Resulta bastante curiosa la nada espontánea lucha del Sindicato de Trabajadores del Poder Judicial de la Federación en contra de la reforma morenista que elimina 13 fideicomisos (algo así como quince mil millones de pesos), así como su evidente falta de experiencia a la hora de organizar a los trabajadores sindicalizados para realizar una protesta. ¿Por qué resulta curioso? Sencillamente porque la idea de querer aparentar una legítima demanda de los trabajadores, se les termina yendo por la borda pues la base sindicalizada es la primera que se queja de la disparidad de los salarios, el nepotismo y, sobre todo los excesivos gastos del poder judicial que poco o nada tienen que ver con el desempeño de sus labores.
Por supuesto que no se trata en este espacio de restar legitimidad a cualquier demanda laboral y menos cuando ésta se base en la justicia o en la defensa de las grandes conquistas laborales, de lo que se trata es de evidenciar que, en este caso, no existe una base que luche contra una medida injusta, sino un sindicato amarillo que no vela por los intereses del trabajador, más bien fue creado a modo para convalidar la actuación del contratante.
Por cierto, este sindicato ha sido liderado desde hace más de 40 años por un personaje que se caracteriza por vivir rodeado de lujos (pero poco estilo) y de hacer gala de prepotencia donde se para. Algunos restaurantes del centro de la CDMX lo ubican perfectamente, por cierto. Pero entonces, insistiendo en que la crítica no es a la base trabajadora, lo necesario es advertir que este tipo de acciones no desvían a la opinión pública del centro de la discusión, al contrario, en general los sondeos realizados sobre este tema dejan en claro que la mayoría de la gente cree que los salarios y beneficios económicos del poder judicial son verdaderamente insultantes y respaldan las intenciones de Andrés Manuel de impulsar reformas que reduzcan el derroche de recursos.
En ese sentido, al poder judicial le queda jugarse una última carta en la defensa del atraco al erario disfrazado de fideicomiso: simular una lucha sindical y aparentar respaldo popular con el llamado a un paro nacional, hasta llegar a la etapa de las impugnaciones que lleven la medida a su terreno en el que, salvo un ingenuo desconocería el resultado. Pero como sea que se vayan dando las cosas, el tribunal comete exactamente el mismo error que la oposición, son incapaces de comprender la percepción del pueblo que los tiene como uno de los sectores más desprestigiado de los cargos políticos al igual que los diputados. Así que, la batalla legal puede que esté en veremos, pero con la opinión pública ya está perdida.
Y ya entrados en el pataleo y el colmo del cinismo, el Consejo de la Judicatura declaró que, de extinguirse los fideicomisos, hasta el T-MEC se pone en riesgo en el ámbito de la justicia laboral, hágame el favor, o sea que ¿si no hay fideicomiso no hay poder judicial? ¡Pinches transas! En fin, a esta historia le faltan unas pocas páginas para terminar de escribirse, pero por el momento, estaremos presenciando otra de las estrategias oligárquicas para mermar el avance de la Cuarta Transformación, otra estrategia fallida.
Por último, el día de ayer en la Ciudad de México se llevó a cabo la toma de protesta de los Comités de la Cuarta Transformación; cientos de liderazgos identificados con la 4T se dieron vuelo en la Sala de Armas de Iztacalco para arropar a Claudia Sheinbaum y dirigir los esfuerzos en la capital. No es un evento menor por la demostración de músculo, pero no hablamos del número de asistentes, sino de algo que se dejó sentir ayer: poco a poco los riesgos de perder la ciudad se van quedando en un “traspié” pues nuevamente las organizaciones que construyeron la esperanza del chilango desde 1997 nuevamente se hicieron presentes.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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