Esta serie de artículos consiste en realizar un análisis sobre la transformación que sufren las personas cuando asumen el tan anhelado cargo popular de diputados, cuando las personas que por ideales y principios aspiran a la cúspide del poder legislativo y mediante esfuerzo, por acción afirmativa, por confianza popular o por designación política de los órganos partidistas en los que se desarrollan o bien, por el novedoso sistema de la ¡tómbola! Se conquista entonces el espacio de la representatividad.
A raíz de la experiencia de asesores, secretarios técnicos, amigos, compañeros y familiares de los diputados, podemos ir deduciendo a través de estas líneas diversos factores que provocan que la persona que conocimos alguna vez asuma actitudes que violentan a los demás, que poco a poco su temperamento cambie e inicien los trastornos del hambre de poder y riqueza.
A lo largo del capitulado, se narrará la transformación a la que se ven sometidos los hombres y mujeres que en su momento fueron libres en conciencia y hoy ocupan los encargos que nublan sus pensamientos, en esta ocasión solo nos ocuparemos de quienes por decirlo de esta forma, son nuevos en la representación popular y no de quienes ya han desarrollado callo por la repetición y el “gustito” por el poder, pues nos interesa aquí poder describir las singularidades de la transformación.
En la experiencia, hemos podido deducir que por más ideales y principios que se aludan y defiendan en las diversas causas sociales, al acceder al recinto legislativo estos se desvanecen y dejan de ser la máxima representatividad de quienes dieron su respaldo a los entonces candidatos que juraron combatir la corrupción, terminar con los malos gobiernos y entregarse a la causa de la justicia social y el bienestar del pueblo.
Finalmente, sirvan estas líneas para ir narrando la sintomatología que poco a poco se presenta en nuestros honorables diputados. Este es un análisis comparativo de los trastornos de la conducta, basados en las facetas del poder que experimentan nuestros congresistas, entre estas la cerrazón, la violencia laboral, el alter ego, la adicción, el pensarse omnipotentes, la sobrerreacción “teatral” al entorno y el narcisismo entre otras, desde el primer momento de acceso a los encargos de poder.
No intentar detener esta situación pues, aunque se haga el mayor esfuerzo por acceder a la conciencia de los obnubilados poco podrá lograrse al querer detener la inminente transformación de Mr. Jekyll a Mr. Diputado.
Quienes aún después de leer estos textos, sienten aun el anhelo de asumir los encargos pensando en que podrán resistir a las tentaciones del poder, el dinero, la ambición y los símbolos, deberán seguir los pasos de Ulises en la Odisea. Parafraseando esta excelente obra podríamos decir, que la Diosa Circe representada por el pueblo, festeja en gran festín el triunfo de quienes surgieron de las bases populares para representar los intereses de las mayorías. Así, quienes se disponen a asumir la curul son advertidos de los peligros que tendrán que afrontar en su camino a Ítaca. El primer paso, los cantos de las sirenas en el congreso de la unión o el congreso local.
“Tendréis que pasar cerca de las sirenas que encantan a cuantos hombres se les acercan. ¡Loco será quién se detenga a escuchar sus cánticos pues nunca festejaran su mujer y sus hijos su regreso al hogar!. Las sirenas les encantarán con sus frescas voces. Pasa sin detenerte después de taponar con blanda cera las orejas de tus compañeros, ¡qué ni uno solo las oiga! Tu solo podrás oírlas si quieres, pero con los pies y las manos atados y en pie sobre la carlinga.”
Entonces, si aspiras al encargo hazte amarrar al mástil para saborear el placer de oír su canción sin caer en las profundas aguas de la corrupción y el trastorno de conducta al que los hombres y mujeres se ven sometidos en el ejercicio del poder.
Sin más comencemos.
De Mr. Jekyll a Mr. Diputado.
Muy probablemente reconocerá alguno o todos los síntomas en su representante popular.
I Capítulo.
Inicia el sueño, el acenso en la escalera eléctrica.
Todo inicia desde la participación política de algún personaje que no esperaba estar dentro de los encargos públicos o en alguna diputación, de alguna forma brindaron parte de su tiempo y energía al partido, campaña, convencimiento, construcción de comités entre otras tareas partidistas. En la misma cantidad y esfuerzo que cientos de miles de militantes, y probablemente fueron ignorados también por las dirigencias del partido, sin embargo, surge un chispazo, una fisura del sistema, una posibilidad mínima pero importante, que tiene que ver más con suerte que con otra cosa, como se dice desde el contexto popular ¡Se sacaron la lotería! O al menos, esa es la visión que se tiene al ocupar un encargo de esos, pues se sabe de sobra los privilegios de los que gozan los diputados y la gente que está a su alrededor “El saborcito” ¡de las mieles del poder! El imaginario colectivo, tiene una noción ligera de lo que ocurre dentro de los recintos legislativos y de la vida pública y privada de los representantes populares y sus equipos de trabajo que no está muy distante de la realidad.
Morena, abrió la posibilidad de participación política de los militantes de base al pueblo común, es el caso de algunos diputados que a través del proceso de sorteo las “tómbolas” lograron ocupar los escaños en los congresos locales y el Congreso de la Unión, o a través de las acciones afirmativas que tienen el fin de hacer más asequibles los derechos a las personas pertenecientes a los diversos grupos de vulnerabilidad de derechos, que han permanecido con un nivel de participación política menor al resto de los ciudadanos en los encargos públicos.
Hay que aclarar, que los procesos que aquí se enuncian, no son únicos de los nuevos políticos sino, son consecuencia irrefutable de ocupar los espacios, un proceso en el que muy probablemente todos los políticos se han visto envueltos y que han marcado la mutación de su pensamiento como ya se explicó anteriormente basado en el síndrome y sintomatología de la hybris del análisis del neurólogo y político británico David Owen quien establece que “Las presiones y la responsabilidad que conlleva el poder termina afectando a la mente”.
¡Imagínate! Un día sin esperarlo recibes una llamada de la dirigencia del partido más importante de México y Latinoamérica del siglo XXI y te dicen:
Necesitamos de tu apoyo, porque ahora el INE exige acciones afirmativas y tenemos que garantizar que ingrese gente a la cámara de diputados por esta razón. “Necesitamos una persona que tenga tus características (no tus cualidades), y no la encontramos por ningún lado ¿Qué dices, te animas…?” Y de esta forma inicia la aventura.
O en un segundo caso, te has registrado para la tómbola del partido morena, no crees mucho en la suerte, pero tienes una pequeña esperanza o de sacarte el boleto del avión presidencial o bien el de la diputación y acompañado de alguna golosina y una bebida refrescante sintonizas el sorteo en vivo a través de las redes sociales, después de la explicación de las reglas la presentación del honorable jurado y la persona interventora de gobernación comienzan los nervios, sudan las manos y las frotas con frecuencia ante el anuncio de cada uno de los nombres que salen premiados en la tómbola, exclamas ¡Ya me vi y justo cuando las esperanzas están casi perdidas, en uno de esos nombres. ¡Eureka, escuchas el tuyo!
¿Qué, dijo mi nombre, soy yo? Y regresas con vehemencia una y otra vez el reproductor de vídeo para cerciorarte de que tú nombre está ahí en esa lista prodigiosa. ¡Y ahí está! Bello, sublime, radiante resalta como el esplendor del oro a los españoles ante el descubrimiento de las riquezas de nuestro bello continente, resalta de entre los más de 20 nombres de color grisáceo que están ahí, Fulanitos y Zutanitos, rima como nunca la composición de tus nombres y apellidos, se hincha el pecho de orgullo por prima vez en el soliloquio, señor o señora diputada ¡Ay, wey!
Así fue, como varios de nuestros hoy diputados locales y federales iniciaron el asenso por la escalera eléctrica a la cumbre del poder político. Desde aquí, importante recordar el principio mil veces repetido por el presidente de la república “el poder atonta a los inteligentes y a los tontos los vuelve locos”.
Entonces, inician un sinfín de llamadas telefónicas, fiestas sorpresa y privadas con música en vivo comidas, cenas, cervezas y licores dignas de quienes son vitoreados por sus triunfos organizadas por amigos, familiares, compañeros y uno que otro oportunista y “gorrón” que se acerca a “olisquear” las primeras dinámicas del poder. Todos ahora quieren ser tus amigos, camaradas, ¡hermanos! y primos.
Estos reconocimientos populares llenan de euforia y éxtasis a quienes son el centro de atención de las dinámicas y comienzan a endulzar los oídos del ahora diputado electo.
Tú, te lo mereces, ya ves como si puedes, vas ha hacer las cosas bien, ya contigo ahí, vamos a lograr muchas cosas, hasta que se hizo justicia, eres el único representante de los verdaderos intereses del pueblo, tienes todo nuestra admiración y respeto amigo, ¡diputado!
Esta dinámica del poder es común entre los festejados.
En un principio partiendo de la conciencia política y social, se pretende hacer valer los principios, se tiene la idea de que se logrará cambiar muchas cosas con el poder en la mano, se es distinto a todos los demás el diputado electo, se repite mil veces: Yo no voy a caer en lo mismo, yo no soy igual que todos los corruptos que están ahí.
Todos estamos convencidos que vendrán tiempos mejores propios y para nuestro país, ¡llegó uno de nosotros! Uno al fin surgido de las dolencias populares que entienden lo que padecemos, ¡lo moreno se le ve!
La escalera eléctrica ya está funcionando, arriba solo se avizora la luz cegadora del poder…
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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