México se ha convertido en el principal mercado para las armas traficadas ilegalmente desde Estados Unidos, recibiendo el 72% de este flujo ilícito, según un informe reciente publicado por la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF). El país concentra tres de las cinco principales rutas de trasiego de armas con origen en su vecino del norte, lo que refleja la responsabilidad directa de Estados Unidos en la crisis de violencia armada que afecta a México.
El informe, titulado Evaluación nacional del comercio y el tráfico de armas de fuego, calificado por el gobierno de Joe Biden como “el primer análisis exhaustivo del tráfico de armas en más de 20 años”, no solo confirma el papel predominante de Estados Unidos en la proliferación de armas ilegales, sino que también pone de manifiesto que el problema está en crecimiento. Según el estudio, el flujo de pistolas, fusiles y otro tipo de armas de fuego fabricadas o vendidas en suelo estadounidense ha aumentado en México más que en cualquier otro país. Esta escalada del tráfico de armas es un reflejo de la laxitud de las leyes de armas en Estados Unidos, que no solo afectan su propia seguridad interna, sino que agravan la violencia en naciones vecinas.
El documento destaca que el porcentaje de casos de trasiego desde Estados Unidos que involucraron a México creció un alarmante 20.3% entre 2017 y 2021, una cifra tres veces mayor que la observada para Canadá, el segundo país más afectado. Esto demuestra que la frontera sur de Estados Unidos sigue siendo un corredor clave para los traficantes de armas, que encuentran en la falta de controles estadounidenses una puerta abierta para inundar a México con armamento letal.
La ruta más utilizada para el tráfico de armas desde Estados Unidos es la que va de Texas a México, concentrando el 39.5% de los casos, seguida por la de Arizona a México, con un 24.7%. “México está representado en tres de las cinco principales rutas de tráfico de Estados Unidos al extranjero”, subraya el informe, lo que refleja la magnitud del problema y la falta de acciones contundentes por parte de las autoridades estadounidenses para frenar este comercio ilícito.
A pesar de los esfuerzos de países como México para imponer controles más estrictos sobre la adquisición de armas, el informe reconoce que los delincuentes “pueden recurrir a la obtención de artefactos de fuego que han sido objeto de tráfico desde otras naciones con leyes que hacen menos difícil adquirirlas”. Estados Unidos, con sus laxas regulaciones y su incapacidad para controlar el tráfico de armas a gran escala, sigue siendo el principal proveedor de este armamento.
El impacto de este comercio ilegal es devastador: mientras Estados Unidos se enfrenta a su propia crisis de violencia armada, sus armas se exportan para alimentar conflictos y criminalidad en otros países, como México, que paga con vidas humanas el costo de una industria armamentística sin freno.
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