Día Internacional de Desapariciones Forzadas: Se solidariza CNDH con familiares de personas desaparecidas

En el marco del día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) manifestó su solidaridad con las madres y padres de personas desaparecidas, además de ratificar su compromiso de instrumentar políticas públicas y medidas para su prevención, erradicación, investigación y sanción con el fin de que la afectación de los derechos humanos no quede impune.

“México enfrenta una aguda crisis de desaparición forzada. Hasta la fecha se han registrado más de 100 mil personas desaparecidas, sin embargo, se estima que estas cifras podrían ser mayores”, escribió la CNDH en un comunicado.

¿Por qué es importante?

En los países tercermundistas la desaparición forzada es una constante para difundir miedo entre la población y esta práctica no se limita a los parientes de una persona, sino que perjudica a toda una comunidad, por ello hoy es el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, para resaltar la importancia de erradicar esta problemática.

La desaparición forzada se ha convertido en un problema mundial, ya no ocurre en países tercermundistas sino en todo el planeta, esto normalmente ocurre producto de las dictaduras militares en algún país.

Los principales afectados por la desaparición forzada son los defensores de los derechos humanos, los parientes de las víctimas, los abogados y los testigos.

También preocupa la impunidad por la práctica de la desaparición forzada.

Cabe recordar que cientos de miles de individuos han desaparecido durante conflictos o períodos de represión en al menos 85 países de todo el planeta.

¿Quiénes son los más afectados?

Las víctimas, muchas veces torturadas y siempre temerosas de perder la vida, y para los miembros de la familia, que no saben la suerte corrida por sus seres queridos a manos del crimen organizado o de grupos terroristas.

Incluso las víctimas pueden sufrir durante largo tiempo las cicatrices físicas y psicológicas, aunque la muerte no sea el desenlace.

Un claro ejemplo son los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, no solo ellos fueron las víctimas, sino sus familias que durante años no saben que ocurrió con sus hijos.

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