Dejando claro que el diálogo es un valor fundamental de la democracia, Jorge Romero, flamante e inflamable nuevo presidente electo del PAN, extendió la mano a lo que llama “el gobierno” —aunque sólo se refiere al Poder Ejecutivo— y ofreció dialogar con él, pero fue claro y enfático: “Una sola vez vamos a ofrecerle diálogo a este gobierno”. Porque una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, y no es lo mismo estar dispuesto a dialogar que estar siempre dispuesto a dialogar. De tal suerte que el presidente del PAN más insignificante de los últimos veinte años, al mismo tiempo que dice una cosa, dice otra. Para su suerte, la presidenta Claudia Sheinbaum, a quien Romero llama “el gobierno” lo mandó a la siguiente ventanilla, a Gobernación, para que ahí lo atendieran, desaprovechando la muy desaprovechable oportunidad histórica de dialogar con la principal y pauperizada, disminuida, ninguneada, vapuleada, ignorada y despreciada, fuerza opositora de toda oposición a aquello que amenace con amenazar los intereses de la clase privilegiada para la cual trabajan.
Habrá que reconocer que se necesita tesón para aferrarse a un error del modo en el que el PANismo, su dirigencia, sus representantes y su militancia se aferran. No es poca cosa declarar que no buscarán, a toda costa, el diálogo con la presidenta más votada de los últimos años, a la que eligieron en las urnas más de treinta y cinco millones de mexicanos, superando (prácticamente) por veinte millones de votos a la candidata, de cuyo nombre no puedo acordarme, que representaba al PRIANato y lo que todavía quedaba del muy escaso PRD. Que el PANismo le ponga un ultimátum a lo que su nuevo presidente llama “el gobierno” (ignorando que el gobierno no sólo está formado por el Poder Ejecutivo), y se niegue a buscar dialogar con él en aras de garantizar que los intereses, preocupaciones y necesidades de sus feligreses tengan voz y representación, es de una dignidad propia de maniqueo protagonista femenino de las peores telenovelas del peor Televisa.
A estas alturas es más que claro que el principal problema que los cuatreros cuatroteros enfrentan para sacar adelante sus iniciativas, y proyecto de gobierno, son ellos mismos. Hay más necesidad de discutir y dialogar al interior de Morena que entre Morena y cualquier otra fuerza política, la más fuerte de la débil oposición que tiene el partido en el poder, resulta mucho más débil que la fuerza que tienen los distintos grupos al interior del poder. Los ochenta y tres senadores morenistas, de ciento veintiocho senadores, y los trescientos sesenta cuatro diputados morenistas de quinientos diputados, más quienes han cambiado de filias y fobias, son suficientes para sacar adelante lo que sea que se pongan de acuerdo para sacar adelante. El impacto de los veintidós senadores del PAN y sus setenta y dos diputados es tan insignificante que no hay forma de reparar en ello.
La estrategia del PANismo romerista es clara, de 2018 a la fecha el PAN ha pasado de ser una fuerza opositora a una fuerza insignificante —no solo en las cámaras, también en las gobernaturas de las distintas entidades federativas, donde de gobernar once, casi triplicando a Morena, ha pasado a gobernar cuatro estados, mientras Morena gobierna veintitrés de ellos— que busca ratificar su insignificancia a como de lugar. Pareciera que les molesta que el PRD se extinguiera antes que ellos. Perder siete gubernaturas parece poca cosa cuando se pueden perder todas las gubernaturas. Dialogar con la principal fuerza política del país y, en consecuencia, con los millones de mexicanos a los que dicha fuerza política representa es indigno y debe despreciarse con todo el desprecio, clasismo y despotismo que se tenga a la mano.
Entrados en gastos
Resulta preferible morir por inanición que sobrevivir alimentado por una chusma que solo sirve para servir a los intereses de la clase dominante. Si la masa se ha rebelado a los benefactores que les dieron patria y miseria, si la masa no sabe agradecer la bota que le pisa el cuello y lamerla al mismo tiempo, si la masa piensa que la masa misma es suficiente para ser masa, que no necesita la mirada despectiva de una clase dominante que los sobaje y humille para recordarles que son lo que son porque no pueden ser lo que no son, entonces no merecen ni una sola oportunidad de dialogar con esos representantes de lo peor que tiene la humanidad, con esos prohombres y mujeres que saben que los demás están equivocados porque no se alinean a sus intereses. La masa no sabe lo que pierde al perder la oportunidad de dialogar con un PANismo con el que no le interesa dialogar.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios