“Me gustaría ahora que van a hacer manifestaciones que marchen ellos, los ministros, que defiendan sus privilegios, fuera máscaras, además sirve que les da el sol”. Así se refirió Andrés Manuel López Obrador en octubre del año pasado cuando los trabajadores del Poder Judicial de la Federación anunciaban paros en contra de la extinción de fideicomisos; ahora, en el marco de la discusión de la reforma judicial, aquellas palabras de AMLO fueron muy tomadas en serio por la ministra Norma Piña que decidió salir a las calles a marchar en protesta por la reforma.
Y qué bueno que las máscaras se despojaran (aunque a la fuerza) gracias al respaldo de una innegable mayoría de la población que exige la reforma al poder judicial, aunque con ello, acompañada de su derecho indiscutible a expresarse en las calles, la ministra Piña vaya dejando trozos de dignidad por el Paseo de la Reforma. Qué bueno y qué irónico resulta observar que se marche por la misma vía nombrada en honor a las reformas propuestas por Benito Juárez que cambiaron sustancialmente la manera de hacer política y que se convierten en uno de los sucesos históricos más importantes de la nación.
Pero en eso de quitarse la máscara la ministra se vuela la barda, no una, sino dos veces: La primera cuando sale a sumarse a las manifestaciones en San Lázaro en contra de la reforma pues esa acción más la larga cadena de “tuits” bastante ridículos, terminan por evidenciar que sólo defiende exactamente lo que se critica por la mayoría, nada más que la corrupción y los privilegios bastante documentados hasta el momento. Dos publicaciones en particular llaman la atención, el primero a pocas horas de haberse aprobada la reforma “Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno” y el segundo: “Nuestra historia no se puede definir a partir de la narrativa fácil de que todos los problemas de Seguridad y Justicia en el país son culpa de los jueces, quienes así lo crean no conocen México”. Se vuela la barda de plano, pues lejos de aceptar que el momento histórico le exige tomar la batuta y construir una nueva imagen del poder judicial desde su propia responsabilidad, opta por abonar a la cerrazón que la coloca en representación de ese sector político rechazado por la sociedad aliado históricamente a jueces y magistrados corruptos. Al final, pobre destino enfrentará la ministra pues tenía frente a sí la oportunidad de ponerse al frente de la reforma para perfeccionarla y decidió dar la espalda a la exigencia popular. La segunda: ¿Invitar a AMLO a dialogar frente a frente? ¡Carajo! Quiere decir entonces que a la fecha, ya con la aprobación sigue sin entender que el presidente, con todo y su investidura, sólo fue el portavoz de la gente que ha sido maltratada por la injusticia desde hace muchos años.
Pero en fin, como dijimos anteriormente, no había paro que valga, la reforma iba y fue, y hoy es una realidad, no, no es un regalo para AMLO como dicen las opiniones reduccionistas, al contrario, se convierte hoy en el primer paso hacia una nueva era donde se podrá vigilar de cerca la actuación de los impartidores de justicia.
Con Sheinbaum a punto de erigirse como la primera presidenta de este país, con la reforma al poder judicial hecha realidad y con la expectativa del comienzo de un país más próspero y justo para todas y todos, nos vemos el 15 de septiembre a despedir a Andrés y decirle: gracias por todo enalteciendo el grito que nos acompañó desde el año 2 mil: “Es un honor estar con Obrador”
¡TODOS AL ZÓCALO!
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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