Para comprender la trascendencia de la CFE en México desde su creación hasta la actualidad, obligadamente requiere conocer sus antecedentes: primero, el asentamiento de las compañías británicas a finales del siglo XIX que abastecían el servicio eléctrico, posteriormente la consolidación y expansión de estas durante el porfiriato, su resistencia frente al nacionalismo económico en la revolución y en la post revolución, así como la permanencia y predominio británico que tuvo su fin hasta el “Callismo” y, finalmente la nacionalización el 27 de septiembre de 1960 por decreto de Adolfo López Mateos.
Desde su creación y proceso evolutivo, el espíritu de la CFE siempre se fue sujetando a la idea de contrarrestar los efectos de la monopolización y la concentración a manos del capital extranjero gracias a la implementación de una serie de reformas. Por ejemplo, el Código Nacional Eléctrico de 1926 expedido por Plutarco Elías Calles y las subsiguientes reformas impulsadas por Abelardo L. Rodríguez que significaron un avance en la regulación del suministro de energía eléctrica. Otro ejemplo, en 1939 bajo la conducción del General Lázaro Cárdenas, comenzó el proceso de nacionalizar la generación y el suministro de energía eléctrica gracias a la expedición de la Ley de Impuesto sobre el Consumo de Energía Eléctrica y la Ley de la Industria Eléctrica que antecederían al decreto de López Mateos. A partir de ese entonces, la CFE contó con herramientas necesarias para cumplir con su objeto, además de que instauró una serie de mecanismos para el aprovechamiento de los recursos naturales. Tomando como inspiración el nacionalismo económico, este marco destacaba por el enfoque social y por la justicia distributiva que hacía gala de una visión progresista.
El propósito fundamental de la CFE, después de la vergonzosa etapa neoliberal, se mantiene vigente a pesar del atraco del que fue objeto desde hace décadas y que sólo pudo detenerse a partir de los preceptos de la Cuarta Transformación impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Ese propósito, el de organizar y dirigir un sistema nacional de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, en pocas palabras, significa el beneficio de los intereses generales y no de unos cuantos. Aunque habrá de recordar que dicho propósito tuvo que enfrentarse al afán privatizador de las reformas estructurales de Peña Nieto con la complicidad de quienes firmaron el pacto por México y que trataron a toda costa de sostenerse mediante premisas falsas como la falta de recursos económicos. Como ha sido documentado, intentaron colocar a la CFE en crisis, al igual que a PEMEX, con la firme intención de acudir a la inversión extranjera como si experimentáramos una versión “neoporfirista” que garantizara, no solo el acceso al capital extranjero, sino el predominio de estos.
Pero no hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo aguante. A partir de 2018 se logró frenar el desmantelamiento de la CFE y retomar su espíritu de competitividad, además de que se privilegió su enfoque social, mismo que ha destacado en el transcurso de la presente administración. Contrario a los gobiernos del PRI y el PAN, la CFE privilegia la austeridad, combate la corrupción y desmiente día a día la versión decimonónica de que esta empresa del Estado, carece de la tecnología necesaria y del personal capacitado para cumplir con su objeto, de hecho, a partir del próximo primero de octubre, estará al frente una mujer, la Ingeniera Emilia Calleja Alor formada en la propia empresa que destaca por su trayectoria y que sin duda, culminará el rescate de la empresa para defender nuestra soberanía energética.
De ahí que resulte por demás interesante y digno de reconocer una iniciativa planteada por la luchadora social y Diputada Federal Guerrerense Marycarmen Cabrera Lagunas quien busca que se declare el día 27 de septiembre de cada año como “Día Nacional de la Industria Eléctrica” Dicha iniciativa es todo un acierto por su objetivo de destacar, promover y, sobre todo, con el ánimo de generar conciencia entre la sociedad mexicana respecto a la importancia de la Comisión Federal de Electricidad como empresa productiva del Estado, su papel trascendental en los sucesos históricos, su enfoque social, justo y humanista, así como parte fundamental de nuestra soberanía energética. Bien por la diputada.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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