El liderazgo es influencia, nada más, nada menos.
John Maxwell
He escuchado muchas veces a algunas personas asegurar que no tiene relevancia qué gobierno nos encabece, que solo importa lo que hagamos cada uno como ciudadanos; difiero, sí que tiene relevancia, sí que importan las políticas públicas. ¿Cómo no pudo importar que los gobiernos neoliberales devaluaran el peso y que de un día para otro el dinero valiera la mitad? ¿Cómo no pudo importar que uno de estos gobiernos convirtiera la deuda de los bancos en deuda pública y hasta hoy sigamos pagando intereses absurdos con dinero que se necesita en varios sectores como educación o salud?
Claro que importa quién nos gobierna y nos debe importar mucho. Y para muestra un botón. En septiembre de 2016 el presidente en turno, Peña Nieto, asistió a la inauguración de una planta de refrescos (de la marca más consumida), en su discurso argumentó que él bebía diariamente una de estas gaseosas; lo dijo con orgullo y con la actitud estulta que le caracterizaba, la actitud de una persona que no entiende que no entiende; ese momento en que, de acuerdo con un informe de la ONU, México ya encabezaba la lista de los países más obesos. Su comentario era lo de menos, la empresa en cuestión gozaba de varios beneficios, como la condonación de impuestos, permisos y concesiones por la explotación de agua, incluso en zonas dónde gente carece de acceso al vital líquido.
Los años del peñismo transcurrieron con dureza para muchos, ya sea porque ahora se tiene mayor acceso a la información gracias a las redes sociales, o porque no se trataba solo de percepción: la corrupción alcanzó niveles descomunales. La prioridad, por encima de la salud, eran siempre los negocios de las transnacionales. Las escuelas, las tienditas, las calles, las alacenas, todo estaba saturado de comida chatarra; no había restricciones en la publicidad engañosa, podían vender sin reparo “beneficios nutricionales”, los productos eran marcados con un etiquetado poco claro que desmerecía atención.
Cuando cambió el gobierno en el 2018, cambió el discurso, y con ello el trato a los grandes negocios; se habló, como no ocurría hace mucho, de priorizar la salud sobre el interés económico, de prevenir enfermedades desde la alimentación. Cambiaron disposiciones oficiales para el etiquetado de productos que exceden los límites recomendables en azúcares, sodio, grasas trans, causantes principales de enfermedades crónico degenerativas. Se logró que fuera obligatorio excluir en envases o empaques, elementos que atraigan la atención de los niños como caricaturas, dibujos y otras figuras que motiven a su consumo.
Notable, pero sobre todo, era urgente, que el gobierno reconociera y atendiera este problema grave de salud pública. Durante la pandemia fue más evidente la vulnerabilidad de aquellos que carecían de salud por malos hábitos alimenticios y por descuido de su salud general.
El presidente de la república, el secretario y subsecretario de salud enfatizan en sus discursos la urgencia de eliminar alimentos ultra procesados. En la reciente Asamblea Mundial de la Salud, en congruencia con los preceptos de la cuarta transformación, el Dr. Hugo López Gatell insta a los gobiernos a trabajar en la prevención de enfermedades: “mejorar la salud no depende tanto de decisiones personales como de modificar factores estructurales”, importa mucho el trabajo que realicen los gobiernos para cuidar la salud de sus ciudadanos.
Cierto que no es solo responsabilidad de los líderes, siempre pendiente, está la conciencia de las personas por cuidarse a sí mismos; aunque una vez arraigados ciertos hábitos es difícil desecharlos. Mencionaría como referencia las campañas para que los fumadores dejen el cigarrillo, en las que se muestran los efectos del cáncer en los empaques, lamentablemente no han sido eficientes; ¿comprenderá la gente si en las latas o envases de refrescos se colocan imágenes de extremidades amputadas por los efectos de la diabetes para que entienda la gravedad de mantener ciertos productos en su dieta? Mucho por hacer en términos de salud, un sector abandonado por décadas en México, aunque esta vez, considero, el gobierno está haciendo su tarea.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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