Soldado aprende a tirar
Soldado, aprende a tirar:
Tú no me vayas a herir,
que hay mucho que caminar.
¡Desde abajo has de tirar,
si no me quieres herir!
Abajo estoy yo contigo,
soldado amigo.
Abajo, codo con codo,
sobre el lodo.
Para abajo, no,
que allí estoy yo.
Soldado, aprende a tirar:
Tú no me vayas a herir,
que hay mucho que caminar.
Nicolás Guillén (Camagüey 1902-La Habana 1989)
Leo por aquí y por allá que los partidos con posturas abiertamente derechistas y antipopulares, organizan grupos de choque que se asemejan a las falanges franquistas, que esos partidos usan a sicarios y mercenarios del crimen organizado para tratar de crear un ambiente de violencia.
En su narrativa, Marko Cortés, Ricardo Anaya, Clemente Castañeda y sus secuaces de algunos medios de la televisión y la prensa alquilada, quieren presentar una realidad muy diferente de la que vemos los pequeños mortales a quienes ellos detestan. Ellos pretenden que el país se vea incendiado y absolutamente lleno de violencia, quieren volver a ver la guerra del “Carnicero de Michoacán”, Felipe Calderón Hinojosa, pero eso no existe más que en su narrativa.
La visión de la seguridad para la derecha implica una verdadera militarización del país, pero no con tropas nacionales, sino con la intervención directa de soldados estadounidenses para que, bajo la excusa de “terrorismo” y calificando al Estado Mexicano de incapaz, ellos sean impuestos en el poder para continuar saqueando al país sometiéndolo a la voluntad del imperialismo y del capital financiero que no deja de asechar a México.
La violencia es mucho menor de lo que dicen y la actuación de las fuerzas del orden es cada vez más eficaz. La excepción son las policías locales, porque en ellas sigue privando la corrupción, la impunidad y posiblemente la asociación con los agentes de la derecha en el crimen organizado. Falta mucho por hacer.
Sin embargo, hay un germen implantado y solo falta que madure un poquito para que aparezca rodeado de la suciedad que lo va a alimentar y a colmar. Se trata de la gestación de la estructura articulada entre las huestes de abogados emanados de las cloacas infectas del Poder Judicial y los restos fétidos y putrefactos de los partidos políticos agonizantes, pero que se han opuesto a todo aquello que pueda oler al perfume digno del que protege el sudor de sus hermanos proletarios. La batalla no termina, la lucha sigue y sigue y no van a derrotarnos, seremos tan dignos o más que los hermanos Cubanos.
El germen de la derecha radical está sembrado y puede crecer alimentado por esos leguleyos que se quedarán en la calle con mucho dinero y muchos padrinos que van a cooptarlos para desarrollar el proyecto de la más terrible y antipopular organización de derecha fascista en México. Hasta la iglesia católica tendrá que temerles.
Habrá chapulines que infiltren las filas de la izquierda oficial y mermen su arraigo popular que está debilitándose a pesar de los esfuerzos de quienes la encabezan, todo alimentado por la inflación y el desempleo que empieza a galopar tratando de recuperar su fuerza.
La inflación parece controlada. Sin embargo, cada vez que hay que ir a hacer la compra de la semana; la cebolla está más cara, el kilo llega a costar hasta ochenta pesos: las manzanas son imposibles de comprar porque cuestan más de setenta pesos el kilo; un frasquito de mermelada pasa de los cincuenta pesos, en caso de que sea de aquella que contiene un poquito de la fruta de la que se supone está hecha; un kilo de carne de res puede pasar de los doscientos diez pesos, si se quiere comprar de buena calidad, tendría que agregar una lista interminable, pero quién me lea, conoce esta verdad.
No quiero imaginar el escenario de una victoria electoral del germen derechista desalmado utilizando a sus grupos de choque, a la Guardia Nacional, a la Armada y al Ejército contra el Pueblo; la guerra de Calderón será un puro juego de párvulos en comparación.
Para evitarlo se precisa de la organización del proletariado y la concientización de cada individuo dentro de las fuerzas armadas acerca de cuál es su papel frente a un conflicto así; ellos también son parte del proletariado y no deben convertirse en lumpenproletariado. No se puede detener el proceso de concientización y sí tendría que realizarse un plan serio de control y contención contra esos grupos, En tanto, habrá que recitarles a todos los militares de este país el poema de Guillén, “Soldado aprende a tirar” y hacer que lo practiquen hasta el extremo para que México siga su camino al desarrollo y la justicia verdadera.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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