La oposición, con la X a la cabeza, quieren convencer a los mexicanos que tienen miedo. Lo repite como un mantra para seducir con su rumor y convertirlo en una sensación real. Con miedo cualquier gobierno puede manipular, reprimir, ser autoritario, en nombre de la seguridad.
La oposición, con una minoría de gente tras de sí, con cada día menos militancia, con un desgastante proceso hacia las elecciones asegura que tiene detrás de ellos a mucha gente, a millones de mexicanos que habla con ellos, pero sin testimonios de esos encuentros; sin embargo, afirman, que la gente les dice, pero no dice quién, cuándo se lo dijo, dónde se los dijo. Simplemente lo imaginan y esa imaginación la convierten en consigna para que coincida con la imposición de miedos.
Es la última esperanza de una oposición que en cinco años no pudo estructurar una sola consigna sólida, con rices sociales, con contenido realmente popular.
Eduardo Galeano dice que “El hambre desayuna miedo”, poema que termina diciendo, “Miedo de vivir”, eso es lo que pretenden los supuestos defensores de la vida que para poder llamar la atención imponen el miedo como ña única sensación que impera alrededor de las elecciones.
La consigna es clara, los voceros del miedo hacen campaña en nombre del miedo como único proyecto político y social, como en los tiempos de la represión del PRI, la tranquilidad social se pondera para justificar la represión. La propia candidata opositora ya avisó que no le temblará la mano en nombre de una tranquilidad social, cuyos desestabilizadores todavía no se ha dado cuenta que son sus propios correligionarios.
La oposición cree que si la candidata X logra convencer a la población de que impera el miedo en cada rincón del país, ganaría las elecciones. Esto lo hace cuando se ha ganado una fama de mentirosa, tanto que debe sellar con sangre una promesa innecesaria, como es el caso de preservar los apoyos sociales, que ya están plasmados en la Constitución, y que trató de desarticular primero votando en contra, junto con el PAN, y luego avisando que los programas debían ser efímeros.
El miedo antes de convertirse en una herramienta de la derecha en tiempos de elecciones, debe convertirse en una mercancía cuya necesidad crean los medios con las ideas de os conservadores que saben que el miedo es la sensación que más conductas modifica.
El miedo es un paso previo al desastre, en cualquiera de sus manifestaciones, y debe venderse en todo momento para considerar que la mayor seguridad está en casa. Es decir, a merced de los medios convencionales, que son os que son acordes con las ideas conservadoras donde puede ser informados o desinformados por Ciro, Dóriga, Pepe Cárdenas, Carlos Loret, los comentaristas políticos de Televisa y TV Azteca, y la palabra siempre tendenciosa de personas como Azucena Uresti.
La campaña contraria, la de Morena es de alegría, que si bien es una emoción contagiosa no pretende, desde esa perspectiva, manipular sino contagiar de entusiasmo. Desde luego se trata del partido en el poder, pero muestra la ficción que trata de consolidar el miedo.
El miedo en los casos reiterados suele ser irracional, cuando la manipulación y trata de introyectar el miedo se vuelve absurdo, ilógico y en ese tipo de miedo de la derecha quiere que la mayoría de la población cabalgue hacia las elecciones.
Quieren que los ciudadanos se conviertan en paranoicos, en ermitaños, seres antisociales, que desconfíen de todos, del vecino, del familiar, del extraño, del que pasa por la calle, del que viaja en el metro junto otros, donde la solidaridad la organización social sea parte del peligro.
El miedo no sólo es una labor de proselitismo sino el principal enemigo del tejido social.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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