Hoy, 28 de junio, se celebra el Día Internacional del Orgullo LGBT+; y el sábado pasado tuvo lugar la Marcha del Orgullo LGBT+ número 44 en la Ciudad de México. Según las cifras oficiales, la asistencia rebasó las 250 mil personas. Desde luego, asistí a este evento tan emblemático. Confieso que fue reconfortante constatar que la visibilización de nuestras comunidades de la diversidad sexo-genérica ha ayudado a generar respeto en una parte de la población. Sin embargo, estamos aún muy lejos de superar este problema. Problema que, por cierto, también deja ver el conservadurismo, sexismo, machismo y misoginia que persiste incluso en sectores políticos que se auto adscriben a las luchas de la izquierda.
La mayoría de lxs que, como yo, simpatizamos con la cuarta transformación, solemos estar de acuerdo y defender lo que se hace en los ámbitos político-partidistas y socioeconómicos. Sobre todo, porque estos ámbitos no nos obligan tan contundentemente a cuestionarnos asuntos muy profundos de nuestro actuar individual, de nuestros principios éticos y morales más profundos. Estamos tan acostumbradxs a adherirnos a un tipo de defensa de la igualdad económica, social y política que fetichiza la forma sin preocuparse realmente por el fondo. Nos decimos de izquierda, pero olvidamos algo que nuestro presidente, por ejemplo, siempre tiene en cuenta. Que la forma no es fondo y que el fondo importa más que la forma. El fondo, si tiene coherencia, eventualmente tomará forma. En cambio, la forma no necesita indispensablemente del fondo para existir. Las medidas políticas del gobierno y las acciones individuales para una supuesta inclusión de las mujeres y la diversidad sexo-genérica de poco ayudan si no se genera una verdadera reflexión y transformación de las consciencias con respecto a estos y otros asuntos.
Ser inclusivx no significa que usted nos conceda el derecho de existir desde nuestra identidad sexo-genérica y nuestra orientación sexual. En un sistema de derechos, ¿Quién se cree usted para conceder y tolerar este u otro derechos que poseemos por el simple hecho de ser seres humanos? La verdadera inclusión, en este y todos los ámbitos sociales y culturales, implica, ante todo, el reconocimiento de la condición de igualdad independientemente de las orientaciones religiosas y principios morales que usted tenga. Usted tiene derecho a decidir sobre SU vida y SU cuerpo, nada más. El cuerpo y consciencia de las otras personas, su pareja, hijos u otros familiares, no le pertenecen. Usted NO TIENE DERECHO a transgredirlos u obligarlos a pensar y actuar de una u otra forma.
Desde la primera parte de este texto, que he dividido en tres partes, he tratado de dejar en usted, queridx lectorx, algunos elementos que le ayuden a entender de manera un poco más profunda, de fondo, el tema de la diversidad sexo-genérica, pero reconozco que esto no lo hago como una petición, sino como un reclamo que aspira a despertar aquella conciencia libertaria que seguramente usted ha desarrollado en otros asuntos, pero que quizá no se ha permitido desplegar en temas como el de la diversidad sexo-genérica. Aunque, en la segunda parte cometí el error de llamar “preferencia sexual” a lo que en realidad se trata de orientación sexual, dado que no se trata de una elección, sino una condición, espero haber podido ayudarle a aclarar la diferencia entre sexo, género y orientación sexual. Considero que la comprensión de estos tres conceptos es el inicio para la comprensión de la complejidad del asunto.
Como cierre, me gustaría señalar que, cuando hablamos de diversidad sexo-genérica, no sólo nos referimos a comportamientos y prácticas en esos ámbitos -como las reflexiones simplistas parecen entenderlo-, sino que, eso es apenas la manifestación de una definición identitaria que usted percibe. La identidad tiene dos caras: La que uno mismo construye y reconoce y la que el otro percibe. Idealmente, el otro debería reconocerme de la misma manera en que yo me percibo. Pero, cuando yo me percibo y reconozco de una manera que no es la que la sociedad me quiere imponer, se me suele castigar con la discriminación y exclusión.
Al negarnos el derecho a vivir desde la manera en que nos identificamos sexo-genéricamente, usted nos está negando el derecho a existir. Y, aunque usted formalmente no debería de tener ninguna autoridad para privarnos de este derecho; lo cierto es que el sistema patriarcal, machista, misógino en el que vivimos, le da posibilidad de facto para discriminarnos y excluirnos. He ahí el por qué luchamos y seguiremos luchando contra este sistema.
La cuarta transformación ha generado un contexto propicio para avanzar en muchos de los temas que conciernen al reconocimiento de todas aquellas personas a las que se nos ha mermado nuestra calidad de seres humanos, no sólo a las comunidades de la diversidad sexo-genérica, sino a las mujeres, indígenas, pobres, discapacitados, etc.
Pero, como el presidente reitera continuamente, el verdadero cambio tiene que pasar por un cambio de fondo a nivel de las conciencias, por una reflexión sobre los principios morales y/o religiosos que tratamos de imponer a otros cuerpos y otras conciencias y por un compromiso real con la libertad, igualdad y justicia. Me hubiera gustado haber podido abordar más ampliamente este tema que me concierne identitariamente, pero espero por lo menos haber generado en usted algún tipo de reflexión. Hasta el próximo martes.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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