Por décadas, el sur-sureste de México fue el rostro del olvido. Políticas centralistas y gobiernos que miraron hacia el norte dejaron a esta región sumida en el rezago, sin acceso a las oportunidades que otras zonas del país disfrutaban. Pero todo cambió con una visión que puso al Istmo de Tehuantepec en el centro del desarrollo nacional. Este corredor conecta los océanos Pacífico y Atlántico; enlazando las esperanzas de miles de comunidades que, por primera vez, ven en la transformación una promesa cumplida.
En el sexenio pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador impulsó el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), un ambicioso proyecto que revivió la histórica ruta férrea entre los puertos de Salina Cruz, Oaxaca, y Coatzacoalcos, Veracruz. Más que una obra de infraestructura, el CIIT se convirtió en un motor de desarrollo, integrando a la región en la economía global y creando diez Polos de Bienestar. Estos polos detonarán oportunidades en zonas donde el progreso parecía inalcanzable.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha asumido la tarea de consolidar este legado, integrándolo a una estrategia nacional aún más amplia: el Plan México. Esta iniciativa busca fortalecer el comercio exterior, relocalizar cadenas productivas y abrir nuevas oportunidades económicas para México en un contexto global. Con el CIIT como pieza clave, el Plan México no sólo conecta regiones dentro del país, sino que posiciona a México como un nodo estratégico para el comercio internacional.
Además, el gobierno federal anunció una inversión histórica de 157 mil millones de pesos para 2025 destinada a la construcción de trenes de pasajeros, reforzando la relevancia del tren como un eje central en el desarrollo de infraestructura nacional. Este esfuerzo moderniza las vías del CIIT amplía la conectividad entre las regiones del país, e integra al sur-sureste al resto de México con una visión de inclusión y progreso.
El Consejo Asesor de Desarrollo Económico Regional y de Relocalización (CADERR), liderado por Altagracia Gómez Sierra, tiene un papel fundamental en esta transformación. Entre sus principales objetivos está promover y concretar inversiones privadas, generar empleos y fomentar el desarrollo regional. Para lograrlo, se plantea una estrategia que incluye la creación de proyectos de infraestructura con esquemas de inversión mixta, el fortalecimiento de corredores industriales y los Polos de Bienestar, así como el desarrollo de proveeduría local a través del apoyo a MiPymes con capacitación, financiamiento y canales de comercialización directa. También se busca impulsar la sostenibilidad en los procesos industriales, incrementar los niveles de inversión y exportación, duplicar los programas de educación técnica y certificación, y fomentar la innovación mediante el registro de nuevas patentes.
La estrategia contempla además medidas para agilizar inversiones mediante la digitalización y simplificación de trámites, así como promover programas de banca de desarrollo que fortalezcan a las MiPymes y exportadoras. Paralelamente, se estudian ajustes arancelarios para proteger la proveeduría local y se consolidan alianzas entre la administración pública y los sectores económicos para dar seguimiento a la cartera de inversiones privadas. Con este enfoque integral, el CADERR se posiciona como un enlace clave entre el sector público y privado, marcando una ruta clara hacia el desarrollo sostenible y regional.
Los 10 Polos de Bienestar del CIIT, respaldados por estas acciones, son ahora un ejemplo de cómo las políticas públicas pueden transformar regiones marginadas en centros de oportunidad. Con programas que fortalecen la capacitación técnica, la sostenibilidad y la integración de MiPymes, se promueve una economía más inclusiva, donde el desarrollo además de fluir hacia las grandes urbes impulsa también a las comunidades rurales.
El CIIT también tiene una proyección global. Al integrarlo al Plan México y vincularlo con tratados comerciales estratégicos, como el T-MEC, se posiciona a México como un puente para el comercio internacional. En este contexto, la inversión en infraestructura ferroviaria y la coordinación con el CADERR no sólo promueven el comercio, sino que generan un impacto directo en las comunidades que históricamente habían sido relegadas al olvido.
El Corredor Interoceánico como proyecto logístico, es un símbolo de una nueva era para el sur-sureste. Mientras los trenes recorren sus vías y las zonas rurales se transforman en polos de desarrollo, se construye también una narrativa de justicia y equidad. Bajo esta visión, México deja de ser un país dividido por el centralismo para convertirse en una nación que avanza unida hacia el futuro.
El reto ahora es mantener este rumbo. La integración del CIIT con proyectos como el Plan México y la ampliación de infraestructura ferroviaria demuestra que es posible equilibrar crecimiento económico con justicia social. Las comunidades del Istmo no quieren volver al olvido, y México no puede permitirse detener el tren del progreso.
Con una inversión sostenida, políticas inclusivas y una visión que priorice el bienestar de todas las regiones, el Corredor Interoceánico seguirá siendo el eje de una transformación que mira hacia el norte y el sur, para conectar a México con el mundo.
- La columnista, Mariuma Munira Vadillo Bravo, es Maestra en Derechos Humanos y Garantías Individuales, Subdirectora Ejecutiva en la Unidad de Desarrollo Regional y Bienestar Social del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, ex Secretaria de la Mujer Oaxaqueña. Puedes contactarla en Facebook: MUMA Mariuma Munira, Twitter: @MariumaMunira.
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