Nada de lo sucedido el domingo pasado salió fuera de lo previsto: ni el triunfo contundente de Claudia Sheinbaum, ni las posiciones alcanzadas, ni mucho menos la derrota moral del bloque opositor que terminó de configurarse cuando el INE salió a dar los resultados preliminares. Así que llegó la hora de cerrar este ciclo y darle vuelta a la página para entrar en un nuevo proceso que, conforme pasen las semanas, irá adquiriendo mayor relevancia. Este proceso sin duda es el de la reconciliación necesaria para un país que cuenta en estos momentos con todos los elementos para avanzar hacia la prosperidad.
Entre los muchos elementos que se pueden analizar de la jornada electoral, uno de los más destacables es la afluencia de votantes que dejan para la estadística una participación de más del 60% de la lista nominal. Este elemento deja en claro que hoy se cuenta con una sociedad más informada que se dio cita en las urnas para expresar su voluntad y eso, innegablemente se debe en buena medida a los efectos de las conferencias mañaneras que durante los seis años de López Obrador al frente, fueron despertando el interés de propios y extraños en el acontecer político. Hoy, en cualquier estrato social, no existe conversación alguna que no incluya temas de carácter político y eso, de alguna u otra forma, contribuye a la democracia más allá de los intereses partidistas. Por cierto, la participación de los jóvenes en esta contienda también resulta admirable por la orientación del voto, pero eso será motivo de un análisis sociológico más profundo.
Tras la victoria, el mensaje de Claudia Sheinbaum es noble y obliga a verse más allá de su posición como ganadora y hoy como presidenta electa; también debe apreciarse como una mano extendida a la oposición para que tengan claro que su gobierno será de puertas abiertas en las que se privilegiará el diálogo en aras de reconocer a las fuerzas políticas, pues al fin y al cabo, con un gobierno legitimado en las urnas, se gobernará para todas y todos y eso incluye a la oposición. Sin embargo adquiere relevancia las últimas declaraciones de Xóchitl Gálvez: la primera su anuncio de la madrugada del 3 de junio reconociendo el triunfo de Claudia Sheinbaum, y segundo, el anuncio de impugnar las elecciones. En la primer declaración parece ser alentada por la evidencia de que nada se podía hacer ante tal ventaja y la segunda declaración parece más alentada por los partidos postulantes como clara estrategia mediática que terminará siendo en vano. Aquí el principal interesado es el moribundo PRD que tratará a toda costa de rasguñar el porcentaje pero claro, está muy complicado que sobreviva a la magnitud del desastre orquestado desde la cúpula.
En fin, quedó la contienda en el pasado y marcará un suceso histórico para nuestra nación con el que inicia una nueva era donde todo indica que por fin se materializará la lucha de las mujeres, con nuevos aires y con un futuro prometedor pues en el ejercicio de gobierno y en todos los ámbitos, las oportunidades serán para todas y no para unas cuantas. El avance de las mujeres y su papel protagónico dejará de ser selectivo o por interés para convertirse en universal y esto no puede dejarnos más que la esperanza de que nuestro país, a pesar de los pesares, va que vuela para convertirse en potencia en un futuro más cercano del que nos imaginamos. ¡Felicidades Claudia Sheinbaum!, como te lo dije aquella tarde calurosa en la ciudad de la eterna primavera: me siento orgulloso de ti. Un abrazo y a trabajar en lo que sigue: hacer de México el país de los derechos y de las libertades. Un país progresista, solidario y fraterno con todo el mundo. ¡Que siga la transformación!
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