Si se trata de dejar sin registro al PAN realmente la acusación de complicidad con el narcotráfico es una apuesta a largo plazo. No basta tener a uno de sus funcionarios acusado de formar parte del crimen organizado. El actual Talón de Aquiles, es el número de militantes, que no les alcanza para mantener el registro.
Si se le presionara un poco al INE para que realizara un padrón de militantes, seguramente ese partido estaría fuera del panorama político. La acusación requiere investigación y pruebas, lo cual lleva tiempo. Y señalaría sólo a los implicados, no todos los panistas fueron cómplices de García Luna o de Cabeza de Vaca, o de Calderón o Margarita Zavala, o Roberto Gil.
Si tomamos en cuenta la disposición del PAN para facilitar, protagonizar e impulsar un golpe de estado en México, es necesario que ese grupo esté a la vista de todos. Porque como grupo de presión no desparecerá, ni sus siglas se irán al cesto de la basura; pero, sería más complejo saber sus planes, sobre todo leer de su discurso lo que proyecta y con quién se asocia, que no son precisamente unos demócratas.
El PAN como partido dentro del esquema de sistema de partidos, en busca de votos, es inofensivo. Fuera de este panorama se convierte en puente dela ultraderecha. Ya en nuestro territorio hay grupos, incluso asociaciones en busca de convertirse en partidos políticos de ultraderecha. Están al acecho.
Hay partidos locales como Vida en Nuevo León, o el Partido libertario en ese mismo estado; además, una agrupación de estudiantes radicales de ultraderecha en las universidades privadas como grupo de choque, el clero tiene una buena parte de sus apuestas metidas en el golpe de estado también, el grupo de Verástegui, Viva México, quiere tirar la puerta de la democracia, con subsidio estadounidense, el Frente Nacional por la familia, que encabeza por los panistas Rodrigo Iván Cortés, egresado de la Panamericana, acusado de violencia política de género, y Leonardo García Camarena. Imaginemos a estos grupos unidos, formar un partido de ultraderecha en el cual muchos de los panistas brincarían con gusto, pero sobre todo, con una mayor identificación en el las ideas y las acciones políticas.
El peligro está en que esas agrupaciones ubican sus sedes en estados gobernados por la oposición, pero, como sucede en el caso de Nuevo León, con aspiraciones de independencia, que una vez que se den cuenta de la realidad desistirán, pero serían territorios liberados para la ultraderecha y muy cercanos a Estados Unidos.
El PAN en la oposición es un mal necesario para la democracia mexicana, un quiste benigno que mientras esté a la vista no puede hacer nada trascendente. Mientras más gritan sus plañideras su desgaste se profundiza. Mientras más sospechosos haya, más desgaste a su ideología.
Cuando un político entra a la cárcel se deja hablar de él y se convierte, muchas veces en víctima. Al gobierno le es más útil un panista sospechoso, cuya reputación será su sombra de por vida que uno en la cárcel que estaría purgando una condena que no extirpa la corrupción ni el narcotráfico.
Para los panistas la tribuna es el diván del psicoanalista, donde ventila sus sueños, expresa con toda libertad sus lapsus, da a conocer su discurso en momentos de exaltación, señala a sus enemigos más odiados, confiesa sus resentimientos. Es decir, ofrece todos los insumos necesarios para saber quién es, qué quiere, hacia dónde va y cuál es su malestar.
El PAN es el embudo de la ultraderecha en México, siempre y cuando mantenga su registro como partido político, desde dónde se muestra descarnado. En la clandestinidad, o sea sin registro, ese embudo puede convertirse en puente.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios