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m. Persona que se infiltra en una organización y actúa al servicio de otros.
Diccionario del Estudiante. Real Academia Española
Si es cierto que “de los arrepentidos se vale Dios para lograr sus fines” como afirma con agudeza la sabiduría popular, ¿podría ser cierto también que de los perjuros se está valiendo Morena para lograr los suyos, que son continuar con la transformación del país y alcanzar la justicia económica, política y social que siempre se ha negado?
En la riesgosa política, curva y dañina como una cimitarra turca, que practica alegremente Morena de acoger en sus filas a personajes que no son más que restos carcomidos de los naufragios en que van desapareciendo los partidos de oposición.
Pragmatismo político puro que ya tuvo una probadita de lo desafortunado que es en las personas del ex panista y ex calderonista Germán Martínez Cázares o la senadora panista María Lily del Carmen Téllez, quienes sólo por su irrelevancia política y su incapacidad operativa no causaron daños considerables a la política de la Cuarta Transformación.
Los casos de tránsfugas suman hasta formar legión. Por ejemplo, Ignacio Mier, gobernador de Puebla por Morena y antes, en su época priista, firmante del robo llamado Fobaproa que hemos pagado y pagaremos todavía por décadas. A ellos se suman la senadora ex priista Cynthia López Castro o el ex panista senador Ricardo Sheffield, para no mencionar los tristemente célebres casos de Ricardo Monreal o Adán Augusto López.
Sobresale en esta política riesgosa la actuación del ex panista senador de Morena Javier Corral Jurado, que con su voto en contra de la desaparición de los organismos supuestamente autónomos metió en un brete a toda una concepción política de la 4T, la que sólo pudo conseguir la mayoría absoluta para la reforma constitucional gracias a los votos del ex panista Miguel Ángel Yunes y de la ex priista Cynthia López. Así de tristes andan las cosas.
Para justificar su atraco ideológico, el senador Corral argumentó que era “fiel a sus convicciones”, quizá las mismas “convicciones” que se hallaban modorras cuando Corral aceptó la senaduría plurinominal por Morena, puesto que si algo se encuentra claramente en la política morenista es la decisión de desaparecer los onerosos e inútiles organismos autónomos.
¿O no se deduce esto del conocido pronunciamiento hecho por López Obrador el 5 de septiembre de 2006, en pleno Zócalo, cuando dijo “al diablo con sus instituciones” luego de que el Tribunal Federal Electoral declarara el triunfo del espurio como presidente de México?
Había que reformar al sistema desde la raíz y eso debió haberlo entendido el senador Corral al aceptar el obsequio de la senaduría por Morena. Porque Corral, un político con más de cuarenta años de militancia en el PAN, no es un advenedizo ni un principiante sino un viejo lobo que ha sabido cómo caer en blandito para escapar a las acusaciones –falsas, inventadas o ciertas- de la gobernadora de Chihuahua Maru Campos, su ex correligionaria que lo sucedió en la gubernatura del estado.
Como sea, hay que comprender durante sus cuarenta años como militante panista Javier Corral aceptó la política de saqueo ejecutada por el Prian durante el periodo neoliberal, como fueron la venta de activos públicos a empresas privadas, la rampante corrupción que caracterizó al periodo, el progresivo empobrecimiento de las mayorías, la entrega de la soberanía nacional a los Estados Unidos, la participación de policías y políticos en el narcotráfico, y en fin todo lo que hicieron panistas y priistas en perjuicio de la nación. Como dice el refranerito ilustrado: “el que calla, otorga”. Y Corral calló.
Hay quienes suponen que la aceptación de Corral a una senaduría por Morena es parte de su estrategia para obtener seis años de inmunidad legislativa para escabullirse de las acusaciones enderezadas en su contra, lo que no es sino el clásico chutar el bote para adelante y esperar a que el tiempo enfríe los ánimos hoy caldeados.
Allá el ex gobernador y ex militante panista Javier Corral con sus maromas ideológicas; acá, los atónitos que contemplamos boquiabiertos las cabriolas corralistas disfrazadas de fidelidad y lealtad a su pensamiento político… panista, ni más faltaba. Lo triste del caso es que Corral no es el único de los “topos” que socavan desde adentro y profundamente la credibilidad y la decencia de Morena como resultado de su política de brazos abiertos a los Sergio Mayer, los Rommel Pacheco, y tantos y tantos por quienes no votamos pero que hoy disfrutan las mieles del poder al explotar la publicidad de su nombre. Sea por Dios.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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