Algo hay de las películas de espías en blanco y negro en las infantiles creencias derechistas de que la gente de izquierda debe sufrir en la vida, que les están negados el placer y el bienestar de la comodidad, o que la austeridad debe condenarlos a un cuarto oscuro y frío donde masquen con resentimiento y crueldad sus alimentos y sus rencores en espera del día en que tomaran venganza.
¿De dónde sacará la derecha fascista la idea de que el senador Gerardo Fernández Noroña debe viajar con todas las penalidades posibles a participar en un encuentro de parlamentarios a Europa? ¿Por qué la inocente fotografía del senador Noroña viajando en avión es tema de pregunta en la conferencia del pueblo de la presidenta Sheinbaum? ¿Por qué se agita el avispero derechista y les sonsaca comentarios obtusos a periodistas presuntamente bien informados?
Más allá del encono, la ira y el ánimo de desquite contra Noroña, se encuentra la idea pueril de que un régimen que ha hecho suya la bandera de la austeridad se encuentra la concepción derechista de que los apoyadores de la 4T deben vivir en pobreza franciscana, alimentarse con raíces y agua, y calzar huaraches con suela de llanta. Las noticias que nos proporciona la realidad nos informan de que no es así.
Las políticas públicas de la Cuarta Transformación han demostrado que el propósito fundamental del cambio no es que todos seamos pobres, sino que los pobres lo sean cada vez menos para que se viva con un cierto decoro y dignidad.
Al menos, eso es lo que demuestran las cifras que proporciona el Coneval, las cuales afirman que entre 2018 y 2022 dejaron de ser pobres 6.4 millones de personas. O las de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) que afirman que 3.2 millones de trabajadores salieron de la pobreza laboral. O los datos de que al cierre de enero de 2025 el salario base de cotización en el Seguro Social es de $617.60 pesos diarios, o $18,528.00 mensuales. O que durante todo el sexenio de López Obrador 9.5 millones de personas salieron de la pobreza.
Por desgracia, alimentadas por los mercenarios de la comunicación que ejercen su rapiña en los grandes medios, en las mentes afiebradas de la atemorizada clase media subsiste el rumor de que les van a despojar sus casas, que les van a quitar sus pensiones, que a más tardar ayer nos convertiremos en Cuba, de que viene el coco y se los comerá. Como si sus casas valieran tanto la pena.
Personajes delirantes de los medios de comunicación corporativa alimentan esos miedos y propagan mentiras a diestra y siniestra. Claudia es gobernada por López. Claudia y López obedecen las órdenes del narco. Claudia llamó “carroñeras” a las madres buscadoras. Noroña es un insensible. El país es un desastre económico. Verdadero rosario de disparates que consumen sabrosamente quienes en las pasadas elecciones presidenciales votaron por la candidata del Prian, hermana de la secuestradora condenada a 89 años de prisión. Delirium tremens ocasionado por la abstinencia de contratos para construir aeropuertos fallidos o del presupuesto público para comprar yates. Y qué le vamos a hacer, señor.
La gente alucinada por la realidad, los clasistas que viven mordiéndose las uñas esperando el día en que nosotros los pobres les quitemos sus humildes viviendas mediante triquiñuelas, los feligreses de los medios de comunicación derechista hace tiempo mandaron al desván el concepto de pensamiento crítico para permitir que Walt Disney tomara el control de sus creencias. Con su PAN se lo coman.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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