El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, afirmó que su país “no está en guerra con Irán”, sino con sus “ambiciones nucleares”. En declaraciones a NBC, Vance subrayó que el gobierno del presidente Donald Trump busca un acuerdo a largo plazo con Teherán.

Vance enfatizó que no se desea un cambio de régimen en Irán. El objetivo principal es acabar con su programa nuclear y establecer conversaciones con los iraníes. También mencionó que el ataque a Irán fue decidido justo antes de la incursión, y que Washington ha recibido mensajes “indirectos” de Teherán desde entonces.
El ataque reciente, conocido como la Operación “Martillo de Medianoche”, fue justificado por la amenaza que representa el programa nuclear iraní. Vance declaró que Estados Unidos ha logrado retrasar ese programa de manera significativa. Además, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, afirmó que el ataque “devastó” el programa nuclear iraní y fue un “éxito aplastante”.
Hegseth y el general Dan Caine explicaron que la misión involucró a siete bombarderos B-2. Estos bombarderos atacaron las instalaciones nucleares de Natanz, Isfahán y Fordó. Utilizaron bombas de alta penetración diseñadas para destruir objetivos subterráneos muy protegidos.
La operación tuvo lugar con más de 125 aeronaves involucradas y una maniobra de engaño. Los bombarderos se reabastecieron antes de atacar, lanzando aproximadamente 14 bombas MOAB durante los bombardeos. Un submarino estadounidense también disparó más de 24 misiles Tomahawk contra la instalación nuclear de Isfahán.
El general Caine evaluó que los ataques causaron daños “extremadamente severos” en las zonas alcanzadas. A pesar de la magnitud del ataque, no hay evidencia de que los aviones de combate iraníes intentaran interceptar la operación. Esta falta de respuesta fue vista como un éxito en el factor sorpresa por parte de los líderes militares estadounidenses.

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