A principios de año, en una coordinación pocas veces vista, se unieron los grupos del poder político-económico más representativos de la derecha mexicana, junto a sus voceros en los medios, para clamar que “todos eran Loret”, en defensa de Carlos Loret de Mola y ante las revelaciones que el presidente había hecho sobre la ostentosa posesión de bienes inmuebles que ese personaje ha acumulado, y que no se explican de otra manera que bajo la colaboración con los antiguos regímenes de poder que gobernaron el país.
En dicha ocasión se llegaron a juntar en un “space” de la red social Twitter, y de manera sospechosa, la nada despreciable cifra de mas de 100 mil cuentas para apoyar al exconductor de Televisa, de las que luego se sabría, en su mayoría, eran falsas y creadas sólo para dicho fin. El aparente apoyo con el etiquetado (“hashtag”, en inglés) mencionado, también fue empleado por algunos miembros del periodismo de a pie, esos que difícilmente podrían llegar a ser Loret, si de posesiones y sueldo neto se tratara, pero que son afines en el odio que emanan hacia las políticas de la 4T y del propio presidente.
En lo que va del presente año, han sido asesinados 12 comunicadores, a pesar de que algunos de ellos se encontraban bajo el resguardo del mecanismo para protección de periodistas; sin embargo, muchos han encontrado poco eficaz su implementación. Uno de los problemas que resultan determinantes a la hora de defenderlos, mientras se encuentran en el desempeño de su trabajo, es que las personas que investigan por diversos delitos, son en algunos casos, las mismas autoridades que deberían salvaguardar su integridad.
A principios de año, la periodista Lourdes Maldonado, quien había ganado un juicio laboral contra una televisora propiedad del exgobernador de Baja California Jaime Bonilla, a quien ella responsabilizaba por su integridad, fue ultimada en su domicilio de manera sospechosa, dejando hasta el momento a varias personas detenidas por su homicidio. El último deceso de que se ha tenido noticia fue el del periodista Antonio de la Cruz, en el estado de Tamaulipas, quien iba acompañado de su hija de 23 años, que fallecería horas después que su padre, a consecuencia de las heridas por arma de fuego producidas durante la agresión. En los dos casos, como en muchos más, el punto coincidente es la crítica hacia los gobiernos, ya sean locales o estatales que hacían durante su labor de investigación periodística.
La diferencia entre los 12 casos y el #todossomosloret, es que los lectores de noticias de los grandes medios de información que apoyaron al comunicador radicado en los Estados Unidos, no han mostrado empatía con los periodistas asesinados y apenas los han tomado como carne de cañón para golpear de manera sistemática al gobierno federal que, vale la pena decir, ha perseguido a los responsables a diferencia de lo que ocurría en años anteriores.
Todo esto sale a colación a propósito del último audio revelado del dirigente nacional del PRI en el que hace constar que es “brother” de presentadores de peso como Carlos Marín o Ciro Gómez Leyva y de emplear también a Joaquín López-Dóriga. En dicho audio, el propio político da fe de la manera en que los personajes mencionados, son empleados para acomodar notas a modo, a favor del presidente del tricolor y para golpear a sus adversarios o quienes intenten difundir noticias en su contra. Si bien, dicha estrategia era un secreto a voces entre las personas, escuchar de viva voz, de uno de los dirigentes de la oposición semejantes declaraciones, no hace sino corroborar que tanto empresas informativas como sus comunicadores, han servido para realizar funciones del golpeteo mediático con el fin de incrementar sus ingresos, sin importarles que la pacificación de todo un país estuviera en juego, pues quienes les pagaban también sumieron en una crisis de inseguridad a la gente y se encargaron de acallar a sus críticos más férreos, ya fuera a punta de pistola o del bolígrafo.
Esperemos que con las últimas revelaciones del presidente nacional del PRI, Alito Moreno, de atacar sin escrúpulos a sus críticos, se haga que evidente que no podemos seguir sosteniendo una clase política carroñera, insidiosa y violenta, como la derecha mexicana, que solo le interesa acumular dinero mal habido; pero tampoco nos podemos dar el lujo de seguir con los ojos cerrados ante las mentiras de periodistas y medios hegemónicos frente a la realidad que vivimos cada día, mientras ellos viven en sus respectivas burbujas de cristal, ubicadas en México o en el extranjero. La opción es nuestra, consumidores noticias, para abrir los ojos o seguir viviendo en una ilusión.
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