No es nada nuevo, pero la mezquindad humana ha vivido uno de sus mejores momentos en últimas fechas. La aparentemente espontánea campaña socarrona, que invita a los votantes ―que garantizaron la continuidad cuatrotera― a disfrutar lo votado cuando el Metro de la Ciudad de México se inunda o sufre una falla, cuando un huracán azota el sureste o el noreste del país, cuando hay una nueva crisis de inseguridad en Acapulco, cuando hay desplazados por la violencia, zonas inundadas, cobro de piso, etc. es, aparentemente, el punto máximo de la humanidad siendo ejemplarmente inhumana. La solidaria campaña que invita a todo aquel que no se preocupa por el preocupante bienestar de las privilegiadas clases privilegiadas es una muestra de lo mejor que pueden dar las huestes aspiracionistas y echaleganistas, de su espíritu y estatura moral, de los consientes que son de que nadie aprende en cabeza ajena y lo necesario que es que la gente, que antepuso el bien común a la estabilidad emocional de los patriarcas del oligarcado mexicano, sufra la consecuencia del abandono en el que el oligarcado tenia al país y que esos 35,924,519, que votaron en contra del regreso de un modelo inhumano que enaltece la desigualdad, padezcan en carne viva por querer abrir posibilidades que les permitan modificar su situación y la de millones de mexicanos.
Sin embargo, la pura buena voluntad que invita a disfrutar lo votado, cuando lo que se invita a disfrutar no tiene nada que ver con lo votado y no se puede disfrutar, no es suficiente. Las intenciones buenaondistas se quedan cortas cuando se trata de un objetivo tan alto, tan noble y de un impacto pedagógico vivencial como el de hacer que el electorado que ha perdido el camino escarmiente de tal forma que quede condicionado ―cual temeroso perro de Pavolv― para ni siquiera ser capaz de pensar que puede pensar por si mismo.
Es necesario que la oposición, que se opone a todo lo que no sea preservar los privilegios propios y los de sus amos, desarrolle las campañas, medidas, estrategias, tácticas y practicas que posibiliten del disfrute de lo votado. Desearlo es solo el primero de una serie de pasos que deben darse en pos de garantizar que el nuevo humano no vea la luz. Desde luego que no digo que dejen de desearlo, nada de eso, sigan deseándolo, deséenlo cada vez más, sigan gritándolo a los cuatro vientos, hagan playeras con el mensaje, lancen campañas más allá de las redes sociales, impriman espectaculares que inviten, una y otra y otra y otra vez más, a disfrutar lo votado.
Pero complementen esto con sabotaje activo que permita acelerar el disfrute de lo votado, si tienen dudas ―porque es normal tener dudas cuando se actúa por mezquindad― deben recordar que se trata de un sabotaje pensando en el otro, en el disfrute ajeno, en el aprendizaje que permitirá que nunca más vuelvan a descarriarse. Y si necesitan ejemplos, ideas, mejores prácticas, volteen a ver al Sindicato Nacional de Trabajadores del Metro, quienes, anteponiendo sus intereses al bienestar de la ciudadanía y los usuarios del Metro, han realizado una serie de nobles sabotajes con fines políticos y para ganar terreno de negociación con el Gobierno de la CDMX. Tirar aspas de una lavadora en las vías del Metro es solo una muestra de lo que todos y cada uno de nosotros podemos hacer. Piensen cuanto colaborarían si saturan el drenaje de sus ciudades con bolsas de plástico, si difunden noticias falsas sobre potenciales catástrofes naturales, ya sea para aumentar el estrés de la población cuando no hay motivos, o para disminuir su capacidad de hacer frente a la adversidad. Ideas sobran, ¡urge un sabotaje que aumente el disfrute de lo votado!
Entrados en gastos
De poco sirve entrar en luchas intestinas, en una cacería de brujas al interior de la oposición, quemar vivo a Marko Cortés o a Alito, llorar por la extinción del PRD o pensar en la formación de un nuevo partido político si no sentamos las bases que posibiliten el disfrute de lo votado por quienes votaron sin pensar en quienes debían pensar, que no eran ellos ni sus familias. Si las condiciones materiales moldean a las personas, moldemos las condiciones materiales para llenar de miedo a las personas, piensen en lo que hizo el salinismo para garantizar la continuidad del sistema en el 94, piensen en lo mucho que México necesita hoy, mujeres y hombres comprometidos en contra de la causa de las mayorías para que este país no vuelva a pensar en pensar que se puede vivir de un modo diferente al que dicta la oligarquía.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
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