Desde organismos internacionales y con enfoque globalista pernicioso, se pretende dictar una agenda ecologista a los países occidentales, haciéndoles creer que, si no siguen sus directrices y mandatos, además de hacerse acreedores a sanciones, provocarán catástrofes naturales. ¿Por qué? porque países como México, con el liderazgo de AMLO, que busca recuperar a Pemex de la ruina en que la dejaron los expresidentes del PRIANATO e inauguró una nueva refinería en Tabasco, buscan soberanía energética para no depender de los caprichos de potencias, principalmente de Estados Unidos; o de guerras, como la de Ucrania y Rusia que alteran los precios internacionales y generan inflación.
La oposición conservadora y golpista, con pseudocientíficos comprados, intenta colocar en el imaginario social que la soberanía es una aspiración trasnochada de AMLO, y que conviene rematar PEMEX al mejor postor, y para reemplazarla, se deberían de poner un montón de paneles solares y otras ideas fantasiosas para mover a la industria del país: nada más falso y peligroso que esto.
Pero, más allá del fallo anticonstitucional que significó derogar la ley que le daba prioridad a la CFE sobre las empresas extranjeras, vale la pena evidenciar, una vez más, la gran hipocresía de organismos y países occidentales cuando de cuidado al ambiente se habla.
A juzgar por el discurso de gobernantes y representantes de organismos internacionales y países del llamado primer mundo, que además de policías globales en asuntos políticos y económicos, se sienten vigilantes ecológicos a nivel global, pocos se salvan de las exigencias que ellos mismos quieren imponer, especialmente al mundo subdesarrollado, como México. El G7 exige sacrificios a sus propios sectores sociales, con una excepción: el sector armamentístico representado por Estados Unidos y sus aliados europeos, actualmente colaborando desde la OTAN.
La industria militar mundial es una de las principales responsables de la contaminación global, específicamente representa el 5.5% del total de emisiones de efecto invernadero, pero esta cifra es aproximada porque con el argumento de seguridad, difícilmente se puede llegar a saber el real impacto de todo lo que genera la industria armamentística. ¿A qué se equipara este número? Pues al total de comercio de aviones y barcos de mercancía juntos. Otro ejemplo: según la universidad de Brown, el ejército estadounidense contaminó lo mismo durante su invasión a Afganistán que todo lo que produjo la economía de Austria en el mismo periodo de tiempo.
Los países europeos y Estados Unidos, que se llenan la boca de ecologismo, han prometido aumentar su gasto militar para los próximos años, entonces, ¿que no contaminen solo aquellos que les interesa a ellos o todos se ponen en cintura?
¿Es importante pensar en un reemplazo al petróleo de cara al futuro? Sí, ¿se tiene que pensar en energías renovables limpias para ayudar al cuidado del ambiente? También, ¿se debe tener visión de largo plazo e implementar políticas públicas orientadas a preservar y cuidar la naturaleza? Sin duda. Pero lo que no se debe hacer es seguir los mandatos de países y organismos que, ante todo, son altamente hipócritas y actúan a conveniencia, evidenciado sus grandes y graves contradicciones.
México debe tener su propia agenda de desarrollo y pugnar hoy y siempre por una política de autosuficiencia energética, cuidando sus recursos y la naturaleza, pero también la economía de los ciudadanos.
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