Quizá no se vea o quizá no se quiera ver, pero de que la militancia de MORENA se siente molesta con el partido es una gran verdad, por más que en las giras de la dirigencia nacional, se esfuercen los liderazgos estatales por esconder el polvo debajo de la alfombra. Algo así como lo que sucedió el sábado pasado en Chilpancingo cuando el “aplausómetro” inducido se hizo presente ante la mirada de Alcalde Luján, Carolina Rangel y Andrés Manuel López quienes visitaron el estado sureño guerrerense para ofrecer una asamblea informativa.
El problema no es que la algarabía se haga presente en un estado como Guerrero en el que si algo caracteriza a la gente es la alegría, el problema está en que los dueños del movimiento y patriarcas de la actividad partidista prefieren alardear la concentración del poder que someter los resultados del movimiento a la autocrítica como si todo en el estado, al menos en la actividad partidista caminara por el rumbo correcto cuando no es así. Un buen ejemplo es el padrón de militantes sobre el que versan más dudas que certezas desde que MORENA se constituyó como partido. Aquí cabe una pregunta clave ¿Qué dirigente partidista del estado realmente cuenta con la aceptación de la militancia más allá de las porras en los mítines? Puede parecer una pregunta incómoda, pero es parte de una realidad que se esconde tras los resultados electorales como si estos no hubieran sido fruto, primero de la trascendencia de López Obrador en su momento y hoy con la influencia de Claudia Sheinbaum.
Ante esto hay un problema aún peor si la nueva dirigencia nacional de ese partido no comienza a poner un alto a esta inercia estatal de acordar todo de manera cupular haciendo valer la ley de la perpetuidad y nepotismo a la hora de definir las acciones, dejando al militante de pie como simple espectador sin posibilidad alguna de cuando menos participar en el debate que sugiere definir un nuevo rumbo en la política partidista. La semana pasada señalamos en este espacio que es un acierto las giras y que no hay de otra, Alcalde Luján aguantará la rechifla hacia otros, así como también es un buen avance que, con la experiencia de López Beltrán en el terreno electoral, se comiencen a fijar metas claras respecto al trabajo territorial, pero, para que el partido comience una etapa de transición hacia la institucionalidad, también hace falta confrontar de manera enérgica a los liderazgos para dejar en claro que el movimiento se construye desde abajo sin dejar paso a los chantajes y presiones de nadie.
Sin embargo, tanto la experiencia mezclada con la juventud de esta nueva dirigencia (cosa que hay que reconocer) puede sufrir un traspiés si aquellos que controlan las esferas del partido – gobierno – partido en los estados, buscan imponerse desde el control del poder, haciendo creer que si se tiene el gobierno es por obra y gracia de las cúpulas y no por quienes sostienen al movimiento en las calles. No obstante, hay que respaldar a esta dirigencia bajo el entendido de que, respaldo no es sumisión, autocrítica no es descalificación, sino exigencia de que no se eche por la borda lo que se construyó por décadas.
Pero bueno, esto pasa en Guerrero y hay que expresarlo con claridad aunque moleste al “toro” pero no es solo en ese estado el problema, esa lógica persiste en casi todo el país y más donde gobierna MORENA; la CDMX es otro ejemplo, a Sebastián Ramírez le quedó grande la dirigencia en la Ciudad que por sí sola y a través de los años se fue convirtiendo en una entidad de izquierda y que desde el 2021 no tuvo partido, es más, ni lo necesitó, dado que por su orientación heredada desde mucho antes que existiera el PRD, digamos que desde 1988 ya se organizaba para la lucha democrática.
Sebastián Ramírez se hizo chiquito como dirigente pero enorme en la coyuntura de la elección pues se pasó el último proceso electoral haciendo compromisos con medio mundo a nombre de la Dra. Sheinbaum ofreciendo espacios en gobierno, apoyos, etc. Hoy que los grupos de la ciudad que no cuentan con el cobijo tribal lo corretean por los pasillos de Palacio Nacional o de Turismo para exigirle respuestas, no le queda más remedio que esconderse.
En fin, la definición del nuevo comité ejecutivo en la capital del país está en puerta, claro que hay liderazgos notables que saben y entienden bien qué rumbo debiera tomar el partido pero también están los de enfrente, los que creen que toda actividad partidista se debe circunscribir al actuar del gobierno. Ojalá la influencia de la jefa de gobierno y, especialmente de la presidenta de la república den más cabida a los primeros pues ubican perfectamente ambos bandos. De lo contrario, el futuro como partido será incierto, otra vez.
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