Debo…, no debemos…: autor, editora y comunidad lectora de esta columna debemos agradecer a cuatro personajes que el texto de hoy pueda y tenga que ser muy breve. Obligan a la contundencia los testimonios de los señores Enrique de la Madrid Cordero, aspirante priísta a la candidatura de su partido a la Presidencia, y Santiago Creel Miranda, aspirante panista al mismo rol, pero de los azules. Las otras dos personas a quienes debemos dar las gracias son periodistas: Juan Becerra Acosta, quien entrevistó durante la marcha del domingo al hijo del expresidente Miguel de la Madrid, y Álvaro Delgado, quien hizo lo propio con el exsecretario de Gobernación de Vicente Fox.
El riesgo es la democracia
— ¿Cuál cree que sea el principal riesgo de la reforma que propone el presidente López Obrador en materia electoral? —cuestionó Becerra Acosta a De la Madrid junior, quien de miembro del gabinete de Peña Nieto pasó a pretendiente a gallo del tricolor.
— La parte más peligrosa son dos o tres. Una es este tema de desaparecer al INE, crear una nueva institución, el argumento de que la gente va a votar por ellos, la gente hoy en día es el gobierno, entonces quedarse con el árbitro. Lo mismo con el Poder Electoral [sic], lo que quieren es que los jueces los ponga el pueblo, el pueblo hoy en día es el gobierno, quedarse con los jueces.
Leyó usted bien: al señor Enrique le parece un riesgo que actualmente en México la gente, el pueblo, sea el gobierno. O dicho en otras palabras: al cachorro —es un decir— del priísmo tecnócrata le angustia que hoy en día vivamos en una democracia.
El robo del milenio
La siguiente declaración la logró obtener, también el domingo pasado, el periodista Álvaro Delgado, a quien le tocó testimoniar como Santiago Creel se abrazó muy contento con Claudio X. González, para enseguida rubricar el acto con un gritito: “¡Sociedad civil y partidos políticos!”. Después de esto fue que Álvaro pudo entrevistar al actual presidente de la Cámara de Diputados. Advierto que hemos escuchado una cantidad descomunal de tonterías y acusaciones desquiciadas en contra del presidente de la República y su gobierno, pero esta que lanzó el panista al calor del apapacho con su líder merece un sitio especial. Después de avalar la presencia en la marcha de Alito, Roberto Madrazo, la maestra Elba Gordillo y otros de su estirpe —que porque están defendiendo la democracia—, muy seguro de sus palabras Creel denunció: “López Obrador quiere robarse el pueblo, quiere robarse la soberanía”. El político profesional y académico no entró en detalles, por lo que ya no pudimos enterarnos qué querrá hacer Andrés Manuel con 131 millones de personas —quizá llevarnos a su rancho y luego pedir rescate—, pero la imputación estaba hecha.
En suma, el prianismo —alma de la marchita marchita del domingo— tiene claro que la agónica situación que está viviendo, ellos y toda la reacción, se debe a que, por fin, en este país tenemos un gobierno democrático —el pueblo hoy en día es el gobierno—, para colmo encabezado por un señor que quiere robarse el pueblo.
Apenas el martes tuve oportunidad de participar en la 4TV dando mi opinión a botepronto sobre la marcha en contra de la reforma electoral. Concluí en los siguientes términos: la marcha del domingo logró desenmascarar plenamente, sin lugar a dudas, el espíritu racista, clasista y antidemocrática de buena parte de la clase media mexicana aspiracionista. Por eso están tan enojados tantos: eso de que te encueren en Reforma…, pues está feo.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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