Durante un evento en Cañadas de Obregón, Jalisco, el gobernador Enrique Alfaro se encontró con una fuerte resistencia por parte del público. Los asistentes al Plan de Justicia para la Reparación Integral de los Daños de los Pueblos Campesinos de Temacapulín, Acasico y Palmarejo lo recibieron con abucheos y rechiflas, lo que dificultó que Alfaro pudiera tomar la palabra. El ambiente se tornó tenso cuando los presentes mostraron su descontento, negándose a escucharlo.
Ante esta situación, Claudia Sheinbaum, presidenta electa, intervino para calmar los ánimos. Tomó el micrófono y preguntó al público quién estaba de acuerdo en permitir que el gobernador de Jalisco hablara. “Yo sí, adelante”, afirmó Sheinbaum, buscando generar consenso entre los asistentes. El presidente Andrés Manuel López Obrador también intervino, destacando la importancia de la pluralidad en la democracia y la necesidad de respetar todas las opiniones, independientemente de las diferencias políticas.
Tras el tenso momento, el evento logró retomar su curso con un enfoque en los compromisos hacia las comunidades afectadas. Los distintos niveles de gobierno presentes en el acto enfatizaron la unidad y el compromiso con las poblaciones locales, dejando atrás la polémica y reforzando el propósito del encuentro. El mensaje de respeto a la diversidad de opiniones y la necesidad de mantener la calma prevalecieron, permitiendo que Alfaro pudiera expresarse finalmente.
Este incidente se suma a otros momentos de tensión que han vivido gobernadores en eventos públicos recientes. El pasado 21 de julio, Mauricio Kuri, gobernador de Querétaro, también enfrentó abucheos y gritos de desaprobación por parte de miles de asistentes que expresaron su descontento con su gestión en el estado. Estos episodios reflejan el creciente malestar en sectores de la población hacia sus líderes estatales.
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