La cruzada ideologizante que ha lanzado la CuatroTe en contra del Sistema Educativo Nacional tiene en los libros de texto y las pobres mentes de les niñes sus principales víctimas. Como no ha dejado de señalar el bloque opositor –que es bloque porque los une la misma perdida de privilegios, y es opositor porque carente de propuestas lo único que consigue articular, medianamente, es un discurso que se oponga a aquello que desde el gobierno se proponga, oponiéndose, si es necesario, a lo que otrora defendieron– los libros de texto están cargados de la ideología con la que se está de acuerdo en el gobierno. Por un lado, resulta lamentable que las mentes ilustradas de la oposición descubran que el sistema educativo es un aparato ideológico, décadas después de que Foucault muriera. Sin duda alguna, revelaciones como esta habrían transformado su obra y le habrían permitido alcanzar profundidades a las que solo es posible llegar con el patrocinio de Claudio X. Por el otro, resulta terriblemente mezquino que un gobierno como el que encabeza Andrés Manuel López Obrador, que se dice democrático y de izquierda, promueva valores con los que está de acuerdo ¡Qué gran ejemplo sería, cuanta estatura demostraría, si el contenido de los libros de texto tuviera ese maquillaje presuntamente desideologizado de la desideologización que encumbró las competencias educativas y que tan desideológicamente representa el programa PISA de la OCDE para la estandarización de los saberes y los educandos!
El pretexto, detrás de esta labor de propaganda educativa (y no es que el resto de la educación no sea propaganda, sino que hay de propaganda a propaganda), es el de formar sujetos con criterio propio, sujetos consientes de ser una construcción histórica y capaces de cuestionarse a sí mismos y a su contexto, sujetos que –como eruditamente señala Julio Patán, con esa saludable dosis de ironía que lo caracteriza, jamás alineada con los intereses de los intereses de la clase privilegiada– desde un enfoque multicultural, aprendan la importancia del pensamiento descolonizado ¿Para qué? ¿Para qué? ¿Para qué? ¿Qué necesidad hay de plantear una educación que permita a los individuos construir su propia identidad, si la identidad de los pueblos latinoamericanos (como la de los africanos y gran parte de los asiáticos) fue definida hace siglos por el noble salvajismo europeo? ¿Para que buscarle tres pies al gato si desde el descubrimiento de América recibimos la bendición como acto de barbarie?
De entrada, lo primero que señalan los críticos del pensamiento crítico, como fin y herramienta educativa, es que no hay necesidad de hacer de las matemáticas nada más que no sea un recurso al servicio de la acumulación de riquezas ¿Qué es eso de pensar en la economía popular o contribuir a una mejor planificación de los recursos familiares? Se preguntan los Julios Patán de la oposición. Lo único que el obrero necesita –y es obrero todo aquel que no cuenta con medios de producción y solo dispone de su fuerza de trabajo– es un nivel básico de matemáticas para entender que las horas trabajadas y su nivel de producción no tienen relación con el sueldo que reciba. Nada más. Las matemáticas deben estar al servicio de la explotación neoliberal, del mismo modo que lo debe estar la poesía y la literatura en general ¿De verdad vamos a insistir en el punto de que la literatura es una herramienta de transformación? No. No. No. Si se va a enseñar literatura en las escuelas, si se va a leer poesía, es solo para que los alumnos entiendan que, si no se tiene el privilegio de tener una vida privilegiada, no es posible acceder a los placeres del lenguaje ni entregarse al acto ocioso de intentar resumir el mundo en unas cuantas lineas. La poesía –sostiene con sabiduría mercenaria Patán, con la convicción de quien sabe que sostiene algo digno de sostenerse– será burguesa y defensora del establishment, o no será.
Y va más allá, van más allá (sería absurdo pensar que una mente brillante como la de Patán atraviesa sola las tinieblas del reformismo social), el modelo educativo que surja de ese movimiento que va por México, tendrá la virtud de regresarnos a un estado del cual no hemos terminado de salir, un estado donde sea posible que el hombre explote al hombre sin sentirse incomodo por hacerlo. No solo habrá de tirar a la basura la versión ideológica de la educación de la CuatroTe, habrá de retomar “una versión euro centrista de la historia, anclada en valores occidentales” e ignorar, como debe ser ignorado todo aquello que no contribuye al aumento de la plusvalía, la riqueza cultural de los pueblos originarios. No hay necesidad de construir nuevas narrativas históricas, que den cabida a sujetos que no tuvieron la fuerza suficiente para no ser conquistados, colonizados y sometidos. No. La historia que se debe contar es la de los ganadores, en especial si los ganadores aplastaron y humillaron a los perdedores. Lo que se necesita es un discurso histórico que le recuerde a cada sujeto cuál es su lugar en la sociedad, que enaltezca a la clase privilegiada / explotadora, y recuerde a la clase explotada que no tiene posibilidad de modificar su condición, que no hay forma de lograr un cambio profundo de su realidad y que debe estar agradecido por ello.
Entrados en gastos
El Sistema Educativo Nacional en general, y los libros de texto gratuitos en particular, deben ser dispositivos, herramientas, medios que contengan y, de ser posible, socaven, el potencial popular. Educar para que los sujetos sean capaces de discutir, generar asambleas, tomar decisiones e incidir en su entorno y contexto, es educar sujetos que se nieguen a ser sometidos por discursos clasistas que no buscan otra cosa que no sea el preservar un sistema social definido por la injusticia y la desigualdad. Para eso tenemos un sistema electoral que permite al ciudadano jugar a que toma decisiones y lo excluye de las discusiones donde se toman las decisiones que los afectan, para eso tenemos un sistema educativo punitivo y castrante, para eso tenemos intelectuales alineados con los intereses de la clase privilegiada, para garantizar que todo se mantenga en su sitio, que cada uno tenga claro qué tiene que hacer cuando despierta y –sobre todo– ante quien tiene que agachar la mirada.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
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