El pueblo tiene la palabra

Para la derecha, el pueblo es un eterno menor de edad al que hay que vigilar de cerca para que nunca crezca y en algún momento comience a tomar peligrosas decisiones por su cuenta.

Como el pueblo es ignorante y no sabe nada de nada, la clase media aspiracionista que vota por el prian se ha visto en la necesidad de ilustrar al pobrerío para que éste sea consciente de lo que está haciendo. 

Como parte de esta admirable labor política, la dentista es orillada a educar políticamente a su paciente y hacerle ver los inconvenientes de votar por la 4T que sólo ha traído infierno y destrucción al país. Por su parte, el podólogo se manifiesta sorprendido ante el acto de hipnotismo multitudinario con el que la 4T ha adormecido a la gente y le comparte su sorpresa al desprevenido paciente que sólo busca de él que le alivie una uña enterrada.

La señora copetona le abre los ojos a su muchacha que viene del rancho y como ni siquiera terminó la primaria no sabe que el país está al borde de la catástrofe. La ministra que auxilia al señor cura en la parroquia difunde entre sus vecinos la noticia de que AMLO formó parte de “la pandilla del ‘68”, sin saber a ciencia cierta qué fue el ’68 ni si AMLO tenía edad para formar parte de esa “pandilla”, pero es que así dijo el señor cura.

Clase media iletrada que nunca ha leído otro libro que no sea el misal del mes y que se nutre políticamente de las barbaridades, sandeces y miedos que escucha a la salida de misa de 12 los domingos. 

Clase media derechizada y confundida que identifica sus minúsculos intereses aspiracionistas con los de los catorce mega ricos que acaparan el 8% de la riqueza en México y creen pertenecer al 0.2% de la población que posee 6 de cada 10 pesos de la riqueza del país, o que son una de las 294,000 personas que tienen en su cuenta bancaria más de 1 millón de dólares por lo que pudiera ofrecerse más adelante. 

Clase media tarjeta-dependiente que respira por la herida abierta que le produce ver el ascenso de un pueblo que nunca fue tonto sino se hallaba mediatizado por los medios masivos de manipulación. 

El pueblo existe. Cinco años de transformación profunda lo han colocado en un lugar preponderante en el escenario social. No es dueño de ningún medio de comunicación ni de ninguna estación de radio, pero sí es propietario de un celular con el que accede a la información. De lector y escucha pasivo transitó a participante activo del acontecer social. Tiene una opinión, lee, se informa, comenta. La política dejó de ser para políticos y la cosa pública es cada vez más pública.

Es una pérdida de tiempo tramitar el engaño al pueblo con montajes de vida efímera que se desacreditan en menos de 24 horas, como sucedió con la campaña donde se afirmaba el financiamiento del narco a la campaña de López Obrador en 2006 y se les volvió agua de borrajas a los dos o tres periodistas que difundieron la mentira. 

En sólo cinco años, ese pueblo ha cobrado conciencia de lo que es, a diferencia de la clase media que sigue sin politizarse porque insiste en creer en los infundios, embustes y calumnias propagados por los medios de manipulación. 

Anclada en temores que pertenecen al periodo de la Guerra Fría (¡uy, a’i vienen los comunistas!. ¡uy, me quieren quitar la casa que tengo hipotecada con el banco!, ¡uy, los libros de texto gratuito de mis hijos son instrumentos del diablo que atentan contra la familia!), la clase media es hoy la comparsa de intereses que no la toman en cuenta como no sea para vestirla de rosa y salir a la calle a defender una democracia que no está en riesgo sino fortalecida por las políticas de la 4T.  

Un pueblo que no es menor de edad es una mala noticia para la derecha y clase media que la acompaña en su papel de patiño. Ese pueblo al que tanto desprecian y al que un cínico que cobraba en el INE declaró inexistente tiene hoy la palabra. Con ella puede hablar en las urnas.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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