Dijeron que iba a llegar dinero procedente de Rusia para la campaña en favor del entonces candidato de Morena a la presidencia. Pura basura. Mintieron cuando mencionaron que seríamos Venezuela o Cuba, lo aclaró apenas ayer, el líder de la fracasada coalición de derecha que perdió estrepitosamente las elecciones federales a inicios de este mes. De manera constante repitieron día y noche que seríamos una dictadura, pero ha sido el único gobierno que ha respetado el derecho legítimo de marchar y protestar de los integrantes del pueblo, aunque ellos mismos no se vean así. Dijeron que estaba enfermo de poder los mismos que hicieron lo posible por perpetuarse ellos en las cúpulas de sus respectivos partidos, en el congreso y en instituciones como la suprema corte. Se ufanaron de reproducir como merolicos que usaba todo el poder del estado para autopromocionarse, pero ellos hicieron uso de los medios con los que siempre han estado en contubernio para demeritar o al menos intentarlo, esperanzados en que podrían disminuir su fuerza de la mano de la gente.
Estos han sido solo algunos ejemplos que escuchamos en los últimos 5 años y un poco más, desde que comenzó el gobierno de izquierda del presidente; barbaridades, unas más estruendosas que otras, simples estupideces y todas absurdas mentiras, algunas incluso hasta peligrosas. Han pasado poco más de dos semanas, desde que, con credencial en mano, el pueblo, ese que sí se define y se siente como tal, le dio una bofetada a la oligarquía nacional, los rechazó, despreció sus canalladas y su vulgar deseo de adueñarse del erario para utilizarlo como si les perteneciera. Los dejó noqueados.
Ahora, después de que, de la mano de un individuo que se sintió rey, que endulzó los oídos de los dirigentes del PRI, PAN y PRD, que les hizo creer que podía hacerles recuperar el poder que perdieron y con ello, él mismo ser capaz de volver a hacer malos manejos entre sus empresas y el Estado, gracias a los favores que le podrían deber, los tres partidos sufrieron la más escandalosa de sus derrotas, fueron humillados, vilipendiados y puestos en evidencia y finalmente les ubicaron en el basurero de la historia, en la cloaca moral y política de la que no saldrán. El PRD murió, perdió su registro, ya no existe más, como dijo su dirigente Jesús Zambrano. ¡Qué bueno!
Los dos partidos restantes de la coalición la tienen verdaderamente complicada. Por una parte, está el PAN que, si bien, es la segunda fuerza política del país, lo cierto es que cada vez pierde más territorio nacional gobernado por sus figuras. En general solo sobreviven en los lugares donde de por sí ya gobernaban, ante la indolencia de quienes le votan, pues los estados que ellos lideran, son los más violentos del país y donde lo hacían, dejaron una estela de delitos, asesinatos e impunidad que durará posiblemente, décadas, lo mismo que pasa en la actualidad con el país, desde que gobernó el carnicero de Michoacán, exiliado en España.
El PRI, por otro lado, se ha achicado cada vez más a partir del 2018, sus fuerzas vinieron a menos, han sido ridiculizados públicamente con cada elección en la que han participado, sobre todo a nivel federal. Más aún, desde que llegó a la presidencia de este, el flamante Alito Moreno, aquel de los audio escándalos que revelaba cada semana sin falta la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, quien además descubrió una colección de autos de super lujo en una mansión, propiedad según ella, del dirigente tricolor. Tan fina persona no puede andar en un Chevy o en un Spark, ni vivir en un condominio o vivienda de interés social. En el siguiente periodo legislativo, sus representantes en el senado apenas llenarían una combi colectiva, sus fuerzas en la cámara de diputados lo harían así con una micro. Atrás quedaron sus días de gloria, cuando gobernaban todos los estados, los dos recintos del poder legislativo se teñían de tricolor y el presidente se decía orgulloso de pertenecer a ese partido, todo ello cuando había un auténtico y real carro completo y ninguna televisora, radiodifusora o periódico, ningún analista político, ni comentarista, ni periodista, ni supuesto “intelectual” de los que ahora se alinean con la derecha (no los auténticos, aclaro), se quejaba o pegaba el grito en el cielo. Cuando las cadenas que tenía el pueblo se sentían más que nunca, pero permanecían invisibles, esas de las que no habla la politóloga que se dice triste mientras sonríe petulante. ¡Adiós a la gloria que nos dejaron Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo o Carlos Salinas de Gortari!
El Revolucionario Institucional podría desaparecer en el curso de los próximos seis años del gobierno de izquierda o bien podrían cambiar de nombre y colores para lavarse la cara, y esperar, como el PRD, que el nuevo partido que se prevé surja de la derecha, los cobije a ellos y las lumbreras que de él emanan.
Mientras tanto, volverán a la vida pública personajes como Ricardo Anaya, otro autoexiliado más del PAN, a dejar propinas miserables y participaciones mediocres en lo que sería su incorporación como senador pluri, de esos que nadie elige pero que, ¡cómo estorban y le cuestan al pueblo por lo que se les paga!
Y ante el cochinero que nos dejan, surge la pregunta: ¿seguirá la guerra mediática contra la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum? Seguramente sí, porque querrán, de alguna manera, mantener la ilusión entre sus hoy desilusionados seguidores, buscarán volverlos a enamorar, tratarán de llegar por todos los medios posibles al candor de sus encantos (entiéndase, sus cuentas bancarias) y les volverán a seducir y ellos probablemente caerán, porque el odio que han fomentado les alcanzará, pese a la derrota, para mantener esperanzas de que algún día vuelvan a gobernar y con cada nueva desgracia natural que azote en México, los pseudo fifís y bots ligados a la derecha dirán: “disfruten lo votado”; y los chairos, con el apoyo del gobierno, responderán: “disfruten los próximos seis años”.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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