“Debemos ser realistas, México depende de Norteamérica”, la anterior afirmación es usada por los antisoberanistas (liberales) mexicanos para justificar sus posturas sobre lo que nuestro país debería hacer con el fin de no hacer “enojar” a los Estados Unidos. Ellos sostienen que la economía mexicana (y su posición en el mundo) es derivada de su relación con los Estados Unidos, como si nuestro país fuera un ser pasivo en el concierto de las naciones.
Nos hacen creer que somos únicamente el resultado de procesos externos, que nosotros representamos lo que ellos (la potencia hegemónica y los países que siguen su retórica) quieren que hagamos. Lo peor de todo ello es que nuestra nación ha sido victima durante más de 30 años de gobiernos que no les importa hacer valer nuestra soberanía, políticos que repiten con palabras rimbombantes el discurso del occidente global.
Los gobiernos de pensamiento liberal sometieron nuestra industria y economía a una “integración” (en realidad subordinación) con Estados Unidos. Aquellos apátridas hicieron que la gente que tenían sus negocio propios los quebraran por ser imposible la competencia con las grandes empresas de nuestro vecino del norte; haciendo así, que los mexicanos nos volviéramos una parte integrada dentro de la gran maquila del capital internacional.
En esa situación social y económica estamos en México; somos el claro ejemplo a nivel mundial para desmentir que el libre comercio y “la mano invisible del mercado” no funcionan. Nos encontramos ahora en un punto de no retorno (a mediano plazo), sería prácticamente imposible pensar en salirnos del acuerdo comercial más importante del mundo (T-MEC).
Sin embargo, ya con las condiciones materiales presentes es posible buscar un acuerdo que sea justo también para los mexicanos. Debemos buscar un tratado que no tenga afectaciones negativas en los sectores social, económico y moral de nuestra república.
Socialmente se debe encontrar un acuerdo en el que la población no se vea afectada por el decadente estado de la aún principal potencia del mundo, debemos hallar un lugar en Norteamérica en el cual los mexicanos no sean solo mano de obra barata, es menester también tener por prioridad el que el ciudadano de nuestra nación no sea solo visto como un productor y consumidor de mercancías de marcas estadounidenses mientras todo el capital va para el norte del Bravo.
Económicamente, se debe buscar menor dependencia de las fluctuaciones de su economía, crear empresas locales que puedan ser competitivas en los mercados de los tres países del subcontinente y fortalecer nuestro mercado interno (no depender de exportaciones).
En el fortalecimiento de la moral también encontramos el cuidar la dignidad de la nación. Con ello me refiero a no mostrar indiferencia a los dichos de los políticos de las otras dos naciones que engloba el T-MEC. No podemos permitir que se nos amenace o ridiculice. La búsqueda de la dignidad es necesaria para la identidad nacional.
El gobierno anterior comenzó a mostrar el valor que México tiene en Norteamérica y en el mundo. López Obrador convivió con uno de los presidentes más racistas que ha tenido Estados Unidos en la época contemporánea; nuestro expresidente supo tratar con Donald Trump de forma digna, sin seguir el legado de sumisión de su antecesor y todos los presidentes que tuvimos en la época neoliberal.
Ejemplifico esto con la ocasión que Enrique Peña Nieto invitó a al aún candidato Donald Trump a Los Pinos, donde nos insulto y despreció; en contraposición de Obrador, quien recibió un trato de “amigo” en los Estados Unidos y terminó una de sus intervenciones en La Casa Blanca gritando “¡Viva México!” en tres ocasiones (siendo de vital importancia retorica).
No obstante, la lucha por la dignidad perdida durante los gobiernos neoliberales aun no termina, tenemos la oportunidad de negociar un tratado más justo, donde se busque lo dicho más arriba en esta columna, en el año 2026, con la revisión del T-MEC. También, es de vital importancia no dejar que políticos canadienses y de Estados Unidos sigan amenazando con aranceles e incluso con quitar a nuestro país de dicho tratado.
Nuestra presidenta debe mostrar una postura digna y donde establezca nuestros intereses (del pueblo) al momento de la renegociación de ese tratado; tiene que recordar en todo momento que ellos también dependen de nosotros. Dependen (sobre todo E.U.) de México no solo en lo económico, sino también en lo social.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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