“Existen las mentiras, las grandes mentiras y las estadísticas”, es un dicho estadounidense que es citado a menudo cuando se habla de las encuestas, método estadístico de crucial importancia, utilizado tanto para conocer preferencias electorales, como para desinformar o manipular a la opinión pública.
A medida que nos acercamos más a la fecha fatídica fijada por Morena para la realización de sus propias encuestas, parece estarse librando una verdadera avalancha de estos sondeos, publicados y repetidos por todos los medios de comunicación tradicionales, además de redes sociales. Ante esta vorágine de cifras y triunfalismos, es importante evitar ser arrastrado, sino aplicar memoria y criterio.
Memoria, porque la historia nos muestra, una y otra vez, lo limitadas y a menudo erróneas que resultan ser las encuestas, con fines publicitarios. Recordar las pasmosas derrotas del PRI o del PAN frente a Morena, con las encuestas señalaban que existía un “empate técnico”, resulta de risa. Sin ir tan lejos, de acuerdo a un estudio, el 51% de las encuestas realizadas para la pasada elección en el Estado de México resultaron estar erradas en sus predicciones.
Pero aquí es donde hay que aplicar criterio, porque no se puede echar por la borda estas herramientas de medición. No todas son iguales y las circunstancias de cada una es lo que hace que se distorsionen de distinta manera.
Si bien existen las encuestas “cuchareadas”, o hechas explícitamente para apuntalar a un candidato; existen otras que están hechas de buena fe, pero que igualmente ofrecen resultados “torcidos”. En estos últimos casos, mucho tiene que ver la muestra usada.
Es evidente que, si se recurre a una encuesta telefónica, entonces quienes contesten serán de la población con línea telefónica fija, lo que implica ya cierto nivel económico. Aquellas que se hacen de manera presencial, a menudo envían a sus encuestadores a una plaza o algún otro lugar concurrido, donde igualmente entrevistan a gente de clase media o arriba.
Por ello, incluso sin una intención explícita por querer falsear resultados, estas encuestas acaban en ridículo cuando acude el pueblo en masa a votar, eclipsando por mucho a los grupos que son los representados de forma desproporcionada en todas estas encuestas.
Esto lo estamos viendo ahora, con todas las encuestas publicadas en torno a los “corcholatas” de Morena, donde nuevamente, medios tradicionalmente de derecha, sin darse cuenta o tal vez muy a propósito, presentan resultados distorsionados, al darle mucho mayor peso en las mismas a las clases medias y altas, así como a las zonas urbanas.
Porque, debe decirse, incluso en el más óptimo de los casos, de visitas a domicilio, se recurre mayormente a las principales urbes, en zonas céntricas o al menos no tan remotas, lo que, nuevamente, excluye a una mayoría de ciudadanos, el llamado “México profundo”, de estos instrumentos de medición.
De acuerdo a las mencionadas encuestas, es la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien va a la cabeza, con variables porcentajes de ventaja. Estos resultados contrastan de forma enorme con las encuestas levantadas por medios independientes, cuyos lectores son mayormente de izquierda, y en los cuales es Adán Augusto López Hernández quien lleva una amplia ventaja, muestra clara de las distintas bases de apoyo a los distintos aspirantes morenistas.
¿Pero que pasaría si se encuestara en zonas de clase media y alta? Seguramente Marcelo ganaría.
También las estrategias de ambos han sido muy distintas. Mientras Sheinbaum ha optado dado más peso a su campaña “de aire”, de posicionamiento en medios de comunicación; Adán Augusto no solo ha preferido avanzar “por tierra”, con un mayor número visitas a la ciudadanía, sino que además eligiendo recorrer comunidades demasiado a menudo pasadas por alto por aspirantes políticos. En mí estado, Quintana Roo, Sheinbaum solo visitó Cancún, en tanto que Adán Augusto acudió primero al poblado de Carlos A. Madrazo, que muchos quintanarroenses ni siquiera saben que existe y luego a Felipe Carrilo Puerto, zona 100% Maya y olvidada de la abundancia de las zonas turísticas, además otras tres principales ciudades del estado: Playa del Carmen, Chetumal y Cancún (al último).
Con estas distintas variables, muchísimo dependerá de las verdaderas encuestas, aquellas que realizará Morena, y de las zonas de levantamiento de muestra. ¿Se limitarán a las zonas urbanas de alta afluencia o acudirán a este México profundo, tan a menudo excluido? Si la respuesta es la segunda, entonces podría darle voz a una base de apoyo hasta ahora oculta, que parece estar decantada mayormente en favor de Adán Augusto López Hernández.
Las exigencias en cuanto a parcialidad y transparencia serán mucho mayores para estas encuestas, que se supone deberán cuestionar a al menos 180 mil mexicanos.
El tiempo dirá, pero lo cierto es que no hay nada definido, pese a lo que nos quieren hacer pensar los medios tradicionales, tan cargados a la derecha y tan propensos a excluir a las mayorías de sus encuestas.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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