La industria de la comedia está en decadencia y los ejemplos que citaré pretenden establecer una línea reflexiva para considerar que las risas que ganan son reflejo de lo que hemos aprendido como sociedad. ¿Qué nos hace gracia? ¿El dolor ajeno? ¿La humillación del otro? O sólo es un instinto de superioridad el que deja al descubierto las pasiones que el supuesto oficio del comediante destaca.
El primer ejemplo es el señor Escamilla que hace alarde de “chistes” en contra de un grupo de personas que, como él tiene un problema de sobrepeso. Sobre todo, las mujeres, que son asediadas por la industria de la moda, han tratado de hacer realidad el evitar que se hable de los cuerpos de los demás, ya que la gordura está anclada a tallas que corresponden a índices de masa corporal acordes a sus cuerpos. La industria de la moda ha orillado a muchas mujeres alrededor del planeta a llevar a cabo prácticas que ponen en riesgo su salud para evitar llegar a la talla siete, que ya es considerada sobrepeso.
El señor Escamilla enalteció sus discursos en contra de los obesos, grupo del cual él y su familia es parte; por desgracia, su hija fue objeto de su propia hiel. Ambos sucesos son lamentables, tanto considerar que da risa ofender a las personas gordas, como hacer cargar a la hija del comediante del odio sembrado por el padre. Por desgracia, los contenidos de este tipo pululaban en la televisión, lo que da como resultado al “homo videns” de Giovanni Sartory donde: “la televisión está produciendo una metamorfosis que revierte en la naturaleza misma del homo sapiens. La televisión no es sólo un instrumento de comunicación; es a la vez paideía [formación del hombre], un medium que genera un nuevo ánthropos, un nuevo tipo de ser humano. […] El niño formado en la imagen se reduce a un hombre que no lee, […] «un ser reblandecido por la televisión»”.
La generación de Escamilla, que rodará los cuarenta o cincuenta años creció con frecuencia bajo la “formación” de programas como El chavo del ocho, que nos enseñó el antivalor del clasismo o aquellos donde Eugenio Derbez era el protagonista quien se la pasaba todo el tiempo humillando a los demás, tomándolos como tontos y él siempre era el sabio que tenía que “enseñarles”. Y piensen en otros tantos que exacerbaban rasgos de barrio para ser tomados como objetos de burlas. Y caricaturas que siguen presentes en nuestros niños, como Pepa Pig, cuya protagonista es grosera, voluntariosa o burlona. Contenidos vacíos que nos alejan más de las palabras, la educación y la empatía y nos hacen más vulnerables a la violencia, la intolerancia y la burla.
Bajo este contexto, enmarcamos el segundo ejemplo, Rafael Inclán, actor que ha ganado popularidad por decirle a la presidenta Claudia Sheinbaum ama de casa, cuando ella respondió al comentario él reviró diciendo que había sido sólo una broma, una actuación. En este caso hay una intensión de minar la fuerza de lo que pretendía ser una opinión. Dice Freud que el chiste da risa porque detrás de él esconde una verdad, por ello a cada persona le produce gracia un chiste y otro no, porque aquello que desata tu risa está anclado a tu identidad, a tu sistema de creencias, a tu cultura.
Una vez, en una comida familiar el entonces novio de una de mis primas hizo un chiste misógino donde sólo él encontró la gracia de la situación. Mi hermana le reclamó y él trató de salvarse diciendo que fue un chiste que no era suyo, sino de uno de sus profesores. Secundé a mi hermana y le dije que si él se reía y lo replicaba era porque sentía el mismo impulso vulgar de quien lo escuchó por vez primera. En este ejemplo, el hombre no se dedicaba a la comedia y no podía sólo decir “era un chiste, no aguantan nada”.
Los tres casos implican lo mismo, una forma de hacer evidente la formación de un homo videns que no es capaz de tener un criterio que se enmarque en valores que vayan más allá de juzgar, herir y humillar a quien se deje, sometiéndolo a mi impulso violento para subyugarlo. Y no es exclusivo de los hombres, una vez más, se refiere a la pobreza humana de la persona, quien nos dará la idea de esto es la llamada “Lady huracán”, que esta semana trascendió en redes sociales la “broma” a la que sucumbió.
Sandra Orozco el pasado martes ocho de octubre de 2024, explica que su ignorancia le llevó a lanzar la broma de que los yucatecos se inventan los huracanes para evitar trabajar e ir a la escuela. Su broma le ha costado mucho ya que al mismo tiempo que se disculpa por su video, reclama a los usuarios de TikTok por hacerla viral, porque las empresas con las que trabaja le están reclamando la declaración.
Esta es una realidad que está golpeándonos en la cara, que se replica ahora con las pantallas, internet y las redes sociales. El homo videns de Sartory está potenciándose, la actividad reflexiva se extingue paulatinamente, es momento de preocuparnos por cultivar el pensamiento de cada uno de nosotros para evitar parecernos a estos seres deshumanizados.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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