La Reforma a leyes secundarias electorales se aprobó en lo general y en lo particular en el Senado de la República, por lo que ahora deberá regresar a la Cámara de Diputados, donde será analizada y debatida una vez más, además de que podrá sufrir modificaciones antes de ser aprobada una vez más, esto previo a su publicación.
El avance que hasta el momento se tiene con la reforma propuesta por el Presidente López Obrador ha provocado celebraciones, debido al inminente fin de los derroches de los consejeros, el ahorro de dinero y el fortalecimiento real del aparato democrático mexicano; sin embargo la minoría conservadora no ha tardado en expresar su descontento, incluso personajes que deberían mostrar neutralidad.
El consejero Ciro Murayama, que debería ser ajeno a emitir opiniones a favor o en contra del proceso, ha optado por una arriesgada estrategia, saliendo descaradamente a defender sus privilegios, aun cuando una buena mayoría en redes sociales lo han expuesto como un funcionario abiertamente partidista.
“Por primera vez en décadas se aprueba una reforma electoral SIN consenso”, se escandalizó el “árbitro” electoral, que ahora asegura que desde el gobierno de atenta contra la democracia y se trata de desmantelar al Instituto Nacional Electoral (INE), aún cuando autoridades y funcionarios explicaron varias veces que en ningún momento la Reforma Electoral original, ya desechada, o este “Plan B”, atentan contra el órgano electoral, al cual en realidad buscan fortalecer y hacer más eficiente.
Claramente cansados de la simulación y los berrinches de unos pocos que quieren enriquecerse a costa del erario, usuarios de redes sociales le explicaron a Murayama que sí hubo consenso para la Reforma a leyes electorales, y para muestra le recuerdan la encuesta que el INE trató de ocultar y la “Marcha del Pueblo”, donde 1.2 millones de mexicanas y mexicanos salieron en apoyo a la Cuarta Transformación encabezada por AMLO.
En general las opiniones de los tuiteros son demoledoras, y no paran de dar ejemplos de como es que el IFE-INE claramente no es democrático, y una clara muestra de ello es el fraude electoral de 2006, donde la élite política y empresarial, amparada en el IFE, impuso a Felipe Calderón.
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