Con la aprobación de la reforma Judicial en nuestro país, se abre la posibilidad de que tanto los congresos federales como los congresos locales inicien una nueva era en la dictaminación de reformas que combatan de lleno el nepotismo, influyentísimo y amiguismo tan encarnado en los organismos públicos y autónomos.
El nepotismo y el influyentísimo, son la práctica de dar cargos o posiciones de poder a familiares, amigos o recomendados cercanos, es un problema arraigado en México que afecta la democracia y la igualdad de oportunidades. Por ejemplo, los encargos que se heredan a familiares desde los más altos funcionarios hasta los de menor nivel o bien cuando se concede en los encargos de gobierno que los familiares o amigos puedan obtener un lugar en el gobierno o incluso recursos públicos sin mérito alguno, sino por influencia de quien ostenta un mayor nivel y puede “colocar” como se dice comúnmente, a alguien de manera directa o por acuerdo y negociación.
Según Thomas Hobbes, el nepotismo es una forma de corrupción que debilita el Estado y va en contra del interés común, sin embargo, es también una forma arraigada a las prácticas monárquicas. Para Nicolás Maquiavelo es una herramienta pragmática que puede ser útil en ciertas circunstancias, pero también puede ser perjudicial si se lleva al extremo. Jean-Jacques Rousseau, por otro lado, critica el nepotismo como una forma de tiranía que ignora el mérito y la capacidad.
Es importante tener en cuenta un mínimo de algunas ideas teóricas para conocer la raíz profunda del nepotismo incluso si nos asomamos a la historia de nuestro país podremos entender que desde la época prehispánica ya se tenían prácticas en torno al nepotismo, pero que respondían sobre todo a la idea de una divinidad de su linaje familiar sobre los monarcas y jerarcas.
La legitimidad del rey por ejemplo en los mayas k’uhul ajaw (el de la voz de mando) venía del reconocimiento divino, como también ocurría con los Reyes europeos, las prácticas de nepotismo eran comunes.
Los emperadores aztecas y mayas designaban a sus familiares y allegados para cargos importantes en el gobierno, la religión y el ejército. El fin único de estas prácticas era mantener el poder en un núcleo familiar.
La llegada de los españoles y la colonización de México trajeron consigo nuevas formas de nepotismo, influenciadas por la monarquía española y la Iglesia católica. Los cargos y beneficios se asignaban según la relación familiar o personal, lo que generó una concentración de poder y riqueza en manos de unos pocos. Razón suficiente para que estallara la independencia en nuestro país, la subdivisión en castas y la explotación de los indígenas fueron suficientes para que la población se diera cuenta de las prácticas de gobierno hereditario que finalmente terminaron por colapsarse con el levantamiento armado independentista.
Durante La Época Juarista, Benito Juárez implementó políticas que limitaron la concentración de poder y promovieron la igualdad de oportunidades, aunque sus adversarios aún de la época actual acusan a Juárez de que familiares ocuparon encargos principales como diputados y particulares de su gobierno. Durante el gobierno de Porfirio Díaz este concentró el poder y practicó el nepotismo, lo que generó descontento y fue una de las causales de la Revolución Mexicana.
La Revolución Mexicana, iniciada por Francisco I. Madero y continuada por figuras como Emiliano Zapata, Francisco Villa y Venustiano Carranza, buscó erradicar la corrupción y el nepotismo, y establecer un gobierno democrático y justo. Sin embargo, Carranza, una vez en el poder, cometió prácticas nepotistas y designó a familiares y allegados en cargos importantes, a pesar de que la Constitución de 1917 prohibía esta práctica.
Como observamos, nuestra historia no está libre de este tipo de prácticas incluso apellidos actuales en el mundo de la política mexicana ya tenían eco en la época de la independencia y la revolución mexicana tanto en las alas progresistas como en las conservadoras.
El nepotismo es una práctica del viejo régimen para mantener privilegios y prebendas en los gobiernos, pero también esta arraigado al pensamiento de considerar al gobierno como un negocio o herencia familiar.
En el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador las reformas que se instauran para combatir la corrupción, combaten también el influyentísimo y amiguismo. Existe un antecedente en 2015 de la ley 3 de 3 para sancionar a funcionarios públicos, que sin embargo no tiene el rigor de la reforma judicial actual.
La lucha contra el nepotismo en México es un proceso continuo que requiere la participación ciudadana y la funcionabilidad de una contraloría ciudadana.
La reciente reforma judicial, es un ejemplo para la presentación de nuevas iniciativas de ley en lo local y federal, esta reforma demuestra que es posible impulsar cambios significativos en la lucha contra el nepotismo, el influyentísimo y la corrupción. Es necesario que se presenten nuevas iniciativas de ley que refuercen la transparencia y la rendición de cuentas en la asignación de cargos y beneficios, que se continue con la profesionalización, el mérito administrativo y de gobierno. Esto puede incluir la creación de órganos independientes de fiscalización, la implementación de sistemas de meritocracia en todos los niveles de gobierno y el establecimiento de sanciones severas para aquellos que incurran en nepotismo, influyentísimo y amiguismo.
Finalmente, la reforma judicial, abre la puerta para continuar con modificaciones de fondo al sistema de partidos políticos y al Instituto Nacional Electoral, en otras palabras, ahora existe la oportunidad para combatir los negocios familiares en los que se han convertido organismos autónomos e instituciones políticas. Las leyes siempre deben homologarse en beneficio de los ciudadanos.
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