Economía de la tragedia

Poco a poco se van ajustando las piezas para poder darle continuidad a la cuarta transformación en México en el 2024. Claudia Sheinbaum se ha colocado ya como líder y coordinadora nacional y Clara Brugada como coordinadora de la cuarta transformación  en la Ciudad de México (CDMX), en ambos casos, tienen asegurado el éxito, no solo por ser quienes en su imagen y en su actuar representan los principios y convicciones del movimiento, sino también por ser mujeres valientes y dignas dirigentes que han trabajado largo tiempo por un país más justo y democrático. Basta  con mirar al pasado para ver la lucha del movimiento estudiantil en la que participó activamente Sheinbaum (quien hoy ostenta el bastón de mando), o el trabajo comunitario realizado por Brugada (quien es la alcaldesa mejor calificada), ambas están hechas de buena madera, mujeres de gran valor ético y cívico, no están hechas al vapor, no son productos chatarra como los candidatos y candidatas de la oposición que si de algo carecen es de dignidad.

Vamos bien en el movimiento, es por ello que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con tranquilidad pero sin descansar ni un sólo día, aún en su día de cumpleaños (13 de noviembre), sigue inaugurando obras que desde el primer día de su gobierno ha mandado a realizar, sigue reconstruyendo o terminando obras que debido a la corrupción de gobiernos anteriores  dejaban abandonadas, sin concluir y en el olvido. AMLO se ha propuesto no sólo terminar las magnas obras emblemáticas de su gobierno, sino que sigue visitando cada uno de los estados de la república apoyando las demandas sociales y reforzando política y financieramente a todos los gobiernos (no importando el color) para que avancen en sus planes de desarrollo. Sin duda son muchas las obras que no prometido y aún así las está realizando, por mucho ha excedido las promesas de campaña, atendiendo a todos pero siempre y con mayor cuidado a los más desfavorecidos. 

No han sido pocas las adversidades que ha enfrentado nuestro presidente que con otro gobierno se habrían salido de las manos, no sólo por su ineptitud o su irresponsabilidad, sino porque carecen de un amor genuino al pueblo, a la sociedad, a la gente, porque los gobiernos corruptos de oposición representan eso, un servirse de la gente, no servir a la gente, es por ello que, por ejemplo, de la pandemia del COVID-19, o de cualquier otra calamidad habrían optado por hacerse multimillonarios y colocar la desgracia de la gente por delante, habrían hecho el negocio de su vida (recordemos que querían vender las vacunas). Esta visión va en contra de todo lo humano, estas actitudes superan cualquier tipo de patología, esta actitud de rapiña sobrepasa cualquier acto de perversidad, es carroñeria pura, es anti-natura, pero existe, y hasta antes de llegar AMLO al poder, era un verdadero “modelo de negocio”, uno de los más exitosos, más rentables económicamente y redituables políticamente, resulta que este “modelo” era el predilecto para aquellos políticos corruptos de poca monta que querían pasar a ser de la noche a la mañana los nuevos millonarios del momento. 

En clases de negocios les digo a mis estudiantes, si quieren perder su dignidad y hacerse millonarios, sean políticos corruptos, pero si deciden serlo, no entren a esta clase, porque aquí en mi clase no se enseña a ser un vulgar miserable, se enseña economía. Aquí, les subrayo, se enseña una economía digna, diferente, que rompe con muchos de los paradigmas establecidos, precisamente con aquellos paradigmas de ciertos intelectuales que por encargo publican sus “grandes” libros y que desde las “grandes” universidades y con portadas bonitas y pasta dura, venden sus libros al mejor postor y hacen de la academia un burdel de ideas inconexas desde la cual nos enseñan esta basura de economía donde el dios es el dinero, donde el máximo propósito es la generación y acumulación de riqueza, sin sentido y de forma mezquina.

Una vez aclarado este punto, procedo a explicarles de qué trata esto que llamamos Economía de la Tragedia, un tema por demás interesante, veamos esto con mayor detalle. Aquí y en otros documentos hemos dicho que la academia ha sido un mecanismo para trasmitir una ideología del poder como lo es el neoliberalismo, hemos señalado también que, por ejemplo, en el caso de los economistas, la enseñanza universitaria, en su mayoría, se ha reducido al aprendizaje de la teoría neoclásica que es la que le da sustento a la política económica neoliberal. En algunas ocasiones los alumnos se sorprenden, incluso algunos profesores se indignan al escuchar esto, lo cierto es que no lo pueden negar, no pueden negar que las “grandes” escuelas de economía se han retorcido y por debajo de estas se ha enraizado el paradigma neoclásico y neoliberal que coloca al día de hoy al economista en una situación de ignorancia de lo ético y lo humano, es sencillamente un economista deshumanizado, con cerebro  pero sin corazón, una especie de hombre de hojalata. 

En nuestra visión de economía, hemos definido a esta como una ciencia no que se reduce a “administrar los recursos que son escasos”, no, en nuestra definición, la economía es la ciencia que busca las distintas formas de mejorar la vida de las personas, esta, nuestra definición, va más acorde con la Economía Moral. En la economía tradicional, sabemos que el individuo busca consumir y el empresario busca producir y vender y bajo esta “lógica económica”, ambos interactúan en el mercado, uno para comprar y despojarse de su dinero y otro para vender mercancías de consumo que le permitan hacerse de dinero para una futura re-inversión. Es así como, casi como robots, ambos, consumidor y empresario, se ven en el mercado y procuran intercambiarlo todo, de tal forma que el consumidor llene sus bolsas de mercancías y el empresario salga del mercado con los bolsillos llenos de dinero. En ambos casos, si esto ocurre, son felices, porque supuestamente encontraron todo lo que buscaban. 

Bajo esta dinámica económica y esta visión un tanto básica no hay mucho que agregar porque el gobierno aparece como un simple receptor de impuestos de las transacciones que ambos realizan y finalmente con ese dinero el gobierno busca brindarles las condiciones para que en ese mercado, haya seguridad y certeza de que lo adquirido por el consumidor y lo recaudado por el empresario, se use en beneficio y satisfacción de cada quien. 

En este mundo ideal todo fluye, no existen contratiempos, ni tampoco adversidades o tragedias que hagan del consumidor un ser humano real ni tampoco del empresario una persona viva con más aspiraciones que el lucro. Aún permaneciendo en este esquema, una “desgracia natural” como la ocurrida por el huracán OTIS en Acapulco nos diría que, dado que el desastre provoca que se cierren las empresas y negocios, y por otra parte, que se clausuren los puntos de venta y los canales de distribución y logística de las empresas, eso provoca que haya una menor oferta de bienes y de servicios, en otras palabras, la curva de oferta se contrae y eso provoca que los precios aumenten, aplicando la máxima de que la escasez provoca el alza en los precios.

Es este esquema en el que es “permitido y justificado” que, quienes vendan, vendan a precios altos y quienes compren, los que puedan, compren a precios altos, en otras palabras, en esta grave situación y delicada porque pone en riesgo la vida de las personas, se aplica la estrategia de “sálvese quien pueda”, sólo van a sobrevivir aquellos que tengan lo suficiente en dinero para poder alimentarse o buscar un refugio o pueda tener acceso al agua o a otros servicios básicos de sanidad, alimentos o seguridad. En este perverso esquema que muchos lo ven como “normal”, como “así es el mundo”, sólo pueden resguardar a su familia o trasladar sus pertenencias a un refugio aquellas que tienen los recursos para pagarlo, sólo tiene una cobija el que puede pagarlo, o una botella de agua quien puede pagarlo. 

Resulta lógico que esta economía rechace la existencia del Estado o la reduzca a una mera oficina burocrática o intermediaria, a una ventanilla de trámites o a un ente que le resguarda su dinero al sector privado para después asignárselo por adjudicación directa a proyectos corruptos y así abusar del recurso público a manos llenas.  En este modelo el Estado no existe, ni siquiera las personas que mueren para ellos son personas, son simples consumidores que representan una canasta de consumo o un consumo potencial, no hay familias ni niñas o niños, ni gente adulta, son simples consumidores a los que hay que vender, todo esta en la venta, todo es dinero, se lucra con todo, con la tragedia, el dolor y el sufrimiento humano, mientras más hondo es la necesidad, mayor es el precio que se tiene que pagar por lo que se quiere, incluso con la propia vida.

Esa economía tradicional, ortodoxa o como le quieran llamar, es una Economía de la Tragedia, porque no antecede la necesidad de las personas desde un punto de vista humano sino económico, no existe la ayuda, sino pagas por ella, no existe la colaboración, sino una simple e inhumana relación entre dos agentes económicos que intercambian si pueden, todo lo material que les resulte atractivo, todo es mercancía y dinero, incluso las personas y su dignidad, es el reino del dios dinero.

Ahora se entiende por qué cada que había un “desastre natural”, salían de sus cuevas los bandidos a ganar todo lo que podían. En un principio era algo espontaneo, pero con el paso del tiempo se regularizó, en tiempo y espacio, por esa razón, en temporada de lluvias y huracanes, ya todos los proveedores estaban listos para enriquecerse al amparo del poder público, para exprimir el presupuesto de gobierno declarándose todas las entidades en situación de riesgo y justificando así una supuesta ayuda que nunca llegaba, de esta manera ,un proveedor de insumos en ese tipo de eventos se volvía millonario de la noche a la mañana.  

Era cuestión de seducir al secretario de gobierno en turno para que este asignara los recursos por medio del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) y se convirtiera una élite en “proveedores estrella” que sin ninguna regulación o supervisión y dada la urgencia de la situación, le asignaran los precios que quisieran a una cobija, una lámina o a un electrodoméstico, multiplicando así las ganancias de los supuestos empresarios. 

No había certeza de que lo que comprara el gobierno le llegara a la gente, los medios hacían su parte, haciendo una apología de la tragedia o tomando fotos y videos de supuestas entregas para repetirlas una y otra vez en los medios y dar por echo de que la ayuda se estaba entregando tal como se había prometido, sin embargo, era parte del montaje resultado de la coalición entre gobiernos corruptos, falsos empresarios proveedores y medios de manipulación al servicio vulgar del dinero mal habido.

En esta Economía de la Tragedia ganaban todos menos el pueblo, los gobernantes corruptos se hacían millonarios con el moche del proveedor, los falsos empresarios, incluidos los de los medios de manipulación, también se enriquecían, si embargo, el pueblo no, la gente desfavorecida aunado a su pobreza se le sumaba la tragedia personal por la perdida de su patrimonio, o  familiar por la perdida de sus seres queridos, aunado a ello, venía el abuso del poder, el enriquecimiento al cobijo del sufrimiento de la gente, eran los empresarios de la desgracia, especialistas en gestionar el desastre y en lucrar con las necesidades sentidas de un pueblo.

Estos falsos empresarios carroñeros esperaban feliz y plácidamente la tragedia del día de mañana y la del próximo año, ya sea que las “bonanzas” y los “contactos” les trajeran negocios para aprovechar una sequía en una comunidad o una inundación en una localidad, o el desbordamiento de un rio, o el deslave de un cerro, o la caída de un puente, o un socavón o el desmantelamiento de una carretera, etc., cualquier “desastre natural” que les permitiera obtener riqueza de la pobreza y desgracia de los demás. 

Hasta qué punto los “desastres naturales” lo son del todo, bajo esta Economía de la Tragedia, algo que parecería “natural” se volvió normal y común, es decir, se normalizó la tragedia como algo habitual y cotidiano, de esta manera era normal que quienes se inundan, se inunden cada año, que quienes padecen de falta de agua, lo hagan cada año, lo anterior da a pensar que de alguna manera puede ser provocado, algo que oculta la Economía tradicional, da por hecho que existe la escasez cuando en realidad la escasez es provocada. 

También se puede modelar la tragedia, se puede incluso inducir a ella con políticas publicas corruptas, con funcionarios sin escrúpulos, y con mafiosos que se creen empresarios y que cuando todos esos elementos se conjuntan se puede entender, por ejemplo, cómo es que se lleva a cabo un programa de vivienda cerca de una barranca para después lucrar con la tragedia de que estas vivienda se vengan abajo; o que por la necesidad sentida de vivienda se realicen desarrollos inmobiliarios en donde no hay agua; o que quieran hacer un aeropuerto sobre un lago, secando un vaso regulador de agua para millones de personas; o enfermar a una población con cáncer por emisiones de contaminación y después venderles servicios médicos y medicamentos altamente costosos, sin duda una lógica perversa e inhumana. 

Apreciables lectores, estudiantes y alumnos, esta es la Economía de la Tragedia, es esta la que vivíamos antes de AMLO y la que aprendimos a normalizarla desde la universidad, es este paradigma el que esta por extinguirse y junto con el todas las lacras institucionales que la provocaban, que la justificaban y que la normalizaban. 

No ha sido fácil tratar de erradicarla, hay muchos intereses de por medio, malas prácticas que muchos de los funcionarios de gobiernos pasados que permanecen en esta administración (en distintos niveles de gobierno) o que tienen redes de complicidad que no se han limpiado del todo, siguen buscando estas “oportunidades de negocio”, de ahí el odio que le tienen, tanto funcionarios como estos falsos empresarios, ya no les deja lucrar ni burlarse del pueblo, ya no hacen negocio con el dolor de las personas, yo no hacen esa cobertura del sufrimiento. 

Sin embargo, todavía hay despistados como Ricardo Salinas Pliego que sigue viviendo en el pasado y que sigue golpeteando al presidente con su televisora y tirando los trozos de dignidad que le quedan lanzando una linea editorial a sus conductores (como en el caso del miserable y farsante de Javier Alatorre) para ofender al presidente y manchar la imagen de un gobierno pulcro, con excelentes resultados en lo económico, en lo social y en lo político. Hoy nos acercamos más a una Economía Moral y dejamos atrás esa Economía de la Tragedia, hoy al pueblo de México se le respeta y también a nuestro presidente, cada vez veo a más y más gente que se suma al apoyo de nuestros hermanos de Acapulco, que se suman a la defensa de cualquier ofensa en contra de la investidura presidencial, hoy cada vez más veo a más personas que defienden a nuestra cabecita de algodón que es sin duda un lujo de presidente, muchas felicidades en su setenta aniversario, lo vuelvo a repetir, es un honor estar con Obrador. 

¡Viva AMLO, viva la Cuarta Transformación y viva México!

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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