En la mayoría de los medios en el mundo se aclara, en algún rincón de sus espacios, que la opinión de quienes firman sus artículos o columnas son responsabilidad de ellos mismos. Tan libres como su capacidad de análisis les dicte estos comentaristas tienen todo el derecho a ver la realidad a través del color que quieran.
Sin embargo, en México, hay medios que siguen pensando que el mejor periodismo se realiza en el vecino país del norte. Lo cierto es que la variedad de información política no puede limitarse a dos partidos. La propaganda sobre la ética de los medios estadounidenses llena las carteleras cinematográficas desde hace muchos años.
Aquella aventura de Bob Woodward y Carl Bernstein, periodistas que descubrieron el Watergate de Richard Nixon obligándolo a renunciar a la Presidencia de ese país, se convirtió en un ícono que sirvió para calificar un periodismo parcial mentiroso y sesgado, creando un mito.
Así, en México algunos despistados todavía consideran que el vecino país hay periodismo. La admiración es tan intensa como injustificada y en ese plan malinchista de ver lo mejor en otros países confunden, desde hace muchos años, lo que dice una persona con la posición propia del periódico estadounidense donde escribe.
Es el caso de personajes nefastos del periodismo convencional mexicano como Pascal Beltrán, Ricardo Alemán, Loret, entre otros, quienes aseguran que The Wall Street Journal señala que la reforma judicial quiere arrebatarle la independencia al Poder Judicial e incorporar a los jueces bajo el mando del Ejecutivo.
Se trata de un artículo de opinión firmado por Mary Anastasia O’Grady, editora del periódico pero no diseña la línea política del periódico, identificada como una creadora de fake news, con trayectoria en la manipulación como cuando dijo desde su espacio que Fidel Castro había creado un virus para compartirlo con los aliados islámicos, o que Hugo Chávez y Daniel Ortega daban refugio a terroristas. Hace un par de años vinculó al presidente López Obrador con la política iraní, entre otros muchos rumores dónde muestra más odio que investigación.
Su enemistad contra los gobiernos progresistas es tan obsesiva como injustificada. Incluso en su país ha sido severamente cuestionada por Jimmy Carter.
Ante esta situación, que no es desconocida por nadie en México, ya que en algún momento habló de su trayectoria el presidente en una de sus conferencias matutinas, periodistas de la fachiza aseguran que no lo dijo Anastasia sino el diario estadounidense, tergiversando totalmente la trascendencia de lo comentado.
Los manipuladores de los medios mexicanos intentan confundir a los lectores mexicanos haciendo creer que se trata de una postura del periódico y no una opinión personal con el objetivo de desgastar de esta manera al gobierno. La fuerza de una opinión o de un diario proveniente de Estados Unidos siempre deberá analizarse hasta encontrar las causas de esas mentiras que intentan ser agresión es; sin embargo, opinión personal y política del periódico tienen dimensiones diferentes.
Todo lo que viene del extranjero es, para algunos, verdad absoluta, una orden divina, a los periodistas de otros países los consideran perfectos, inamovible, genios. Que ellos se reconozcan mediocres no quiere decir que puede generalizarse esa condición.
La dependencia a lo extranjero por parte de una clase media poco ilustrada y peor informada se convierte en un peligro para la verdad dentro del periodismo en particular y para México en general.
El periodismo mexicano tradicional parece estar en busca de su identidad, se ve rechazado por un gobierno que ya no le subsidia sus versiones personales de la realidad, una realidad que les es adversa a todo lo que escribió y comentó en sexenios anteriores.
Confundir el árbol con el bosque ha sido una tradición entre algunos medios convencionales que al momento de necesitar elementos para fortalecer sus imaginarias noticias recurren a la manipulación tratando de extraviar al público que está más ubicado en la realidad que muchos columnistas del pasado.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios