas e intrigas palaciegas se trata, los liderazgos en el EDOMEX se pintan solos. No por nada, en su inmensa mayoría provienen del perredismo y muchos de ellos actuaron bajo el deleznable cacicazgo. Tal vez la experiencia reciente de la elección en la Ciudad de México los invite a reflexionar en las posibilidades reales de perder si no logran salir en unidad más allá del discurso eterno. No debiera olvidar MORENA la penosa etapa para la designación de candidatos en Guerrero donde los intereses de unos cuantos que les gusta autodenominarse “intelectuales” y aliados con Lorenzo Córdova pusieron en riesgo la elección con los golpes bajos a Salgado Macedonio sin que les importara arriesgar la contienda.
Esa película la hemos vivido cantidad de veces, pero si bien es cierto que se da en todas las entidades, por supuesto que resalta más en el EDOMEX, ya que sin restar importancia a ningún Estado, es en esa entidad donde, por más que pretendan negarlo, siguen imperando los grupos que rechazan ser señalados como corrientes o tribus pero que en la práctica actúan como tal. Por eso se hace necesario que un liderazgo moral dentro de MORENA deje en claro cual es el verdadero objetivo y que éste no se reduzca a una elección en particular. Lo malo es que el primero que carece de dicho liderazgo es el propio presidente Mario Delgado. Pero más allá de Delgado, es más que necesario que la dirigencia, al menos la que ha intentado mantener una postura plural e incluyente y que no es sometida a las presiones internas, acelere el paso para construir militancia en cada rincón del Estado, sí esta logra concatenar sus esfuerzos con los de otros colectivos, incluso los que no militan en ese partido, generarán mayores condiciones de triunfo.
Para acabarla de amolar.
La elección reciente tiene dos sesgos señalados por todos pero atendidos por casi nadie, mientras que la oposición dice que no perdieron, dejando de lado cuando menos la autocrítica, los de enfrente tienden a asumir una postura soberbia, esa misma soberbia que desde tiempos del PRD decía que si ponías a competir una vaca, ganaba la vaca tan sólo por las siglas. Tanto unos como otros pueden llevar en el pecado la penitencia, si vemos las condiciones actuales en el Estado de México por ejemplo, obligadamente MORENA, primero tendría que definir qué personaje conducirá los destinos del partido. Quien tenga esa responsabilidad debe emanar de la lucha social, ser reconocido por una conducta intachable y, sobre todo, tener las agallas suficientes para no dejarse someter a la voluntad de los cacicazgos históricos de la región. Aquí lo malo es que no se ve por donde emane dicho personaje, pues ningún liderazgo en la entidad ha destacado por actuar de manera independiente sino a la sombra de la consigna de los caudillos. Ojalá pronto se tomen cartas en el asunto, pero no bajo la lógica que pregonan los fifís dentro del morenismo porque ¿para qué negarlo si los hay? Bien haría MORENA en revisar que, cuando menos en frente, alguien ya anda por ahí despilfarrando recursos con decenas de anuncios espectaculares que más que propaganda política, parecen anuncios noventeros del mundo Marlboro. Por cierto, ¿Cúal será el origen de los recursos para pagar dicha campaña en los que aparece Omar Ortega?
Luis Tovar
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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