Los medios convencionales crearon un segmento de la población que va a requerir de ayuda en cuanto tenga conciencia de su indefensión, por el momento son un grupo vulnerable que no sabe identificar la verdad.
Para ese segmento social cada información debe tener una utilidad práctica, que inicia con la selección de la información. Ahora no se elige la información de la realidad existente, el hecho consumado, sino lo que se quiere saber es la interpretación de la realidad que sus voceros favoritos difunden al gusto del espectador, como si se tratara de un menú en un restaurante. Lo que se les antoje consumir.
La información se convirtió en un insumo que los medios interpretan, traducen a placer, de acuerdo con el grupo al que quieren llegar, como si se tratara de un perfume. A su vez, la gente escoge el medio que puede satisfacer su curiosidad o su morbo y reformar sus creencias. Es decir, la información de los medios convencionales es un dogma de fe.
Los medios convencionales arrojan comunicadores convencionales, y un público convencional y previsible, esclavos involuntarios de medios acostumbrados a satisfacer los intereses de quienes han diseñado las noticias de acuerdo con la preservación de un orden que dejó de existir, coincidiendo con el estilo de gobernar que ya no existe, defendiendo intereses que nunca debieron surgir, con una manera de informar que es parte del pasado.
Así como por muchos años hubo una historia oficial y otra autentica, así también el periodismo tiene su mundo oficial, cómplice de los intereses más deshonestos y manipuladores, y a pesar de esto siguen teniendo un público que requiere rehabilitación para adaptarse al presente.
La desinformación es la verborrea de los medios convencionales que intentan convertir en verdad sin lograrlo del todo. Es una especie de epidemia que afecta a todos de diferente manera pero el número de personas inmune afortunadamente crece.
La desinformación es premeditada y con malas intenciones, es una especie de epidemia lanzada al viento con un alto grado de contagio, pero hay mecanismos de defensa que hacen que mucha gente no se vea afectada; al contrario, que pueda detectar los síntomas y advierta el peligro a otros para que no se enfermen.
La información y la publicidad se fusionaron, las noticias son mercancía que surgen a veces de la imaginación, y otras de los hechos. Así como existe un jabón cuyo aroma gusta a los consumidores; así, también las noticias ahora satisfacen a su público, y, tal y como sucede con el jabón, no saben si hace daño a la naturaleza, simplemente les gusta el olor y eso es suficiente.
La falta de testimonios, pruebas, veredictos, evidencias no merma la credibilidad de las noticias falsas, su valor radica en que el contenido guste al consumidor, no importa si tiene beneficios, lo trascendente en este caso es que el ciudadano escuche lo que quiere escuchar respecto a la realidad y vea lo que quiere ver, y siéntalo que quiere sentir.
Es por esto que los medios convencionales deben ahora tener en primera plana o espacios destacados una historia individual, de un caso particular que nada tenga que ver con lo social, donde la sociedad esté excluida. Así la vida de una persona que muchas veces es un famoso o un deportista, trasciende más que una lucha social, una guerra, una huelga, una manifestación, un mitin, una manifestación, etc.
Esta forma de informar niega cualquier variable del hecho difundido por los medios convencionales, no acepta cuestionamientos y mucho menos desmentidos, aunque posteriormente se aclare que lo dicho en esos espacios era mentira y, lo que es peor, una mentira que afecta a alguien, es mal intencionada y, además, infunde terror en la población. Esto queda impune como delito y el ciudadano queda a merced de una información cuyo proceso de desintoxicación exige de una rehabilitación, como toda patología.
Entre los grupos vulnerables debe ser considerado el ciudadano mal informado, quien requiere ayuda profesional para que su conciencia pueda ser alertada de las mentiras, una terapia que fortalezca la lógica y el sentido común de la sociedad.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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