Fuego amigo ni tan amigo

Opinión de Pablo Ocampo

Es innegable que en México existe una diversidad músico-cultural que se ha convertido en parte de nuestra identidad. Desde compositores de música académica, hasta autores de canciones de tipo más folclórico como Juan Gabriel, Armando Manzanero o el mismo José Alfredo Jiménez, se nos han legado obras que se convirtieron en parte de dominio popular, gracias a la pericia para manejar los versos y las vivencias cotidianas, como es el caso de la canción vernácula “No me amenaces”, escrita por el llamado rey de la música ranchera.

Si bien en la política siempre existen fricciones y constante golpeteo entre rivales, no es rara la vez que esta se dé al interior de un mismo movimiento, partido o entre miembros de un gabinete. Las rencillas que han surgido entre Layda Sansores, gobernadora del estado de Campeche y el Senador Ricardo Monreal, forman parte de la última de las rivalidades que vieron luz apenas estos días.

En el contexto de sus ya famosas conferencias nombradas “Martes del Jaguar”, la mandataria presentó al público un presunto intercambio de mensajes entre el mencionado legislador y el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, en donde se dejaba constancia, palabras más, palabras menos, del contubernio que existió entre ellos dos para que el primero pudiera ayudar al segundo en temas políticos; además, en su última edición, también sacó a la luz las propiedades que Monreal y su familia ostentan. La respuesta del legislador morenista no se dejó esperar y arremetió contra Sansores, culpándola de haber dado a conocer dicha conversación, amenazándola con presentar una denuncia en su contra por haberla divulgado.

A la par de dicho conflicto entre los dos personajes, integrantes del partido en el poder, se ha especulado durante semanas, sino es que meses, que el Senador estaría terminando su ciclo en MORENA para sumarse a las filas del partido Movimiento Ciudadano, como su posible candidato a las elecciones presidenciales del 2024 o como parte de una coalición entre los actuales partidos opositores. No es en vano que en medio de estas sospechas de su salida del partido del que es fundador, se exhiba dicha conversación con el mandamás del PRI, a la par de que sus adeptos, entre ellos Gibrán Ramírez, abiertamente monrealista, se encuentre en las antípodas del discurso oficialista del presidente López Obrador, criticando su mandato y a él mismo, cuando en el pasado fue un férreo defensor de este.

Además del enfrentamiento contra Sansores, el Senador ha acusado directamente a la jefa del gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, de ser la responsable de los ataques en su contra, llamando “jauría” a las personas que lo atacan en redes sociales y que supuestamente estarían mandadas por ella, para diezmar sus fuerzas de cara a las próximas elecciones federales. Entre tantos dimes y diretes, Monreal ha hecho lo propio para hacerse de enemigos con buena parte de seguidores del partido MORENA, que han visto en los esfuerzos del presidente de la JUCOPO en el senado, buscar más simpatías con el enemigo que con sus correligionarios, golpeando a gobernadores morenistas (está el caso también de Cuitláhuac García) e inquiriendo a través de sus seguidores, analistas y declaraciones propias, la posibilidad de abandonar el partido.

Así como ocurre en estos días con el senador Ricardo Monreal, harían bien los personajes y líderes de la izquierda y actuales integrantes de los poderes constitucionales, tener presente que ninguna traición será bien vista o recibida por la gente, que la misma está cada vez más politizada, que les reclamará y hará recordar sus acciones y que, quien coquetea con la oposición, obtendrá nada menos que el rechazo popular.

En su ya famosa canción mencionada al inicio, José Alfredo Jiménez, con contundencia escribió: “Pues agarra tu rumbo y vete (…), ya entiendes la vida, ya sabes lo que haces (…), porque estás que te vas y te vas y no te has ido”; así es de fácil la analogía para entender que, cualquier intento de burlarse de la gente y amenazar con alejarse de ella no es, ni será tolerado, por un pueblo despierto.

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